Tras escribir estas palabras, el abad notó que volvía a embargarle el sufrimiento. Sucumbió a él brevemente, y con sus lágrimas honró la memoria de su amigo muerto. Pero había otro asunto sobre el que escribir. Volvió a coger el pincel.
Dos de los hijos de Takeo permanecen con nosotros. Mantendremos a Hisao en el templo. Gemba considera que de un ser tan malvado puede nacer un gran espíritu. El tiempo lo dirá. Gemba le lleva al bosque; el muchacho tiene cierta afinidad con las criaturas salvajes y un profundo entendimiento de ellas. Ha empezado a realizar pequeñas esculturas de animales, lo que parece una buena señal. Consideramos que Miki necesita estar con su madre para poder recuperarse, y os solicito que la aceptéis a vuestro lado. Haruka puede encargarse de llevarla. Cuenta con un espíritu admirable, pero su estado es muy frágil. Os necesita.
Makoto miró de nuevo al jardín y vio a la muchacha sobre la que estaba escribiendo: silenciosa y tan delgada que ella misma parecía un fantasma. Pasaba muchas horas en el lugar en el que su padre y su hermana habían muerto.
Makoto enrolló la carta y la colocó junto a las otras que había escrito a Kaede. Había repetido la historia en muchas ocasiones, pero con diversas adaptaciones: a veces revelando el secreto de Maya y otras, poniendo nobles palabras de despedida para Kaede y para él mismo en boca de Takeo. Esta versión austera y sin adornos era la que más se aproximaba a la realidad. Sin embargo no podía enviarla, pues ignoraba dónde se encontraba la señora Otori, o incluso si seguiría viva.
Las hojas habían caído, los árboles mostraban sus ramas desnudas y las últimas aves migratorias habían atravesado el cielo en largas bandadas, como trazos de pincel, cuando Kaede llegó a Terayama con la luna llena del undécimo mes.
Traía consigo a sus sobrinos, Sunaomi y Chikara.
—Me alegro de ver aquí a Sunaomi —comentó Gemba cuando salió a recibirles. Había conocido al niño el año anterior, cuando éste viera un
houou
por primera vez—. Vuestro marido deseaba que acudiera a nosotros.
—No tienen otro lugar adonde ir —respondió Kaede; no deseaba seguir hablando delante de los niños—. Id con el señor Gemba —les urgió—. Os enseñará dónde vais a instalaros.
—Vuestra hija ha salido al bosque con Haruka, a buscar setas —explicó Gemba.
—¿Está aquí mi hija? —preguntó Kaede. Se sintió desfallecer y, con voz débil, añadió:— ¿Cuál de ellas?
—Miki. Señora Otori, venid a sentaros. Habéis hecho un largo viaje y hace frío. Iré a buscar a Makoto y él os lo explicará todo.
Kaede se dio cuenta de que se encontraba al borde de una crisis nerviosa. Durante semanas, el sufrimiento y la desesperación la habían entumecido. Se había trasladado a un estado de ánimo que le hacía parecer estar envuelta en hielo, como cuando era joven y se encontraba sola. Todo cuanto veía en el templo le traía a Takeo a la memoria, con nítida claridad. De manera inconsciente había mantenido la ilusión de hallarle en Terayama, si bien ya conocía la noticia de su muerte. Ahora se daba cuenta de lo vana que había sido su fantasía. Takeo no estaba allí. Había muerto y ella jamás volvería a verle.
Sonó la campana y se escuchó el rumor de pasos a través de los suelos de madera. Gemba dijo:
—Vayamos a la nave. Enviaré a buscar braseros y un poco de té. Parecéis helada.
La amabilidad de Gemba la desarmó por completo. Las lágrimas le brotaban de los ojos. Chikara también se puso a sollozar.
Sunaomi, luchando contra su propio llanto, dijo:
—No llores, hermano. Tenemos que ser valientes.
—Venid conmigo —indicó Gemba—. Os daremos algo de comer mientras nuestro abad conversa con la señora Otori.
Se encontraban de pie, en el claustro del patio principal. Kaede vio que Makoto se acercaba desde el lado contrario, casi corriendo a través del sendero de grava que discurría entre los cerezos sin hojas. La expresión del rostro del abad fue más de lo que Kaede pudo soportar. Se cubrió el rostro con la manga.
Makoto la agarró del otro brazo y la sujetó mientras la conducía con amabilidad hacia la sala donde se conservaban las pinturas de Sesshu.
—Sentémonos aquí unos momentos —propuso.
El aliento de ambos se veía blanco. Un monje llegó con un brasero y poco después regresó con té; pero ninguno de los dos probó la infusión.
Luchando por encontrar su voz, Kaede explicó:
—Primero, debo hablaros de los niños. Hace un mes Zenko fue rodeado y derrotado por Saga Hideki y Miyoshi Kahei. Mi hija mayor, Shigeko, está comprometida en matrimonio con el señor Saga. Se casarán en Año Nuevo. La totalidad de los Tres Países pasará al señor Saga, y quedarán unidos al resto de las Ocho Islas bajo el gobierno del Emperador. Takeo dejó un testamento estableciendo sus condiciones y el general aceptó todas ellas: Shigeko gobernará los Tres Países conjuntamente con su esposo, Maruyama se heredará a través de la descendencia femenina y Saga ha prometido que nada cambiará en la forma en que Takeo y yo misma hemos gobernado.
Kaede permaneció en silencio unos instantes.
—Es un buen desenlace —comentó Makoto con tono amable—. Las ideas de Takeo se conservarán y será el fin de los enfrentamientos entre los señores de la guerra.
—Zenko y Hana fueron obligados a quitarse la vida —prosiguió Kaede. Hablar de estos asuntos le ayudaba en cierta medida a recobrar la calma—. Con anterioridad a su muerte, mi hermana asesinó a su hijo menor, pues prefería hacerlo antes que abandonarle. Pero yo conseguí persuadir al señor Saga, a través de mi hija, de que perdonara la vida de Sunaomi y Chikara bajo la condición de que se criaran en Terayama. Saga es despiadado y pragmático: estarán a salvo mientras nadie intente utilizarlos con fines políticos. A la mínima señal al respecto, ordenará su muerte. Perderán su apellido, claro está: los Arai desaparecerán. Los extranjeros serán expulsados y su religión, erradicada. Supongo que los Ocultos volverán a esconderse.
Kaede pensaba en Madaren, la hermana de Takeo: "¿Qué sería de ella? ¿Se la llevaría don Joao con él, o de nuevo quedaría abandonada a su suerte?".
—Los niños serán bienvenidos en el templo —repuso Makoto. Después, ambos permanecieron en silencio.
Por fin, Kaede volvió a tomar la palabra:
—Señor Makoto, deseo disculparme. Siempre he sentido aversión, incluso hostilidad, hacia vos. Pero ahora, de todas las personas del mundo, sois la única con la que deseo estar. ¿Puedo yo también pasar una temporada en Terayama?
—Debéis quedaros tanto tiempo como deseéis. Vuestra presencia me reconforta. Ambos le amábamos.
Kaede vio que los ojos del abad se llenaban de lágrimas. Makoto alargó el brazo y sacó un pergamino de una caja que había en el suelo.
—He tratado de escribir los acontecimientos con sinceridad. Leedlo cuando os sintáis capaz.
—Debo hacerlo ahora —resolvió Kaede, mientras el corazón le golpeaba en el pecho—. ¿Os importa permanecer a mi lado mientras tanto?
Una vez que hubo terminado, colocó el pergamino en el suelo y dirigió la vista hacia el jardín.
—¿Estaba sentado allí?
Makoto asintió.
—¿Y es éste el biombo? —señaló Kaede.
Se levantó y se acercó hasta él. Las golondrinas la miraban con sus ojos brillantes. Alargó la mano y tocó la superficie pintada.
—No puedo vivir sin Takeo —dijo abruptamente—. El sufrimiento y el remordimiento me abruman. Le aparté de mí y le coloqué en manos de sus asesinos. Nunca me perdonaré.
—Nadie escapa a su destino —susurró Makoto. Se levantó y se plantó frente a ella—. Yo también tengo la sensación de que nunca me recuperaré de mi pena, pero trato de consolarme con el conocimiento de que Takeo murió de la misma manera que vivió: sin miedo y con compasión. Aceptó que había llegado su momento y falleció con absoluta serenidad. Está enterrado como deseaba, junto a Shigeru. Y al igual que éste, vuestro esposo jamás será olvidado. Además deja descendencia: dos hijas y un hijo.
Kaede pensó: "Aún no me siento preparada para aceptar a su hijo. ¿Lo estaré alguna vez? Lo único que siento en mi corazón es odio hacia el muchacho y celos de su madre. Takeo se encuentra ahora con ella... ¿Seguirán juntos en sus respectivas vidas futuras, volveré yo a verle otra vez? ¿O acaso nuestros espíritus se han separado para siempre?".
—El hijo de Takeo asegura que todos los espíritus han encontrado descanso —prosiguió Makoto—. El fantasma de su madre le persiguió toda la vida, pero ahora se ha liberado de ella. Creemos que es un chamán. Si conseguimos enderezar su malevolencia, será una fuente de sabiduría y bendición.
—¿Me enseñáis el lugar donde murió mi esposo? —solicitó Kaede con voz queda.
Makoto asintió y salió a la veranda. Kaede se calzó las sandalias. La luz empezaba a desvanecerse y el jardín estaba despojado de colores, pero sobre la roca contigua al lugar donde Takeo había muerto se veían gotas de sangre que, al secarse, habían adquirido el tono de la herrumbre. Kaede imaginó la escena: las manos de Takeo alrededor del cuchillo, la hoja entrando en su cuerpo, tan amado por ella, y la sangre salpicando a borbotones.
Kaede se desplomó, sollozando violentamente.
"Yo haré lo mismo. No puedo soportar el dolor", decidió.
Palpó su propio puñal, que siempre llevaba dentro de la túnica. ¿Cuántas veces había planeado quitarse la vida? En Inuyama, en su propia casa de Shirakawa, y luego le había prometido a Takeo que no se mataría hasta que él hubiera muerto. Embargada por la congoja, recordó las palabras que ella misma le dijera a Takeo. Le había apremiado a atravesarse el vientre con un cuchillo, y así lo había hecho su esposo. Ahora Kaede haría lo mismo. Notó que una oleada de alegría le recorría el cuerpo. Su sangre y su espíritu seguirían a los de él.
"Debo darme prisa, no quiero que Makoto me lo impida", pensó.
Pero no fue Makoto quien hizo que el puñal se le cayera de las manos, sino la voz de una muchacha que llamaba desde la nave del templo:
—¡Madre!
Miki entró corriendo en el jardín, descalza, con el cabello suelto.
—¡Madre! ¡Has venido!
Kaede comprobó, conmocionada, lo mucho que Miki se parecía ahora a Takeo, y luego se vio a sí misma en su hija, a esa edad, a punto de convertirse en una mujer. La propia Kaede había vivido en calidad de rehén, sola y sin protección; había pasado su juventud sin una madre a su lado. Notó la angustia de su hija y pensó: "No puedo hacerle esto". Recordó que Miki había perdido a su hermana gemela y sus lágrimas volvieron a brotar, esta vez por Maya. "Debo seguir viviendo por el bien de Miki; y por Sunaomi y Chikara. Y por Shigeko, claro está; incluso por Hisao, o como quiera que vaya a llamarse. Debo vivir por todos los hijos de Takeo; por todos nuestros hijos."
Recogió el puñal y lo arrojó lejos. Luego abrió los brazos a su hija.
Una bandada de golondrinas se posó sobre las rocas y en la hierba de los alrededores, inundando el ambiente con sus gorjeos. Luego, como si hubieran recibido alguna señal distante, remontaron el vuelo al unísono y se alejaron en dirección al bosque.
Otori Takeo.......... gobernante de los Tres Países
Otori Kaede.......... esposa de Takeo
Shigeko............... hija mayor de Takeo y Kaede, heredera de Maruyama
Maya y Miki.......... hijas menores de Takeo y Kaede (hermanas gemelas)
Ishida................. esposo de Shizuka, médico de Takeo
Chiyo e Hiruka...... antiguas criadas de Shigeru, ahora al servicio de Takeo
Miyoshi Kahei....... comandante en jefe de Takeo, señor de Yamagata
Katsunori............. hijo mayor de Kahei
Kintomo............... hijo menor de Kahei
Miyoshi Gemba...... hermano de Kahei, discípulo de Kubo Makoto
Sugita Hiroshi....... lacayo principal de Maruyama
Minoru................. escriba de Takeo
Terada Fumio........ amigo de Takeo, jefe de la flota naval de los Tres Países
Endo Eriko............ esposa de Fumio
Kaori................... hija de Fumio y Eriko
Arai Zenko.......... cabeza del clan Arai, señor de Kumamoto. Hijo de Arai Daiichi y Shizuka
Arai Hana........... esposa de Zenko, hermana menor de Kaede
Sunaomi............. hijo mayor de Zenko y Hana
Chikara.............. hijo mediano de Zenko y Hana
Hiromasa............ hijo menor de Zenko y Hana
Sonoda Mitsuru......... señor de Inuyama, sobrino de Akita
Tsutomu Sonoda Ai.... esposa de Mitsuru, hermana de Kaede
Muto Kenji................ maestro de la familia Muto y líder de la Tribu Muto
Shizuka.................... sobrina y sucesora de Kenji, madre de Zenko y Taku
Muto Taku................. jefe de espías de Takeo, hijo menor de Arai Daiichi y Shizuka
Muto Sada................ amante de Taku
Muto Mai................... hermana de Sada
Muto Yuki (Yusetsu)... hija de Kenji, madre de Hisao
Muto Yoshio.............. primo de Shizuka
Kikuta Akio.............. maestro de la familia Kikuta, sobrino de Kikuta Kotaro y padre adoptivo de Hisao
Kikuta Hisao............ hijo de Takeo y Yuki, adoptado por Akio
Kikuta Gosaburo....... tío de Akio, padre de Kunio, Yuzu y Ume
Kikuta Noriko........... sirvienta de Akio en Hofu
Kuroda Yasu.................. comerciante de Kumamoto
Kuroda Junpei (Jun)........ guardaespaldas de Takeo
Kuroda Shinsaku (Shin)... guardaespaldas de Takeo
Imai Bunta.................. amigo de Shizuka
Saga Hideki............. general del Emperador, señor de las Islas Orientales
Señor Kono.............. aristócrata, hijo del señor Fujiwara
Okuda Tamadasa...... cabecilla del ejército en Sanda, miembro del clan Saga
Okuda Tadayoshi...... hijo de Tamadasa