El Cortejo de la Princesa Leia (46 page)

BOOK: El Cortejo de la Princesa Leia
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—¡Ya vienen!

Las hermanas de clan que rodeaban a Luke empezaron a canturrear, y las Hermanas de la Noche respondieron gritando su cántico entre las sombras del bosque que se extendía debajo del balcón. El aire se arremolinó alrededor de la estructura de piedra, y Luke sintió cómo el polvo caía encima de sus cabellos y comprendió que algo estaba precipitándose sobre él desde las alturas. Levantó la vista y vio que las nubes de hollín habían empezado a descender a su alrededor. Alargó la mano hacia su cinturón, cogió unas gafas protectoras y después sintió cómo un temblor se abría paso a través de la Fuerza.

El vendaval se intensificó, y Luke se encontró envuelto por un torbellino de hollín y gravilla que flotaba en el aire. Se puso las gafas protectoras, y las hermanas de clan se taparon los ojos con las manos mientras retrocedían saliendo del balcón para buscar el refugio de su fortaleza.

Teneniel Djo empezó a canturrear.


Waytha ara quetha way. Waytha ara quetha way...

Una andanada de rayos desintegradores azotó el parapeto por debajo de Luke, y un caminante imperial apareció de repente con sus desintegradores envueltos en chispas y destellos. Las Hermanas de la Noche estaban utilizando la Fuerza para levitarlo.

Teneniel extendió la mano con los dedos separados y concentró su hechizo. El polvo se arremolinó alrededor de ellos girando tan locamente como el agua que se escapa por una cañería. Una tempestad de polvo y guijarros salió disparada contra el caminante imperial, y la carga estática que habían acumulado hizo que un relámpago brotara de la montaña y se extendiera como un dedo hasta tocar al caminante, haciendo que estallara envuelto en llamas. Las Hermanas de la Noche lo dejaron caer, y el caminante desapareció con un silbido estridente y chocó con el suelo en un destello cegador que mostró a los caminantes imperiales y los soldados que avanzaban por el camino de la fortaleza.

Luke se inclinó sobre el parapeto para verlos mejor, y logró distinguir por entre los torbellinos de humo las oscuras siluetas de los rancors apostados al pie de la escalera que empezaban a dejar caer peñascos sobre el sendero, lanzándolos con tanta facilidad como si fuesen canicas. Vio como el primer peñasco chocaba con un caminante imperial, y el impacto hizo que se desplomara hacia atrás barriendo a los caminantes y los soldados que lo seguían y precipitándolos fuera del risco.

Luke se asombró al comprender la implacable temeridad del ataque de Gethzerion, que suponía un desperdicio de vidas y equipo fenomenal. Dos hermanas de clan tenían los ojos clavados en la destrucción mientras murmuraban hechizos. Augwynne gritaba órdenes detrás de Luke.

—¡Ferra, Kirana Ti, id a las puertas delanteras! ¡Las Hermanas de la Noche están a punto de caer sobre nosotras!

Luke miró a su alrededor y no vio ni rastro de las Hermanas de la Noche, pero estaba acostumbrado a captar la Fuerza y sintió un temblor en lo alto. Alzó la mirada y vio a tres Hermanas de la Noche agarradas a las rocas como si fuesen arañas tres metros por encima de su cabeza. Un instante después las tres se dejaron caer al balcón moviéndose al unísono.

Luke gritó una advertencia, cogió su espada de luz y retrocedió un paso. Una bruja que estaba junto a él no tuvo tiempo de reaccionar: una Hermana de la Noche aterrizó a su lado, le disparó en la cara con un desintegrador y después saltó del balcón girando en el aire sobre sí misma.

Luke esquivó un disparo similar y cortó por la mitad a una Hermana de la Noche cuando puso los pies en el suelo a su lado. Al otro extremo del balcón, Augywnne estaba luchando con una Hermana de la Noche y Luke desenfundó su desintegrador. Augwynne empujó a la mujer fuera del balcón, y Luke saltó al vacío para perseguir a las Hermanas de la Noche.

El aire se había convertido en un tornado lleno de polvo y guijarros, y mientras caía junto a la escalera vio los cadáveres de los soldados imperiales, esparcidos como una lluvia de confetti blanco sobre la ruta de la muerte que habían estado siguiendo. Los rayos desintegradores silbaron junto a él mientras los caminantes imperiales seguían disparando contra los rancors que les lanzaban peñascos desde lo alto.

El suelo se estaba aproximando a gran velocidad, y Luke vio a dos Hermanas de la Noche inmóviles sobre las rocas. Luke se posó junto a una de ellas y gritó una advertencia. La Hermana de la Noche giró sobre sí misma y preparó un hechizo. Luke disparó. La Hermana de la Noche le contempló como si estuviera enfurecida mientras las llamas envolvían su capa, y Luke comprendió que la Fuerza debía ser muy grande en ella. La otra Hermana de la Noche huyó a la carrera y se perdió entre el humo y la neblina.

La bruja clavó la mirada en Luke. Gethzerion echó su capuchón hacia atrás para mostrar las venas purpúreas de su rostro. Sus brillantes ojos rojizos estaban agrandados por la sorpresa.

—Bien, así que al fin nos encontramos... —dijo alzando la voz para poder ser oída por encima de los sonidos de la batalla—. He sido consciente de las ondulaciones de tu Fuerza. Siempre había querido conocer a un Jedi, pero pasé al lado de uno en los corredores de mi propia prisión y no le reconocí.

Gethzerion estudió a Luke en silencio durante unos momentos, como si quisiera asegurarse de que era un Jedi.

—He conocido a otros como tú en el pasado —dijo Luke—. Escúchame, Gethzerion: ¡da la espalda al lado oscuro antes de que sea demasiado tarde!

Gethzerion asintió con expresión pensativa.

—Discúlpame si te digo que no te encuentro muy impresionante, joven Jedi. Es una pena que debas morir antes de que tengas ocasión de ver cómo hago que tus amigos se retuerzan de dolor.

Señaló a Luke con un dedo, y una ondulación de la Fuerza se estrelló contra él antes de que Luke pudiera reconocer sus malignas intenciones. Luces blancas estallaron detrás de sus ojos y sintió como si todo el lado derecho de su rostro acabara de quedar aplastado por un martillo. Su brazo izquierdo y su pierna derecha se doblaron bajo aquel peso insoportable, y Luke quedó aturdido y se inclinó hasta apoyar una rodilla en el suelo. Todo el ruido, los estampidos de los desintegradores y los gritos de dolor se debilitaron de repente y se convirtieron en un rugir distante. Gethzerion volvió a extender la mano hacia él y su dedo tembló, y Luke sintió que se le nublaba la vista. El martillo golpeó su sien izquierda, y Luke se derrumbó sobre el costado y rodó hasta quedar de espaldas. Alzó la mirada hacia el cielo y jadeó mientras veía los ríos de rocas que volaban sobre él, algunas impulsadas por la Fuerza, otras lanzadas por los rancors.

El tiempo parecía estar transcurriendo mucho más despacio. Luke sintió un doloroso palpitar en su cabeza, una vibración acompasada al latir de su corazón. Su rostro estaba frío y entumecido, y Luke fue vagamente consciente de que el hechizo de Gethzerion había reventado varias venas en su cerebro, y comprendió que estaba a punto de morir, una más entre los centenares de bajas producidas en aquel campo de batalla.

«Bien, con que así es como habría sido todo si Vader realmente hubiera intentado matarme...» ¿A quién había estado tratando de engañar? Teneniel tenía razón: Luke no era un guerrero. «Te he fallado, Ben —pensó Luke—. Os he fallado a todos...» Y de repente hubo una oleada de dolor, y Luke intentó recordar con quien había estado hablando e intentó pensar en un nombre, alguien a quien llamar pidiéndole ayuda, pero su mente estaba confusa y tan vacía como los inmensos desiertos de Tattoine que exponían su desnudez a la luz de los soles ponientes.

Capítulo 23

Isolder fue corriendo a coger la nueva ventanilla de los sensores. Chewbacca ya estaba utilizando la palanqueta a motor para arrancar la vieja ventanilla, mientras Leia y Han se apretujaban en el reducido espacio de la bodega del
Halcón
intentando instalar los generadores de campo antiimpactos. Los androides estaban dentro del
Halcón,
echando el líquido refrigerante de los hiperimpulsores en sus depósitos. Fuera de la fortaleza se estaba librando una auténtica guerra. Los suelos de piedra temblaban y crujían bajo los embates de los rayos desintegradores y las rocas lanzadas por los aires, y el viento cantaba por los pasillos.

Isolder tenía la sensación de que toda la montaña podía derrumbarse y convertirse en polvo en cualquier momento. Casi deseaba que aquella habitación tuviera una ventana, un parapeto como tantas de las otras salas y habitaciones de la fortaleza, porque eso le hubiera permitido ver lo que estaba ocurriendo en el exterior; pero al mismo tiempo se sentía más a salvo en aquel recinto donde sólo había una puerta que vigilar.

Isolder llevó la ventanilla a Chewbacca, y la sostuvo durante un momento mientras el wookie buscaba entre las herramientas con sus manazas peludas hasta encontrar un remache con el que fijar la nueva ventanilla al
Halcón.
Chewbacca tenía miedo, y le temblaban las manos.

Y de repente Isolder oyó una voz detrás de ellos, y la voz sonó extrañamente lejana a pesar de que estaba gritando.

—¡Les he encontrado, Gethzerion!

Isolder giró sobre sí mismo y soltó la ventanilla. Una Hermana de la Noche se había detenido jadeando en el umbral. Isolder desenfundó su desintegrador y disparó, pero la Hermana de la Noche movió una mano y desvió el rayo.

—Bien, bien —dijo—. Eres muy guapo. Creo que me quedaré contigo...

Chewbacca lanzó un rugido y saltó sobre la Hermana de la Noche, y la bruja dio un paso hacia atrás. Chewie se hizo a un lado como si quisiera pasar junto a ella para huir de la habitación, y la Hermana de la Noche retrocedió tambaleándose. El wookie le había arrancado un brazo tan deprisa que Isolder ni siquiera había podido verlo.

La Hermana de la Noche contempló con incredulidad el muñón sanguinolento en que se había convertido su brazo. Isolder volvió a disparar, y la Hermana de la Noche se derrumbó.

Chewbacca aulló y empezó a buscar frenéticamente en el suelo. Isolder no entendía la lengua de los wookies, pero comprendió que se le habían caído los remaches.

—¡Entra en la nave y coge unos cuantos! —le gritó—. ¡Vamos, deprisa!

Chewbacca corrió hacia el
Halcón.
Isolder le siguió por la pasarela sin dejar de acariciar nerviosamente su desintegrador ni un momento.

Oyó una especie de martilleo encima de su cabeza, y los muros de piedra se desmoronaron de repente como si un puño gigantesco acabara de chocar con ellos. Isolder se llevó las manos a la cabeza para protegerse de las rocas que habían empezado a caer, y un huracán de polvo y humo entró en la habitación azotándolo todo.

Isolder pudo oír voces de mujeres entonando un cántico a su alrededor por entre el rugido del viento. Entrecerró los ojos y presionó el botón de cierre de la compuerta del
Halcón.

—¡Salid de aquí! —gritó—. ¡Salvaros!

Y en ese momento comprendió que la profecía de Rell estaba a punto de convertirse en realidad, y que si seguía un instante más allí moriría. El resplandor rojo del cielo le permitió ver las siluetas oscuras de mujeres que se deslizaban sobre la roca y empezaban a descolgarse por las grietas de los muros.

Isolder se agachó, rodó por debajo del
Halcón
y echó a correr con la esperanza de encontrar un refugio. Una Hermana de la Noche cruzó el umbral y fue hacia él.

La Hermana de la Noche alzó la mano, y una fuerza invisible golpeó a Isolder.

Teneniel había visto como Luke saltaba del balcón siguiendo a las Hermanas de la Noche hacia las neblinas que se arremolinaban debajo de la fortaleza, pero no se había atrevido a lanzarse detrás de él. Oyó gritos dentro de la fortaleza, voces infantiles que chillaban de terror, y bajó corriendo un tramo de escalones dejando a seis de sus hermanas arriba para que lucharan en el balcón.

Había tres centinelas en las puertas y Teneniel echó a correr detrás de Ferra y Kirana Ti, casi pisándoles los talones mientras bajaba por la escalera de caracol. Ferra dobló un recodo a la carrera, y lanzó un grito de horror cuando su cabeza giró bruscamente hacia atrás sin que hubiera ninguna causa aparente para ello, rompiéndole el cuello con un horrendo chasquido.

Kirana Ti se detuvo y alzó un desintegrador esperando a que alguien subiera por el pozo de la escalera, pero una extraña locura se adueñó de Teneniel. La joven no pronunció su hechizo en voz alta, pero aun así envió un vendaval que aulló por el pozo de la escalera, embistiéndolo todo con la potencia suficiente para hacer que el cadáver de Ferra bajara dando tumbos por los peldaños. Las Hermanas de la Noche que había debajo de ella lanzaron gritos de miedo y sorpresa, y Teneniel dobló corriendo el recodo y vio a dos Hermanas de la Noche que se aferraban a la barandilla para evitar que el huracán surgido de la nada las arrastrase escalera abajo.

La negrura de la rabia invadió su mente, y Teneniel golpeó a las arpías con el viento de la Fuerza arrancando la barandilla de la pared de piedra, y las Hermanas de la Noche se precipitaron aullando en el vacío y cayeron rebotando a lo largo de las curvas de la escalera.

Teneniel dejó que el viento se esfumara y vio a Kirana Ti acurrucada en el suelo. Kirana Ti alzó sus ojos llenos de miedo hacia Teneniel y se echó a llorar. Teneniel se preguntó por qué aquella jovencita estúpida no se levantaba de una vez y salía a luchar.

—¿Qué estás mirando? —gritó—. ¡Maldita cobarde! —Una hermana de clan gritó en lo alto de la escalera, pero el grito quedó interrumpido casi al instante—. Sal de aquí ahora mismo. ¡Ve a luchar! ¡Tus hermanas están muriendo!

—Tu rostro... —gimoteó Kirana Ti—. ¡Se te ha reventado una vena!

Teneniel dejó de gritarle, se llevó una mano a la mejilla y sintió el morado que acababa de surgir debajo de su ojo: la marca de una Hermana de la Noche. Pensarlo hizo que su mente se llenara de horror y perplejidad, y Teneniel comprendió que se había dejado dominar por la rabia y que había matado a todas aquellas Hermanas de la Noche sin saber muy bien lo que hacía. Giró sobre sí misma y subió corriendo por el tramo de escalones sin verlos. Dejó atrás las habitaciones de las guerreras, y sus pisadas crearon ecos entre las piedras.

Dobló un recodo al final del tramo de escalones y oyó a varias Hermanas de la Noche cantando sus hechizos por encima de ella. Miró a su alrededor, sorprendida al encontrarlas en un punto tan elevado de la fortaleza. Tan arriba ya no había estancias con aberturas, y aquel nivel sólo contenía unos cuantos almacenes y dormitorios desprovistos de ventanas. Si las Hermanas de la Noche no habían subido por la escalera, sólo podían haber entrado usando la Fuerza para abrirse paso a través de los muros de piedra. Y lo único de valor que había tan arriba era el
Halcón Milenario...

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