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Authors: John Locke

Tags: #Tolerancia, #Liberalismo, #Empirismo, #Epistemología

Carta sobre la tolerancia y otros escritos (8 page)

BOOK: Carta sobre la tolerancia y otros escritos
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3.- El consentimiento universal no prueba nada que sea innato.

Tal argumento, nacido del consentimiento general, tiene la desgracia de que sí fuese cierto que hay verdades universales, este hecho no demuestra que sean innatas, si se enseña el camino por el cual los hombres llegan a este acuerdo general de las cosas en que consienten; lo cual puede llevarse a cabo.

4.- No hay asentimiento universal a "Lo que es, es" y "Es imposible que la misma cosa sea y no sea".

Lo que resulta peor, este argumento del consentimiento universal usado para probar que hay principios innatos me parece una demostración de que, no los hay, pues no hay ninguno al que todo el género humano de asentimiento general. Comenzaré con los especulativos y pondré ejemplos de esos renombrados principios de demostración "todo lo que es, es" y "es imposible que la misma cosa sea y no sea", que entre todos, son los que más pasan por innatos. Tienen reputación tan sólida de máximas universalmente aceptadas que sin duda parecerá extraño que alguien dude de ellas, pero me tomaré la libertad de decir que estas proposiciones están tan lejos de tener universal asenso que gran parte de la humanidad ni siquiera las conoce.

5.- No están impresas naturalmente en la mente porque no las conocen los niños, los locos, etc.

Ante todo, es evidente que los niños o los idiotas no tienen la menor sospecha de ellos, con lo cual se destruye ese asentimiento universal que debiera ser concomitante necesario de las verdades innatas. Y me parece una contradicción el decir que hay verdades impresas en el alma que ésta no entiende, pues imprimir significa hacer percibibles ciertas verdades, si es que algo significa. E imprimir algo en la mente sin que la mente lo perciba me parece apenas inteligible. Así, silos niños o los idiotas tienen alma, tienen mente con impresiones grabadas, inevitablemente deberían percibirlas, saberlas y asentir sobre estas verdades. Como no lo hacen, es evidente que no hay tales impresiones, pues si no son impresas por la naturaleza, ¿cómo podrán ser innatas? Y si son nociones impresas, ¿cómo podrán ser desconocidas? Decir que determinada noción esta impresa en la mente y decir que la mente la ignora es reducir a la nada esa impresión...

23.- El argumento de que se asiente en cuanto se escucha se basa en falsa su posición de que hubo previa enseñanza.

Me temo que haya otra debilidad en este argumento que quiere convencernos de que debemos considerar innatas las máximas que los hombres admiten a primera vista pues concuerdan en asentir sobre proposiciones que no les han sido enseñadas y que no les son probadas sino que las reciben con una explicación desnuda. Bajo esto paréceme que se oculta una falacia: que se supone que los hombres no son enseñados ni reciben nada nuevo cuando en realidad son enseñados y aprenden algo que antes ignoraban. En primer lugar es evidente que han aprendido los términos y sus significados, ninguno de los cuales nació en ellos. Pero este no es todo el conocimiento adquirido en este caso particular: las mismas ideas a las que se refiere la proposición no han nacido con ellos más que sus nombres, sino que vienen después. De tal manera que en toda proposición a la cual se asienten con sólo conocerla, los términos de la misma, el que signifiquen determinadas ideas, así como las mismas ideas que significan, como nada de esto es innato, me gustaría saber qué queda de innato en tales proposiciones. De buen grado haría que alguien me nombrara esa proposición cuyos términos e ideas fueran innatas. Gradualmente recibimos ideas, nombres, y aprendemos la apropiada conexión de unos con otros. Luego, al oírlos, asentimos a las proposiciones formuladas en los términos que conocemos y en las que se expresa el acuerdo o desacuerdo que percibimos en nuestras ideas cuando las asociamos, aunque otras proposiciones, que en sí son ciertas y evidentes pero no fáciles de aprehender, no son asentidas por nosotros con tanta facilidad. Aun cuando un niño asienta enseguida a esta proposición: "una manzana no es fuego", que por conocimiento se le han grabado las ideas de estas dos cosas distintas y ha aprendido lo que significan los nombres de manzana y fuego, pasará buen tiempo antes de que asienta a esta otra proposición: es imposible que la misma cosa sea y no sea", porque aun cuando las palabras sean fáciles de aprender, su significado es más amplio y abstracto que el de los nombres enlazados a cosas sensibles que son trato cotidiano del fino. Por eso pasará más tiempo Y necesitará más espacio para formar en su mente estas ideas generales que tales conceptos representan. Hasta que esto llegue, es inútil cualquier esfuerzo para hacer que el niño asienta a una proposición formulada en términos tan generales tan pronto como haya adquirido tales ideas y aprendido sus nombres, acepta tanto una como otra de las proposiciones mencionadas y ambas por la misma causa: encuentra que las ideas que tiene en la mente concuerdan o disienten según las palabras que las representan son afirmadas unas a otras o negadas en la proposición. Pero si se le expone la proposición en palabras que representan ideas que él no tiene aún en mente, a tales proposiciones, por muy evidentes o falsas que sean, no podrá dar asentimiento ni desacuerdo, sino que se confesará ignorante pues las palabras serían sonidos vacíos como signos de nuestras ideas y no asentiremos a ellas sino hasta donde concuerdan con las ideas que tenemos, pero no mas allá...

25.- Tales máximas no son las conocidas primero.

Para que no se me acuse de sacar argumento del pensamiento infantil, que nos es desconocido, y conclusiones de lo que pasa en su entendimiento antes que los niños lo expresen, diré que esas dos proposiciones generales no son las verdades que poseen primero las mentes infantiles ni son previas a toda noción adquirida o adventicia, lo cual deberían ser si fuesen innatas. Que podamos o no determinarlo importa poco, mas hay un tiempo en que los niños comienzan a pensar y tanto sus palabras como sus actos nos confirman. que lo hacen. Cuando son capaces de conocimiento, de asentimiento, de pensamiento, ¿puede suponerse que ignoran las nociones que, si existen, les ha grabado la naturaleza? ¿Puede imaginarse con algo de razón que perciben impresiones de cosas exteriores y al mismo tiempo ignoran los caracteres que la propia naturaleza les ha impreso dentro? ¿Pueden recibir y estar de acuerdo con nociones adventicias e ignorar las que se supone están tejidas en el principio de su ser e impresas como fundamento indeleble y guía de todo conocimiento y futuros razonamientos? Seria esto semejante a obligar a la naturaleza a esforzarse sin objeto o a escribir muy mal, pues ojos que ven otras cosas no pueden leer sus caracteres. Mal son supuestos como las partes más claras de la verdad y fundamentos de nuestro conocimiento total las que no se conocen desde el principio y sin las cuales podría obtenerse indudable Conocimiento de otras muchas cosas. Sabe con certeza el niño cómo la nodriza que lo alimenta no es el gato con que juega ni el "coco" que teme; sabe que la mostaza que rechaza no es el azúcar o la manzana por la que llora: de esto tiene seguridad cierta, indudable, mas ¿quién me dirá que se debe al principio de que "es imposible que la misma cosa sea y no sea", como asiente firmemente a esas y demás partes de su conocimiento o que el niño tiene alguna noción de esta proposición en una edad en que sabe muchas otras verdades?...

Libro II
Capítulo I

1.- La idea es el objeto del pensamiento.

Como todo hombre tiene conciencia de que piensa y como aquello a que su mente se aplica en cuanto piensa son las ideas que están en ella, no cabe duda de que los hombres tienen en la mente varias ideas, por ejemplo las expresadas con las palabras blancura, dureza, dulzura, pensamiento, movimiento, elefante, hombre, ejército, ebriedad y otras. Antes que nada hay que investigar como se llega a tenerlas. Sé que es aceptada doctrina el que los hombres tienen ideas naturales y caracteres originales impresos en la mente desde el momento en que nacen. Antes he examinado esta opinión en su generalidad y lo dicho anteriormente se admitirá más fácilmente cuando haya mostrado en qué grados y por cuáles caminos las ideas llegan a la mente, para lo cual apelaré a la experiencia y observación interior de cada lector.

2.- Todas las ideas provienen de la sensación o de la reflexión.

Supongamos, pues, que la mente fuese como una página en blanco, desprovista de todo carácter, sin idea alguna. ¿Cómo llega a estar provista? ¿De dónde toma el vasto almacenamiento que pinta en ella la ilimitada y muy activa fantasía del hombre con una casi interminable variedad? ¿De dónde recibe los materiales de la razón y del conocimiento? Contesto escuetamente: de la experiencia en la cual se funda todo nuestro conocimiento que, en definitiva, de ella se deriva. Nuestra observación, o bien empleada en objetos sensibles externos o en operaciones internas de nuestra mente, percibidas y reflexionadas por nosotros, provee a nuestro entendimiento con todos los materiales del pensamiento. Estas son las dos fuentes del conocimiento, de donde surgen todas las ideas que tenemos o podamos tener naturalmente.

3.- El objeto de la sensación, es una fuente de ideas.

Al principio, nuestros sentidos, aplicándose a objetos sensibles particulares transmiten a la mente algunas percepciones de las cosas de acuerdo a los modos en que dichos objetos los afectan. De este modo logramos tener las ideas de amarillo, blanco, caliente, frío, blando, amargo, duro y demás cualidades que llamamos sensibles. Cuando digo que los sentidos las transmiten a la mente quiero decir que desde objetos internos transmiten a la mente lo que produce en ella estas percepciones. Esa gran fuente de todas o casi todas las ideas que tenemos, dependiente por completo de nuestros sentidos y por ellos donados al entendimiento le llamo SENSACIÓN.

4.- Las operaciones de nuestra mente son otra fuente de ideas

La otra fuente desde la cual la experiencia provee al entendimiento de ideas es la percepción de operaciones de nuestra misma mente dentro de nosotros al aplicarse ella a las ideas que ha obtenido. Estas operaciones, cuando el alma reflexiona y las considera, proporcionan al entendimiento otro conjunto de ideas que no podrían recibirse de las cosas de fuera: tales son las de percibir, pensar, dudar, creer, saber, razonar, querer y otras acciones mentales las cuales, teniendo conciencia y observándolas en nosotros mismos recibimos en nuestro entendimiento como ideas distintas, como las que recibimos de los cuerpos que afectan a nuestros sentidos. Esta fuente de ideas la tiene todo hombre en sí mismo y aunque no es sensación, pues nada tiene que ver con los objetos externos, mucho se parece a ésta y podría llamarse muy propiamente sentido interno. Pero como llamo a la otra sensación, llamaré a ésta REFLEXIÓN, ya que las ideas que proporciona no son sino las que tiene la mente cavilando dentro de sí sobre sus propias operaciones. Por reflexión, así, en lo que sigue de este discurso, ha de entenderse la noticia que toma la mente de sus propias operaciones, gracias a lo cual llega a tener el entendimiento ideas de esas operaciones. Esas dos, digo, las cosas externas materiales, como objetos de sensación, y las operaciones de la mente dentro de sí como objetos de reflexión, son para mí el único origen de donde toman comienzo nuestras ideas. Uso la palabra operación en un sentido amplio, comprendiendo no solamente los actos desnudos de la mente sobre sus ideas, sino también cierta especie de pasiones que surgen a veces de las ideas, por ejemplo la satisfacción o intranquilidad surgida de algún pensamiento.

24.- Origen de todo nuestro conocimiento

A su debido tiempo, la mente llega a reflexionar en sus propias operaciones, en las ideas que ha obtenido por la sensación y con todo ello se provee de un nuevo conjunto de ideas a las que llamo ideas de reflexión. Estas son las impresiones causadas en nuestros sentidos por objetos externos extrínsecos a la mente, y sus propias operaciones, procedentes de poderes intrínsecos y propios de sí misma. Cuando reflexiona en ellas se convierten también en objeto de su propia contemplación y son, como apunté, el objeto de todo conocimiento. Y la primera capacidad del intelecto es que la mente sea apta para recibir las impresiones causadas en ella, ya sea por los sentidos cuando capta cosas externas o bien cuando realiza sus propias operaciones internas. Todo es el primer paso que da el hombre para el descubrimiento de cualquier cosa y el cimiento sobre el que construirá todas las nociones que naturalmente ha de tener en este mundo. Todos esos pensamientos que se elevan al máximo cielo toman allí su asiento. En la vasta extensión por donde la mente viaja, en esas lejanas especulaciones donde parece elevarse, no se aparta un punto más allá de esas ideas que ya el sentido, ya la reflexión, le han ofrecido para su contemplación.

Capítulo IV

6.- Qué es la solidez

Si alguien me preguntara qué es la solidez lo remitiría a sus sentidos para que lo informen. Ponga en sus manos un pedernal o una pelota y trate de apretarlos: así lo sabrá. Si esta no le parece explicación cabal de la solidez, de lo que es y en lo que consiste, le prometo decirle esto cuando me diga lo que es pensar y en qué consiste o que me explique qué es extensión o movimiento, lo cual quizá es mucho más fácil. Las ideas simples que tenemos son como la experiencia nos las enseña, pero si queremos esforzarnos con las palabras para hacerlas más claras a la mente, no tendríamos mayor éxito que si alumbráramos hablando, la oscuridad de un ciego y quisiéramos explicarle la idea de luz y la de color...

Capítulo XI

1.- No hay conocimiento sin discernimiento.

Otra de las facultades de la que podemos tomar nota en nuestra mente es la de discernir, de distinguir entre las varias ideas que tiene. No basta que haya una confusa percepción de algo en general: si la mente no percibiera la diferencia de cualidades y de objetos, seria capaz de mínimo conocimiento, aunque los cuerpos que nos afectan fueran tan activos como lo son ahora y aunque sobre ellos la mente se aplicara. De esta facultad de distinguir depende la evidencia y la certeza de varias proposiciones, muy generales, que han pasado por verdades innatas, porque los hombres, dejando de ver la verdadera causa por la que dichas proposiciones hallan asenso general, lo atribuyen a impresiones naturales uniformes cuando que depende de la clara facultad de discernir el que percibamos que dos ideas son lo mismo o son diferentes...

Capítulo XXVIII

(De otras relaciones), 1.-Proporcionales

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