Baila, baila, baila (61 page)

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Authors: Haruki Murakami

Tags: #Fantástico, #Drama

BOOK: Baila, baila, baila
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—¡Yumiyoshi! —grité a pleno pulmón.

Nadie respondió. El silencio y el frío se hicieron uno e invadieron la estancia. Las tinieblas parecían aún más densas.

—¡Yumiyoshi! —volví a gritar.

—Es muy fácil —dijo la voz de Yumiyoshi procedente del otro lado de la pared—. De verdad. Puedes venir si atraviesas la pared.

—¡No! —exclamé—. Parece fácil, pero una vez en el otro lado no se puede regresar. ¿No te das cuenta? No es lo que piensas. Ésa no es la realidad. Es
el otro mundo
. Es diferente de
este mundo
.

No me respondió. Un profundo silencio volvió a reinar en la habitación. Un silencio que aplastaba mi cuerpo igual que si estuviera en el fondo del mar.

Yumiyoshi ha desaparecido. Por mucho que estire el brazo no la alcanzaré. El muro se interpone entre los dos. Es espantoso, pensé. Nada puedo hacer. Es terrible. Ella y yo tenemos que quedarnos en
este lado
. Me he esforzado mucho para que así sea. He llegado hasta aquí después de hacer pasos de baile muy complicados.

Pero no había tiempo para pensar. No me podía permitir titubeos. Siguiendo a Yumiyoshi, eché a andar hacia la pared. No había otra opción. Porque la amaba. Atravesé la pared igual que con Kiki. Sucedió lo mismo. Una capa opaca de aire. Un tacto sólido y áspero. Frío como el agua. El tiempo osciló, la continuidad se retorció, la gravedad perdió fuerza. Sentí que recuerdos remotos ascendían como vapor desde el abismo temporal. Eran mis genes. Sentí la vorágine de la evolución en mis propias carnes. Atravesé mi propio ADN, gigantesco y retorcido. La Tierra se hinchó, luego se enfrió y menguó. Un carnero se ocultaba en el fondo de una cueva. El mar era un pensamiento gigantesco sobre cuya superficie llovía silenciosamente. Desde la orilla, personas sin rostro contemplaban el horizonte. Parecía que el tiempo infinito se había convertido en una colosal madeja que flotaba en el cielo. El vacío se tragaba a la gente y ese vacío era a su vez tragado por un vacío aún más grande. La carne de las personas se fundía, surgían los huesos blancos, éstos se convertían en polvo y el viento se lo llevaba.
Está irrevocablemente muerto
, dijo alguien.
¡Cucú!
, dijo alguien. Mi carne se descompuso, se disgregó y luego volvió a aglutinarse.

Tras atravesar la capa etérea de caos y confusión, me encontré desnudo en la cama. A mi alrededor todo estaba oscuro. No eran tinieblas negras como el azabache, pero aun así no veía nada. Estaba solo. Alargué el brazo y a mi lado no había nadie. Me había quedado solo. Habían vuelto a dejarme solo en los confines del mundo.

—¡Yumiyoshi! —grité con todas mis fuerzas. Pero nada surgía de mi boca; tan sólo un suspiro seco. Intenté gritar una vez más, y en ese instante oí un ruidito y la lámpara de la mesilla se encendió. La habitación se iluminó de súbito.

Ahí estaba Yumiyoshi. Me miraba con una dulce sonrisa, sentada en el sofá y vestida con la blusa blanca, la falda y los zapatos negros. La chaqueta azul claro colgaba del respaldo de la silla, frente al escritorio, como si fuera un doble de ella. La rigidez de mi cuerpo fue disminuyendo poco a poco, como quien afloja un tornillo. Me di cuenta de que mi mano derecha agarraba la sábana con fuerza. La solté y me limpié el sudor de la cara. Debo de estar en
este mundo
, deduje. ¿Sería esa luz real?

—Yumiyoshi… —dije con voz ronca.

—Dime.

—¿De veras estás ahí?

—Claro —dijo ella.

—¿No has desaparecido?

—No, no he desaparecido. La gente no desaparece así como así.

—He tenido una pesadilla —le dije.

—Lo sé. He estado mirándote mientras dormías. Vi cómo me llamabas en sueños. Parecías estar a oscuras. Pero ¿sabes?, si te esfuerzas por ver algo, puedes verlo aunque esté muy oscuro.

Miré el reloj. Eran casi las cuatro. Faltaba apenas una hora para que amaneciera. Una hora en la que los pensamientos se vuelven profundos y se comban. Sentía frío y tenía el cuerpo entumecido. ¿De verdad había sido un sueño? El hombre carnero había desaparecido en medio de las tinieblas, igual que Yumiyoshi. Aún podía recordar con claridad la desesperante e irremediable sensación de soledad. Podía recordar el tacto de la mano de Yumiyoshi. Todavía lo sentía. Era más real que la propia realidad. La realidad aún no había recobrado suficiente realismo.

—¿Yumiyoshi?

—Dime.

—¿Por qué estás vestida?

—Quería mirarte así, vestida —contestó—, nada más.

—¿Te importaría volver a desnudarte? —le pregunté. Quería asegurarme de que estaba allí de verdad. Y de que los dos estábamos en
este mundo
.

—Claro —dijo ella. Se quitó el reloj y lo dejó sobre la mesa. Se descalzó y dejó los zapatos en el suelo. Se desabotonó la blusa, se quitó las medias y la falda y lo dobló todo con cuidado. Luego caminó descalza, sin hacer ruido, y levantando con suavidad la manta, se deslizó a mi lado. La estreché contra mí. Su cuerpo era cálido y suave. Poseía el peso de la realidad.

—No has desaparecido —le dije.

—Claro que no —respondió ella—. ¿No te acabo de decir que la gente no desaparece tan fácilmente?

Supongo que es así
, pensé mientras la abrazaba. Pero lo cierto es que puede ocurrir cualquier cosa. Vivimos en un mundo frágil y peligroso. Y todavía falta uno de los esqueletos de la habitación. ¿Serían los huesos del hombre carnero? ¿O quizá me esperaba alguna otra muerte? Sí, tal vez fuese mi propio esqueleto. A lo mejor sigue en esa habitación lejana y sombría esperando que yo muera.

Oí a lo lejos los ruidos del Hotel Delfín. Era como el sonido de un tren nocturno traído por el viento desde la lejanía. El ascensor subía y bajaba con su
ron, ron, ron, ron
. Alguien caminaba por los pasillos. Alguien abría una puerta, alguien cerraba otra. Era el Hotel Delfín. Estaba seguro. Todo chirriaba, todo sonaba a viejo. Yo formaba parte de él. Allí, alguien derramaba sus lágrimas por mí. Alguien las derramaba por todo lo que yo no podía llorar.

Besé a Yumiyoshi en los párpados.

Yumiyoshi dormía profundamente entre mis brazos. Pero a mí me era imposible conciliar el sueño. Dentro de mi cuerpo no había ni una pizca de sopor. Estaba tan despierto como un pozo seco. Abrazaba su cuerpo envolviéndolo suavemente. De vez en cuando, lloraba en silencio. Lloré por todo lo que había perdido y por lo que me quedaba por perder. En realidad sólo lloré un poquito. El cuerpo de Yumiyoshi era suave, marcaba el tiempo cálidamente entre mis brazos. Y el tiempo daba forma a la realidad. Al cabo de un rato amaneció. Alcé la cabeza y contemplé cómo las agujas del despertador sobre la mesilla de noche se movían despacio al compás del tiempo real. Avanzaban lenta, muy lentamente. El cálido aliento de Yumiyoshi me humedecía la parte interna del brazo.

Es real
, me tranquilicé.
He encontrado mi lugar
.

Cuando las agujas marcaron las siete, la mañana de verano se filtró por la ventana proyectando un cuadrado de luz ligeramente deforme sobre el suelo de la habitación. Yumiyoshi dormía profundamente. Le levanté delicadamente el cabello, dejando al descubierto una de sus orejas, y la besé con suavidad. ¿Qué podía decirle?, me pregunté. Había muchas maneras de decir las cosas. Muchas posibilidades, muchas expresiones. ¿Podría pronunciarlas? ¿Conseguiría que mis palabras hicieran vibrar ese aire tan real? Musité distintas frases para mis adentros. Finalmente, elegí la más sencilla.

—Yumiyoshi, ya es de día —susurré.

HARUKI MURAKAMI
(村上 春樹)
, (Kioto, 1949) estudió literatura en la Universidad de Waseda y regentó durante varios años un club de jazz. Es, en la actualidad, el autor japonés más prestigioso y reconocido en todo el mundo, merecedor de premios como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka o el Jerusalem Prize. En España, ha recibido el Premio Arcebispo Juan de San Clemente, concedido por estudiantes gallegos, así como la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno español y el Premi Internacional Catalunya 2011. Tusquets Editores ha publicado ocho novelas de este autor:
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
;
Sputnik, mi amor
;
Al sur de la frontera, al oeste del Sol
;
Tokio blues. Norwegian Wood
;
Kafka en la orilla
;
After Dark
;
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas
, y
1Q84 (Libros 1 2 y 3)
, así como el volumen de relatos
Sauce ciego, mujer dormida
y el libro
De qué hablo cuando hablo de correr
, uno de sus textos más personales.

Escrita inmediatamente después de
Tokio blues. Norwegian Wood
, la novela
Baila, baila, baila
alterna la intriga, el sexo y el rock and roll con los densos y poéticos silencios del mejor Murakami.

Notas

*
Personaje que aparece en la novela
La caza del carnero salvaje
, de Haruki Murakami (trad. esp.: Barcelona, Anagrama, 1992).
(N. del T.)
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*
Plato caliente preparado en una olla especial sobre un hornillo, con diversos ingredientes (carne, verduras, tofu, etc.) cocidos en un caldo a base de salsa de soja, agua y alga kombu u otros ingredientes.
(N. del T.)
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*
Especie de fonda tradicional japonesa.
(N. del T.)
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*
Frase utilizada a menudo en el seno del movimiento estudiantil revolucionario japonés de los años sesenta y setenta del siglo
XX
, para responder a propuestas de los camaradas.
(N. del T.)
<<

*
En japonés,
yuki
significa «nieve», pero también es nombre de mujer.
(N. del T.)
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*
Ciudad de la prefectura de Kanagawa, a menos de cien kilómetros de Tokio.
(N. del T.)
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**
En japonés, Ame es homónimo de la palabra «lluvia».
(N. del T.)
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*
Sello individualizado que sirve para formalizar documentos legales y tiene el mismo valor que una firma.
(N. del T.)
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**
Abreviatura de
Zengaku
kyôtô
kaigi
(Asamblea de Acción Conjunta Estudiantil), organización estudiantil que se inspiraba en el ideario de la Revolución de Mayo del 68 y la Revolución cultural china. Operó en los años 1968 y 1969.
(N. del T.)
<<

*
El nombre Mei suena como «mee», la onomatopeya que imita el balido de la cabra y la oveja en japonés.
(N. del T.)
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*
Cajas o bandejas de comida ya preparada.
(N. del T.)
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*
Revista de orientación izquierdista fundada en 1945 y publicada por la editorial Iwanami Shoten.
(N. del T.)
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**
Konnyaku
: especie de gelatina muy consistente hecha con el bulbo de la planta
Amorphophallus konjac
.
Katsuobushi
: bonito seco y ahumado que se ralla en virutas.
(N. del T.)
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***
Cilindro hueco de pasta de pescado, almidón y clara de huevo que se cuece en caldo o al vapor.
(N. del T.)
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*
Fideos de alforfón en caldo, acompañados de otros ingredientes.
(N. del T.)
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*
Área de la ciudad de Fujisawa, en la prefectura de Kanagawa.
(N. del T.)
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*
Estudiante de la Universidad de Tokio que falleció en 1960, a los veintidós años, durante las protestas contra el Tratado de Cooperación Mutua y de Seguridad entre los Estados Unidos y Japón.
(N. del T.)
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*
Teléfonos públicos instalados en locales comerciales.
(N. del T.)
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**
Far East Network
: red de emisoras militares de radio y televisión destinada a las fuerzas estadounidenses en Japón y otros territorios de Asia oriental.
(N. del T.)
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*
En Japón, el año lectivo empieza en abril.
(N. del T.)
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**
Uno de los dos silabarios que, junto con los ideogramas, se emplean en la escritura japonesa.
(N. del T.)
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*
Campanilla tradicional japonesa que al ser agitada por el viento produce un agradable sonido.
(N. del T.)
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«Genial», «estupendo».
(N. del T.)
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*
Alevines de pescado cocidos y secados al sol.
(N. del T.)
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*
Variedad de ciruela seca encurtida en sal.
(N. del T.)
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Especie de
surimi
blanco hecho a base de pescado y ñame japonés.
(N. del T.)
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Estilo musical popular japonés.
(N. del T.)
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Especie de sopa cuya base se compone de arroz y algún líquido como té, agua o caldo.
(N. del T.)
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*
Pescado japonés
(Lateolabrax japonicus)
.
(N. del T.)
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