Amos y Mazmorras II (22 page)

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Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

BOOK: Amos y Mazmorras II
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—Depende de lo que quieras que haga... —le desafió Cleo. Además, a ver qué iba a decir... No quería que Lion pensara que ella se había dejado someter por él ni que la había tocado—. Tengo un
edgeplay
y hay cosas que no las pienso hacer. Además, no quiero que Lion se... —se sonrojó y cambió de tercio rápidamente—. ¿Leslie también va a asistir?
—La noche anterior no lo hizo. —Markus se apartó de la mesa en la que estaba reclinado y se plantó delante de ella—. No he querido exponer a la agente Leslie; pero me temo que esta noche sí lo hará. Las sumisas van todas con el rostro cubierto y pierden su identidad por completo nadie sabe quiénes son. Solo se les ven los ojos y la nariz, para que puedan respirar. Leslie vendrá conmigo y será mi mascota personal, nadie la podrá tocar. Además, los Villanos quieren ver qué tal se comporta. Mientras tanto, las demás sumisas harán las delicias de los participantes.
—¿Y yo qué haré?
Markus alzó la comisura de su labio y sonrió como un demonio.
—Los dejarás a todos con la boca abierta.

 

 

 

Leslie acabó de vestir a su hermana con un atrezo de mujer pirata. La fiesta privada que esa noche tenía lugar en la Plancha del Mar era una fiesta temática de piratas; y todos debían ir con la indumentaria pertinente.
Le recolocó el increíble sombrero pirata negro con encajes y lazos rojos. Su vestido negro y rojo era muy corto y mostraba el muslo entero; era medio encorsetado y tenía mangas largas y abombadas, de hombros descubiertos, con encaje también por debajo de la falda y dos trenzas de seda roja que cruzaban verticalmente el corsé de cuero negro que elevaba su pecho; llevaba medias de rejilla ancha y unas botas de tacón, negras, con plataforma.
—Lady Nala... Estás espectacular —aseguró Leslie.
Cleo sonrió a su hermana a través del espejo, observando cómo le peinaba el pelo y le arreglaba los pequeños tirabuzones que le había hecho.
Pero no era una situación liviana. Ambas eran conscientes de la responsabilidad que tenían entre manos y de cómo debían actuar. Ojalá estuvieran en alguna de las tiendas de Nueva Orleans, yendo de compras como siempre habían hecho. Pero aquello no era nada lúdico ni ocioso. Había vidas en juego.
—¿Les?
—¿Sí? —contestó mirándola a los ojos verdes.
—¿Te has sentido sucia en algún momento? Me refiero... Me refiero a introducirte en este tipo de mundo y hacer todo lo que haces por obligación más que por deseo.
Leslie se encogió de hombros y siguió atusándole el pelo.
—No me siento sucia, Cleo. Intento sobrellevar y disfrutar lo que hago. Me lo he pasado muy bien aprendiendo. Al principio, es verdad que todo me chocó en exceso. ¿BDSM? Eso era como algo obsceno y pecaminoso para mí.
—Y para mí.
—Pero luego, entiendes lo que es... Sabes por qué lo haces... Y, a veces, incluso en situaciones extremas, puedes llegar a encontrarte a ti misma y averiguar cosas sobre tus anhelos, cosas que jamás hubieras adivinado. ¿Me gusta azotar? ¿Me gusta dominar? Puede que sí; no lo sé. Elegí ser ama porque odio estar en manos de otras personas, eso lo tengo claro.
—Siempre has sido muy autosuficiente y controladora.
—Sí. Y por eso elegí entrar como
dómina
. Pero al caer en manos de Markus... Me he preguntado alguna vez: ¿me gustaría que me dominaran?
Cleo parpadeó y abrió los ojos con sorpresa.
—Él no te ha hecho nada todavía, ¿verdad?
—No. Hace que esté presente en sus domas para que vea lo que es y lo que pide a las sumisas. Pero a mí —bajó la mirada—, no me toca. Soy una agente del FBI, no una de sus mujeres.
—Ah... ¿y... eso... no te gusta? —preguntó intrigada.
—No, no... Claro que me parece bien.
—No has puesto cara de que te parezca bien.
—Estamos en una misión, y no debe importarme otra cosa —protestó con inseguridad.
—Por Dios... —Cleo se asombró—. ¿Te gusta el mohicano? ¿Te... interesa?
—¡Por supuesto que no! —replicó obtusa.
—A Les le gusta el mohicano, a Les le gusta el mohicano —canturreó por lo bajini.
—Cállate.
La pelirroja sonrió y vio en su hermana la misma actitud que ella tomaba cuando negaba sus sentimientos hacia Lion. ¿Sería verdad? ¿Leslie sentía algo por el ruso? Iba vestida con el mismo traje tipo buzo que le había puesto anteriormente Markus. Joder, tenía el pelo liso y negro azulado muy brillante y, los ojos plateados, levemente achinados pintados con kohl negro.
El look de Trinity de Matrix.
—Lo vuestro sería digno de una historia de novela romántica. Un agente de la SVR, el antiguo KGB, se enamora de una agente del FBI... —Puso ojitos y parpadeó repetidas veces—. Oh, vaya dramón.
—Corta el rollo, agente —musitó desaprobándola—. ¿Tú cómo te sientes con Lion?
—Yo tampoco me siento sucia —comentó Cleo resuelta, revisando lo altos que tenía los pechos.
Leslie chasqueó la lengua y levantó una ceja negra, del mismo modo en que su hermana pequeña lo hacía.
—Yo tampoco me sentiría sucia si el hombre de quien siempre he estado enamorada me hiciera todo tipo de guarradas inclementes.
Cleo abrió la boca precipitadamente, dispuesta a negar con vehemencia tal afirmación. Pero, ¿por qué iba a hacerlo si era verdad?
—¿Lo sabías?
—Lo supe desde el momento en que tomaste el conejito del que nunca te desprendías, y que ni siquiera me dejabas a mí, y se lo diste a él, sin dudarlo, para que dejara de llorar por la muerte de su abuelo. La que siempre ha parecido no saber lo que le sucedía eras tú...
Pillada. Qué vergüenza.
—Sí —resopló abatida—; la verdad es que ha sido todo un
shock
para mí descubrirlo.
—Cleo —puso sus manos sobre sus hombros desnudos y le dio un leve tirón a su sombrero de bucanera—. Tienes que tener mucho cuidado.
—¡Ya lo hago! No voy a hacerme ilusiones respecto a nada. Esto es solo una misión.
—No, no me refiero solo a ti... Para que Lion haya tomado la decisión de ser tu tutor en el caso y realizarte la doma, quiere decir que va muy en serio, aunque no te lo parezca. Tienes que tener cuidado tú, pero también él. No os podéis hacer daño. Lion no es de piedra tampoco.
—¿Crees que él...? —Dios, ¿Leslie creía que Lion estaba enamorado de ella? Bueno, él había reconocido que se preocupaba y que sentía cosas... Pero, ¿querría decir eso que la quería? No... No podía ser. ¿O sí?—. No puede ser. Lion está acostumbrado a otras prácticas, a otras mujeres; y yo no creo ser lo que él necesita.
—Solo un amo sabe lo que necesita su corazón. Y tengo la sensación de que Lion siempre lo supo. Es obvio que estáis aquí en calidad de agentes, pero... No dejáis de ser un hombre y una mujer que tienen sexo; además, compartís un pasado común. ¿Dónde está la línea entre juego y realidad? ¿Entre deber y necesidad? Solo lo sabréis vosotros.
—¿Y es tu corazón de mujer sumisa o el de mujer ama el que habla?
Leslie le guiñó un ojo a través del espejo.
—Eso, hermanita, solo lo sé yo.
—Arpía.
—Ya. ¿Estás lista? ¿Sabes lo que tienes que hacer?
—Sí. Por supuesto que sí.
—Lion estará esperándote. En cuanto bajes del escenario, debes reunirte con él en algún lugar privado y explicarle todo lo que sabes, ¿de acuerdo? En realidad, todos sabemos más o menos lo mismo. Estamos pendientes de la aparición de los Villanos pero, esta vez, yo actuaré con Markus. No podemos pisarnos terreno los unos con los otros. EL SVR es una agencia distinta al FBI. Actuaremos como si no supiéramos nada. Recuerda: vuestro caso es
Amos y Mazmorras
. El mío tiene que ver ahora con la organización rusa que comercia con mujeres y hombres y los vende a otros países. Ambos casos confluyen en un mismo lugar; eso es todo.
—De acuerdo.
—Bien, nena. ¿Estás lista? —la besó en la mejilla y le levantó la barbilla.
—Nací lista.
—Entonces, al abordaje.
 
Capítulo 10

 

 

«No importa cuán grandes sean las lágrimas de una sumisa; será amada y venerada por cómo las deja caer».

 

Plancha del Mar
Saint John

 

El
maldito parche le picaba y presionaba su ojo demasiado. La ropa de pirata era agradable, pero Lion no se sentía cómodo en absoluto.
La Plancha del Mar era un restaurante muy espacioso y sibarita, ubicado en el interior de la isla. Habían dispuesto varias mesas a lo largo y ancho de la enorme sala y estaba todo decorado con motivos filibusteros. Las luces azules simulaban el interior del mar y teñían las pieles de los asistentes de ese color celeste.
Los participantes, todos vestidos de piratas, bucaneros y doncellas, disfrutaban caracterizados tal y como estaban, con sus antifaces dorados, negros, rojos, blancos... y parches de todas formas y de todos los colores.
Una mascarada pirata. Algunos incluso bromeaban con sus espadas falsas, fingiendo que eran temerarios corsarios.
Lion había pasado una tarde horrible: pensando en Cleo constantemente y temiendo que Markus le hiciera cosas que ella no estaba dispuesta a aceptar. El amo podría darse cuenta de lo poco familiarizada que estaba su compañera con el BDSM y podría sospechar sobre su verdadera identidad. Como mínimo, no entendería qué hacía una mujer como Cleo en un torneo de practicantes avanzados de dominación y sumisión.
Se fue al baño de hombres del restaurante para remojarse la cara y secarse el sudor.
¿Y si Markus le había hecho daño? ¿Y si la había sometido? Para colmo, no había señal audiovisual de la cámara de su collar de sumisa, ni tampoco audio de los micros. Era como si estuviera en paradero desconocido y se la hubiese tragado la tierra.
Nick, con una impecable camisa blanca, un güito con elegantes plumas blancas y pantalones negros con botas, entró al baño y se dirigió a lavarse las manos, posicionándose justo al lado de Lion.
—King.
—Tigretón.
—El calor es insoportable, ¿verdad?
—Sí, lo es. Y todavía más vestidos así.
Lion tenía la vista azulina clavada en el espejo, mirando su propio reflejo, húmedo y goteante por el agua.
—¿Todo bien? —preguntó Nick, a través del cristal, haciendo referencia a la misión.
—Sí. Ya queda poco para la final, ¿verdad?
No habían podido hablar todavía. Thelma tenía ocupado a Nick; aunque esperaba que esa noche, de madrugada, pudieran quedar en el hotel o en las afueras para dialogar largo y tendido sobre los avances de
Amos y Mazmorras
.
Nick parecía cansado y preocupado por algo. Lion hacía tiempo que no veía a su amigo tan cariacontecido. La última vez que lo vio así fue un año atrás, cuando sufrió todo aquel rocambolesco incidente. Tema que, por cierto, nunca había vuelto a sacar con él, pues comprendía que Nick continuaba violentado por los recuerdos.
—¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta, Tigretón?
—Me la harás igual.
—Bien visto. ¿Por qué has eliminado a Sophiestication? ¿Por qué esa necesidad de jugar en pareja con Thelma? ¿Tanto te molestaba la otra sumisa?
Los ojos ambarinos de Nick desafiaron al agente Romano a través del espejo.
—Lo hecho, hecho está. Soy muy celoso de mis amas y necesito que me presten toda la atención. No debe haber distracciones y me gusta monopolizar.
Lion entrecerró la mirada y, aunque estaba lejos de dar esa respuesta como buena, decidió no molestarle más. «No deben de haber distracciones», curiosa contestación.
—¿Sabes algo de Lady Nala? —preguntó el sumiso rubio.
—Solo que Markus la traerá de nuevo a la Plancha del Mar. —¿Crees que habrá jugado con ella?
—Espero que no; o me enfadaré mucho —amenazó entre dientes. —Es una posibilidad. Prepárate para cualquier cosa.
—¿Como qué?
Nick se secó la cara con una servilleta de papel del dispensador y se dio la vuelta para salir del baño.
—Sin contrato, sin
edgeplay
establecido como pareja y sumisa, sin nada de nada... —enumeraba mientras se dirigía a la salida—. Solo la palabra de seguridad podía salvar a Nala. Si no la ha pronunciado en ningún momento, Markus ha podido empujarla hasta hacerle lo que él quisiera. Ese amo tiene unos apetitos insaciables. Todo el mundo apuesta a que Lady Nala ha caído en sus redes.
—¿Sabes algo de él que yo no sepa? —preguntó interesado.
Aquella tarde, el equipo estación le había informado sobre los datos personales de Markus: nacionalizado en Estados Unidos, provenía de una familia de Moscú y se dedicaba a la Bolsa. En sus ratos libres era amo; y también cobraba por ello. Entrenaba a las sumisas para prepararlas en juegos colectivos.
—Nada importante —confesó Nick—. Pero su reputación le precede. Además, esto es
Dragones y Mazmorras DS
, él se llama Markus y es un Amo del Calabozo —levantó la mano y se despidió de él—; si eso no te acojona, entonces no sé qué lo hará. No necesitas saber nada más para comprender que es capaz de todo. Te esperamos en nuestra mesa. Van a traer la comida y tengo hambre.
Lion asintió y acabó de secarse la cara. Tiró la servilleta a la basura, siguió a Nick y añadió:
—Ya... Pero yo también soy capaz de todo —murmuró en voz baja.
Cuando llegaron a su mesa, Lion se quedó de piedra al encontrarse con alguien con la que no esperaba dar esa misma noche.
Mistress Pain le estaba saludando coquetamente, vestida de doncella y mirándolo hambrienta.
—¿Pain? —Lion se sentó a su lado incómodo con su presencia. Cuando Cleo la eliminó no se habían podido despedir y su salida del torneo había sido muy ruda y poco ceremoniosa—. ¿Qué haces aquí?
Claudia se encogió de hombros y le tomó del brazo, pegando sus voluptuosos pechos a su bíceps. El vestido que llevaba, blanco y rojo, no era nada recatado; y los pezones estaban a punto de salírsele del corsé.
Sus ojos negros le devoraban.
—Bueno, soy una importante
mistress
, King. ¿No lo recuerdas?

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