Quidditch a través de los tiempos (2 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Fantasía

BOOK: Quidditch a través de los tiempos
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Fig. A

Como las familias de magos de la época se fabricaban sus propias escobas, habían enormes diferencias de velocidad, comodidad y maniobrabilidad entre los transportes de que se disponía. Sin embargo, en el siglo XII los magos habían adoptado el trueque de servicios, de manera que un habilidoso fabricante de escobas podía intercambiarlas por las pociones que se le daban mejor a sus vecinos. Una vez que las escobas voladoras se hicieron más cómodas empezaron a volar por placer, más que meramente para trasladarnos del punto A al punto B.

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Antiguos juegos de escobas voladoras

Los deportes con escoba surgieron una vez que los palos hubieron mejorado lo bastante para permitir que los conductores variaran la altitud, velocidad y dirección en el aire. Gracias a antiguos textos y cuadros centrados en temas mágicos, tenemos alguna noción de los juegos que practicaban nuestros antepasados. Algunos ya no existen y otros han sobrevivido o evolucionado hasta convertirse en los deportes que actualmente conocemos.

La famosa
carrera anual de escobas
en Suecia se remonta al siglo X. Los competidores volaban de Kopparberg a Arjeplog, una distancia de uno 500 kilómetros. La ruta atravesaba una reserva de dragones y el gran trofeo de plata tenía la forma de un hocicorto sueco. En el presente, la carrera es un acontecimiento internacional, y magos de todos los países se congregan en Koppargerg para animar en la línea de salida y se aparecen en Arjeplog, donde aclaman a los supervivientes.

El famoso cuadro Günther der Gewalttätige ist der Gewinner ( Guther el Violento es el ganador), fechado en 1105, muestra el antiguo juego alemán del
stichstock
. Un poste de seis metros de alto estaba coronado por una vejiga de dragón inflada. Un jugador montado en una escoba tenía la misión de protegerla. El guardián o guardiana de la vejiga estaba atado por la cintura al poste mediante una soga, de manera que no podía alejarse más de 3 metros.

Los jugadores restantes debían volar por turnos hasta la vejiga e intentar pincharla con la punta especialmente afilada de sus escobas. El guardián de la vejiga tenía permiso tenía remido para utilizar su varita mágica con el objeto de rechazar estos ataques. El juego terminaba cuando uno de los jugadores lograba perforar la vejiga, o cuando el guardián conseguía anular a todos los adversarios con sus maleficios o bien estos caían agotados. En el siglo XIV, el juego del stichstock declinó hasta desaparecer.

En Irlanda floreció el juego del
aingingein
, tema de muchas baladas irlandesas (cuenta la leyenda que el mítico mago Fingal del Temerario era todo un campeón). Uno por uno los jugadores debían atrapar la dom o pelota (en realidad una vesícula biliar de cabra) y pasar a toda velocidad a través de una serie de toneles colocados a gran altura sobre postes. La dom debía ser arrojada a través del último tonel. El jugador que tardara menos en cruzar con la dom a través del último tonel sin quemarse en trayecto era el ganador. Escocia fue la cuna del que probablemente sea el más peligroso de todos los juegos de escoba: el
creaothceann
. Un poema trágico del siglo XI menciona el juego. La primera estrofa, traducida el original en gaélico, dice así:

Los jugadores se reunieron,

Doce hombres bravos y apuestos.

Se ataron sus calderos,

Se prepara para ascender.

Al sonido del cuerno,

Levantaron raudos el vuelo.

Pero al albur del destino,

diez habrían de fenecer.

Los jugadores de creaothceann llevaban un caldero atado a la cabeza. Al sonido del cuerno o el tambor, hasta un centenar de cantos rodados y rocas que habían sido suspendidos en el aire a unos treinta metros del suelo mediante un hechizo se precipitaban hacia la tierra. Los jugadores pasaban a toda velocidad y procuraban atrapar todas las rocas que podían en sus calderos. Dado que muchos magos escoceses sostenían que el creaothceann constituía la prueba suprema de virilidad y coraje, el juego gozó de mucha popularidad durante la Edad Media pese a la enorme cantidad de muertes que causaba. Este juego se declaró ilegal en 1762 y, aunque Magnus Cráneo Abollado Macdonald encabezó una campaña para reintroducirlo en 1960, el Ministerio de Magia jamás ha levantado la prohibición.

El
shuntbumps
fue popular en Devon, Inglaterra. Consistía en una especie de justa rudimentaria donde el objetivo era derribar de sus escobas la mayor cantidad posible de adversarios, de modo que la única persona que quedara montada en la escoba ganaba.

El
swivenhodge
aparteció en Herefordshire. Como el stichstock, se jugaba con una vejiga inflada, habitualmente de cerdo. Los jugadores se sentaban al revés en sus escobas, mirando al cepillo, y con éste golpeaban la vejiga por encima de un seto, pasándosela unos a otros. Cuando un jugador no conseguía devolverla su adversario sumaba un punto. El primero en anotar cincuenta puntos era el ganador.

El swivenhodge todavía se juega en Inglaterra, aunque nunca ha gozado de mucho seguimiento entre la población; el shuntbumps perdura solamente como juego de niños. Sin embargo, en el pantano Queerdich se creó un juego que un día se convertiría en el más popular en el mundo de los magos.

3
El juego del pantano Queerditch

Si conocemos los rudimentarios comienzos del quidditch es gracias a los textos de la bruja Gertie Keddle, que vivió a la orilla del pantano Queerditch en el siglo XI. Afortunadamente para nosotros, ella escribía un diario que ahora está en el Museo del Quidditch de Londres. Los pasajes que siguen a continuación han sido traducidos del original, redactando en un sajón con muchas faltas de ortografía.

Martes. Caluroso. Ya están otra vez esos del otro lado del pantano. Juegan a no sé qué estupidez con sus escobas voladoras. Una gran pelota de cuero aterrizó en mis coles. Eché un maleficio sobre el hombre que vino a buscarla. Me encantaría ver volar a ese gran puerco peludo con las rodillas en la espalda.

Martes. Húmedo. Estaba fuera, en el pantano, recolectando ortigas. Los idiotas de las escobas estaban jugando otra vez. Los observé un rato por detrás de una roca. Tenían una pelota nueva. Se la tiraban unos a otros y trataban de colarla entre las copas de los árboles que hay a cada extremo del pantano. Qué manera más absurda de hacer el tonto.

Martes. Ventoso. Gwenog vino a tomar té de ortiga, luego me invitó a que saliéramos a pasear. Terminamos contemplando a esos zopencos que juegan en el pantano. Ese mago escocés grandote de arriba de la colina estaba allí. Ahora había dos rocas pesadas que volaban alrededor de ellos y trataban de tirarlos de sus escobas. Lástima que no ocurriera mientras yo miraba. Gwenog me contó que ella juega a menudo. Volví a casa disgustada.

Estos fragmentos revelan mucho más de los que Gertie Keddle podía suponer, además del hecho de que sólo conocía del nombre de uno de los días de la semana. En primer lugar, la pelota que aterrizó en su huerta de coles estaba hecha de cuero, como la quaffle moderna; naturalmente, la vejiga inflada que se utilizaba en otros juegos de escoba de aquella época sería difícil de arrojar con precisión, sobre todo cuando hiciera mucho viento. En segundo lugar, Gertie nos dice que los hombres «trataban de colarla entre las copas de los árboles que hay a cada extremo del pantano»: aparentemente una forma primitiva de marcar. Y en tercer lugar, nos permite vislumbrar las precursoras de las bludgers.

Es sumamente interesante que allí estuviera presente «ese mago escocés grandote». ¿Sería un jugador de creaothceann? ¿Sería idea suya hechizar pedruscos para que pasaran zumbando por el campo?, ¿se inspiraría en los cantos rodados que se utilizaban en el juego de su tierra?

No encontramos ninguna otra referencia al deporte que se jugaba en el pantano Queerditch hasta un siglo más tarde, cuando el mago Goodwin Kneen tomó la pluma para escribir a su primo Olaf de Noruega. Kneen vivía en Yorkshire, lo que demuestra cómo se había propagado el deporte por toda Gran Bretaña cien años después de que Gertie Keddle lo presenciase por primera vez. La carta de Kneen se conserva en los archivos del Ministerio de Magia noruego.

Querido Olaf:

¿Cómo estas? Yo bien, pero Gunhilda está un poco afectada de viruela de dragón.

Disfrutamos de un partido de kwidditch muy animado la noche del sábado, aunque la pobre Gunhilda no estaba en condiciones de jugar cono catcher, y tuvimos que poner a Radulf el herrero en su lugar. El equipo de Ilkley jugó bien, aunque no era rival para nosotros, porque practicamos mucho durante todo el mes y marcamos en cuarenta y dos ocasiones.

Radulf recibió una blooder en la cabeza porque el viejo Ugga no fue lo bastante rápido con su vara. Los nuevos toneles funcionaron bien. En cada extremo, tres sobre sus postes; Oona de la posada nos los dio.

También nos sirvió hidromiel gratis toda la noche porque ganamos.

Gunhilda se enfadó un poco conmigo por regresar tan tarde. Tuve que sacudirme un par de desagradables maldiciones, pero ya vuelvo a tener dedos.

Te envío esta carta con la mejor lechuza que tengo, espero que consiga llegar.

Tu primo,

Goodwinn

Aquí vemos cuántos se había desarrollado el juego en un siglo. La esposa de Goodwin tenía que jugar como «catcher», probablemente el término que se; usaba ataño para referirse al «cazador». La «blooder» (sin duda la bludger) que golpeó a Radulf el herrero tenía que haber sido rechazada por Ugga, quien obviamente jugaba de golpeador, ya que llevaba una vara. Las metas ya no eran árboles sino toneles sobre postes. Sin embargo, todavía faltaba un elemento crucial del juego: la snitch dorada. La incorporación de la cuarta pelota no tuvo lugar hasta mediados del siglo XIII, y sucedió de una manera muy curiosa.

4
La aparición de la snitch dorada

Desde el comienzo del siglo XII, la caza del snidget fue muy popular entre numerosos magos y brujas. El snidget dorado (véase la figura B) es en la actualidad un especie protegida, pero en esa época abundaban en el norte de Europa, aunque era muy difíciles de detectar por los muggles debido a su capacidad para ocultarse y su gran velocidad.

Fig. B

El diminuto tamaño de los snidgets, sumado a su notable agilidad en el aire y su talento para evitar a los predadores, no hacían sino aumentar el prestigio de los magos que los cazaban. Un tapiz del siglo XII que se conservaba en el Museo del Quidditch muestra a un grupo que se dispone a cazar un snidget. En la primera escena del tapiz, algunos cazadores llevan redes, otros utilizan varitas mágicas y otros incluso intentan cazar el snidget con sus propias manos. El tapiz revela que a menudo estos animalitos eran aplastados por sus captores. En la última escena, vemos que entregan una bolsa de oro al mago que atrapa el snidget.

La caza del snidget era reprobable en muchos aspectos. Todo mago sensato debe lamentar la destrucción de estos pequeños y pacíficos pájaros en nombre del deporte. Además, la cacería de snidgets se hacía habitualmente a plena luz del día y provocó más avistamientos de escobas en pleno vuelo por parte de lo muggles que ninguna otra actividad de los magos. Sin embargo, el Consejo de Magos de esa época fue incapaz de controlar la popularidad de ese deporte; de hecho parece que no tenía nada en contra, como veremos más adelante.

La caza del snidget se cruzó con el quidditch en 1269, en un partido al que asistía el mismísimo presidente del Consejo de Magos, Barberus Bragge. Conocemos el dato gracias al relato de los hechos que la señora Modesty Rabnott de Kent envió a si hermana Prudente en Aberdeen «esta carta también se exhibe en el Museo del Quidditch». Según el testimonio de la señora Rabnott, Bragge llevó snidget enjaulado al partido y reunió a los jugadores para decirles que entregaría un premio de ciento cincuenta galeones «Equivalente a un millón de galeones en la actualidad. Que el presidente Bragge tuviera intención de pagarlos o no, es una cuestión discutible» al que lo atrapara en el transcurso del juego. La señora Rabnott explica lo que sucedió a continuación:

Los jugadores se elevaron todos juntos ignorando la quaffle y esquivando las blooders. Ambos guardianes abandonaron los cestos que debían proteger y se unieron a la cacería. El pobrecito snidget subía y bajaba buscando una forma de escapar del campo, pero el público lo obligaba a regresar con encantamientos repelentes. Bueno Pw, tú sabes lo que pienso sobre la caza del snidget y cómo me comporto cuando pierdo la paciencia.

Salté al campo y grité: ¡Presidente Bragge, esto no es un deporte! Permita que el snidget se vaya y déjenos mirar el noble juego del cuaditch que todos hemos venido a ver. No te lo vas a creer, Pw: todo lo que hizo el bruto fue reír y arrojarme la jaula vacía. Bueno, se me subió la sangre a la cabeza, Pw, ya lo creo. Cuando el pobrecito snidget voló hacia donde me encontraba yo, hice un encantamiento convocador. Tu sabes lo buenos que son mis encantamientos convocadores, Pw; claro que era más fácil para mí apuntar bien, ya que no estaba subida a ninguna escoba en ese momento. El pajarito voló zumbando hasta mi mano. Lo metí entre los pliegues de la túnica y eché a correr llena de rabia.

Bueno, me atraparon, pero no antes de que saliera del gentío liberara al snidget. El presidente Bragge estaba furioso y por un momento pensé que me iba a transformar en un lagarto carnudo o en algo peor, pero afortunadamente sus consejeros lo calmaron y sólo me cobraron diez galeones por interrumpir el juego.

Por supuesto que yo nunca he tenido diez galeones, así que adiós a mi casa.

Pronto iré a vivir contigo; por suerte no se llevaron el hipogrifo. Y te diré algo, Pw; Bragge puede estar seguro de que no le votaría aunque pudiese votar.

Un cariñoso saludo de tu hermana.

Modesty

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