Nadie lo ha oído (27 page)

Read Nadie lo ha oído Online

Authors: Mari Jungstedt

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: Nadie lo ha oído
6.52Mb size Format: txt, pdf, ePub

El desfile de Santa Lucía en la iglesia era una de las celebraciones más importantes del año. Petra era una de las acompañantes de la Virgen. Cantaba en el coro de jóvenes de la catedral y ellos eran los encargados de realizar la procesión de Santa Lucía ese año, al igual que todos los demás, desde tiempos inmemoriales. Knutas echaba un vistazo al folleto informativo del santuario mientras esperaban a que diera comienzo la celebración. La catedral de Santa Maria se empezó a construir en el siglo XII con la recaudación de los aranceles que pagaban los barcos alemanes que arribaban al puerto de Visby. Al principio estaba pensada sólo para los comerciantes germanos, pero luego se convirtió en el templo para toda la colonia alemana y, después de la reforma, en la catedral de todos. Desde la Edad Media, el edificio no había sufrido ninguna transformación importante, y se notaba, pensaba Knutas allí sentado mientras admiraba la altura del techo, los ventanales bellamente pintados y el púlpito, probablemente importado de la ciudad germana de Lübeck en el siglo XVII.

De pronto se oyeron unas tenues voces a través de la nave y todas las miradas se volvieron hacia atrás, hacia la entrada. Las voces que entonaban la canción de Santa Lucía cobraron intensidad y la figura blanca de la santa hizo su aparición en la puerta de la catedral. Avanzó despacio vestida de blanco y con una corona de velas ciñéndole la cabeza. Detrás, en parejas, iban sus acompañantes con espumillón alrededor de la cintura y una vela en las manos, y cerraban el cortejo los niños, los cuales llevaban capirotes de papel decorados con estrellas en la cabeza.

A la luz de las velas, aquélla era una representación mágica con los niños de blanco cantando con sus voces claras. Uno de los infantes, que no tendría más de diez u once años, cantó con voz cristalina tan bello y tan alto que a Knutas se le humedecieron los ojos. En medio de un solo vibró su móvil en el bolsillo interior. Sacó el teléfono con discreción y se lo llevó a la oreja. Era difícil entender lo que le decía Karin en el otro extremo. Consiguió abrirse paso entre la gente del banco y salió agachándose hasta el atrio.

—Será mejor para ti que sea importante, estoy en la catedral en mitad de la representación de Santa Lucía en la que mi hija es acompañante.

—Han encontrado muerta a Fanny Jansson en el páramo de Lojsta.

T
ardaron casi una hora en llegar al lugar. Karin y Knutas tomaron la carretera 142 que bajaba hacia Hejde y siguieron en dirección al páramo de Lojsta. Junto al cruce que conducía hacia el bosque había una vieja casa de piedra caliza. Un rebaño de lanudas ovejas negras, que estaban apiñadas junto a la cerca, se quedó mirándolos cuando pasaron por delante.

Había un coche de la policía esperándolos para guiarlos hasta el sitio. Avanzaron dando tumbos por la pésima carretera que se adentraba en el bosque, por la que normalmente sólo transitaban tractores. Aquí el manto de nieve permanecía intacto entre los árboles y no corría el viento. El sotobosque estaba cubierto de matorrales, helechos marchitos, brezos y matas de hierbas. Por aquí y por allí relucían arándanos solitarios y abandonados como rojos puntos de luz entre los arbustos cubiertos de nieve. Al final del camino se abría un claro donde había otro coche de policía aparcado. Un poco más arriba, en lo alto de una pendiente, se veía la cinta del cordón policial. El aire era cortante y frío.

El cuerpo de Fanny yacía en una hondonada bajo unos frondosos abetos, cubierto con una gruesa capa de musgo.

Se encontraba relativamente bien conservado. La chica estaba completamente vestida; llevaba unos pantalones oscuros de montar a caballo, una cazadora corta, cerrada, y un jersey marrón de lana roto en el cuello. Su tez oscura resaltaba contra la nieve. Su melena, larga y hermosa, ondeaba en el suelo y parecía curiosamente viva flotando alrededor de la chica muerta. Sus ojos, abiertos de par en par, miraban fijamente al cielo. Cuando Knutas se acercó un poco más vio que tenía manchas rojas. Alrededor del cuello se veían oscuros moratones.

El cuerpo lo había encontrado una mujer que estaba dando un paseo a caballo y se había caído al suelo cuando éste reculó al ver a una zorra. El animal la había llevado hasta el claro. A la mujer le dolía la espalda a consecuencia de la caída, y además estaba tan conmocionada que la habían trasladado al hospital de Visby.

En el camino de vuelta a la ciudad empezó a sonar el móvil.

La tercera llamada era de Johan.

—¿Qué es lo que ha ocurrido? —Knutas reconoció inmediatamente la voz de Johan.

—Fanny Jansson ha sido hallada muerta —dijo Knutas cansado.

Karin conducía el coche, así que podía concentrarse en responder a las preguntas.

—¿Dónde?

—En una zona boscosa en el páramo de Lojsta.

—¿Cuándo?

—Esta mañana, en torno a las ocho y media.

—¿Quién la ha encontrado?

—Una mujer que estaba dando una vuelta a caballo.

—¿Ha sido asesinada?

—Sí, todo apunta a eso.

—¿Cómo?

—No puedo dar detalles.

—¿Llevaba mucho tiempo muerta?

—Eso tendrá que decirlo el forense, no puedo contestar a más preguntas. Más tarde a lo largo del día daremos una rueda de prensa.

—¿Cuándo?

—Creo que será por la tarde. Aún estás a tiempo de venir.

J
ohan y Peter aterrizaron en el aeropuerto de Visby justo después del mediodía. El viaje en taxi hasta el centro era corto.

La comisaría de policía de Visby había cambiado totalmente desde la última vez que ellos estuvieron allí. Habían pintado la antigua fachada de color azul con un revoque de tono beis. Las salas eran claras y espaciosas, y la decoración, suave, en el típico estilo nórdico a base de materiales naturales y colores discretos, azules y blancos.

La antigua sala medio cochambrosa donde antes se celebraban las ruedas de prensa no era más que un recuerdo. Ahora los condujeron a una amplia estancia ubicada en la planta baja con hileras de sillas de acero inoxidable y una tribuna enfrente. Sobre las ventanas, que daban hacia una pared monótona, colgaban unas ligeras cortinas. La prensa ya había empezado a montar sus micrófonos en la tribuna. Johan contó hasta cuatro reporteros de cadenas de la competencia.

Estaba satisfecho de que le hubieran confiado a él la tarea de informar para toda la Televisión Sueca. Nadie había manifestado la menor indecisión al respecto. Tras la admirable cobertura informativa que hizo Johan de los asesinatos del verano anterior, los redactores de las noticias nacionales no albergaban ninguna duda: Johan Berg daba la talla. A él le encantaba el hecho de que su reportaje fuera a emitirse en todos los noticiarios de la tarde. Lo embargaba una gran satisfacción por el hecho de llegar a tantas personas, de tener semejante impacto.

Se colocó delante del todo mientras Peter preparaba la cámara. Los colegas de los medios locales lo saludaron. Conocía a algunos de ellos de las ruedas de prensa del verano anterior.

Enseguida, Anders Knutas, Karin Jacobsson, Martin Kihlgård y Lars Norrby tomaron asiento en la tribuna.

—Bienvenidos —comenzó Knutas—. Soy el comisario Anders Knutas, para aquellos que no me conozcan, y dirijo la investigación.

Presentó a los demás y continuó:

—Como ya sabéis, ha aparecido el cuerpo de Fanny Jansson en un paraje boscoso e inaccesible en el páramo de Lojsta. El cuerpo ha sido descubierto alrededor de las ocho y media de la mañana por una persona que estaba paseando a caballo. Alguien ha puesto fin a su vida. Los daños que presenta no puede habérselos causado ella misma, por lo que no se trata de un suicidio como se ha venido especulando.

—¿Quiere decir que ha sido asesinada? —interrumpió un reportero de la radio local.

—Eso parece.

—¿Qué daños presentaba? —interrumpió Johan.

—No puedo entrar en esos detalles —respondió Knutas secamente.

Lanzó un leve suspiro. Pese a que aún no había empezado a decir lo que tenía pensado, ya estaban preguntando. Unas cuantas manos se agitaban en el aire. Le costaba mucho soportar esa impaciencia constante de los periodistas.

—Enseguida contestaremos a las preguntas —señaló Knutas—, pero antes me gustaría exponer algunos datos.

No faltaba más, no iba a consentir que decidieran ellos el orden de la rueda de prensa. Bajaron las manos.

—El cuerpo ha permanecido allí algunos días. Aún no sabemos con exactitud cuántos. Fanny Jansson estaba completamente vestida cuando se ha encontrado su cuerpo y no hay nada que permita pensar que haya sido víctima de abusos sexuales. El lugar está acordonado y nuestros técnicos están registrando la zona. Un médico forense se trasladará mañana hasta aquí para examinar el cuerpo, el lugar está bajo vigilancia hasta que se haya procedido al levantamiento del cadáver y la inspección técnica haya finalizado. Esto es todo lo que puedo revelar por el momento. ¿Alguno de vosotros quiere añadir algo?

Knutas preguntó a sus colegas, que negaron con la cabeza.

—Entonces se abre el turno de preguntas.

—¿Cuánto tiempo ha permanecido el cuerpo allí?

—Puede que estemos hablando de semanas, es decir, todo el tiempo que Fanny ha estado desaparecida. Pero no tenemos nada que nos permita asegurarlo y debemos esperar el informe del forense.

—¿Se ha utilizado algún arma?

—Eso no quiero comentarlo.

—¿Puedes decirnos algo de cómo se ha producido?

—No.

—¿El cuerpo presenta lesiones?

—No.

—¿Existen rastros del autor del crimen?

—Eso no puedo revelarlo para no entorpecer la investigación.

—¿Tenía Fanny Jansson alguna relación con el lugar donde ha aparecido su cadáver? —preguntó Johan.

—De momento, que yo sepa, no.

—¿Fue asesinada allí o la trasladaron posteriormente?

—Casi todo apunta a que la mataron en otro lugar y luego llevaron el cuerpo a esa zona de bosque.

—¿Qué es lo que os hace pensar eso?

—Como ya he dicho antes, no puedo desvelar nada sobre las huellas u otras pruebas halladas en el lugar —dijo Knutas aparentando tranquilidad.

—¿Cómo es posible que el cuerpo fuera encontrado por alguien que estaba paseando a caballo si se trata de una zona tan inaccesible?

—La mujer se cayó del caballo y fue éste quien se alejó hasta el claro donde yacía el cuerpo.

—¿Quién es la persona que descubrió el cadáver?

—Una mujer de la zona, no quiero decir cómo se llama.

—¿Hay testigos?

—Es posible, acabamos de iniciar los interrogatorios con la gente que vive en esa zona. Pero queremos pedirles a todos los ciudadanos que se pongan en contacto con la policía, si han visto u oído algo sospechoso en las últimas semanas, en especial si está relacionado con el lugar donde ha aparecido el cadáver. Ningún detalle es insignificante, todo es de interés para nosotros.

Knutas repitió de memoria el número de teléfono al que podían llamar para informar de lo que hubieran visto y dio por terminada la rueda de prensa.

Por la tarde Johan colaboró en directo en todas las emisiones comentando para los telespectadores las últimas noticias del caso. Peter y él cenaron tarde en el hotel y después se fueron a la cama.

Emma tampoco le había contestado esta vez cuando Johan trató de hablar con ella. Ya había pasado más de una semana desde la última vez que hablaron. Su amiga le había explicado que Emma estaba enferma y quería que la dejaran en paz. Tendría que esperar tranquilamente a que ella lo llamara.

E
speraban que el forense llegara a Gotland al día siguiente, pero por la tarde, cuando se reunieron para ver las imágenes, Sohlman pudo darles ya una primera opinión a los miembros de la Brigada de Homicidios.

—Es difícil precisar cuánto tiempo ha permanecido allí, pero el cuerpo, como podéis ver, se halla en buen estado. Eso tenemos que agradecérselo al tiempo tan frío que ha hecho. Además, el autor del crimen tapó el cadáver con musgo, de manera que tampoco lo ha tocado ningún animal. Fanny estaba vestida cuando la encontraron, pero el jersey está roto por la parte del cuello. Mañana, cuando llegue el forense, examinaremos la ropa con mayor detenimiento. Hasta entonces el cadáver debe permanecer allí. Mi opinión es que ha muerto por falta de oxígeno. ¿Veis esas pequeñas manchas rojas en el blanco de los ojos y las marcas oscuras en el cuello? Sin ser demasiado drástico, puede uno suponer que ha sido estrangulada.

»Como tiene el jersey roto es evidente que ha opuesto resistencia. Espero que el asesino haya dejado algún rastro en la ropa, restos de piel o saliva, por ejemplo. El cuerpo ha permanecido protegido por el bosque y el musgo y además estaba en una hondonada, así que es de esperar que podemos encontrar algún rastro del asesino. Le hemos raspado por debajo de las uñas. Tenía restos de piel que probablemente procedan de él. Lo hemos enviado todo al laboratorio, como hacemos siempre.

»Por lo que se refiere al lugar donde ha sido hallada, podemos asegurar que lo más probable es que primero la mataran y luego depositaran su cadáver en el bosque. No hay ningún resto de sangre o de alguna otra cosa que indique que el crimen se cometió allí. De momento no hemos podido examinar el cuerpo, pero hemos descubierto una cosa: tiene señales de cortes en las muñecas.

Sohlman mostró las imágenes de las muñecas de Fanny. Las marcas de las heridas se veían claramente en las dos.

—Aquí le ha cortado alguien, probablemente ella misma.

—Entonces intentó suicidarse —intervino Norrby.

—No —replicó Sohlman—. No estoy tan seguro de ello. Yo creo más bien que era una de esas chicas que se cortan. No es un caso tan raro entre las adolescentes que se sienten deprimidas. De hecho, tiene marcas de cortes en otros sitios, detrás de las orejas por ejemplo. Las heridas son superficiales, por lo que no puede hablarse de auténticos intentos de suicidio. Es posible que tenga más cicatrices escondidas debajo de la ropa.

—¿Entonces, por qué hacía eso? —preguntó Wittberg.

—Las chicas que se cortan lo hacen porque no pueden controlar su angustia —explicó Karin—. Al cortarse todo su desasosiego se concentra en un punto y pueden llegar a experimentar el dolor y la sangre como una liberación. Es algo concreto que pueden manejar. Justo en el momento en que se lesionan de esa manera desaparece cualquier otra preocupación que tengan y la atención se centra en la parte del cuerpo donde se hayan cortado.

Other books

Peach Cobbler Murder by Fluke, Joanne
Ride the Thunder by Janet Dailey
KALYUG by R. SREERAM
Renegade by Souders, J.A.
Doctor Who: Shining Darkness by Michalowski, Mark
One More Kiss by Mary Blayney
Lucky Dog by Carr, Lauren
DC Affairs by Selene Chardou