Memoria del fuego II (22 page)

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Authors: Eduardo Galeano

Tags: #Histórico, Relato

BOOK: Memoria del fuego II
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El general Houston celebra su triunfo consagrándose presidente de Texas.

La Constitución de Texas asegura al amo derecho perpetuo sobre sus esclavos, por tratarse de propiedades legítimamente adquiridas.
Extender el área de la libertad,
había sido el lema de las tropas victoriosas.

1836 - El Álamo
Retratos del héroe de frontera

Al despuntar la guerra de Texas, cuando la suerte sonreía todavía a las tropas mexicanas, el coronel Davy Crockett cayó atravesado por las bayonetas. Cayó en el fortín de El Álamo, junto a su banda de heroicos forajidos, y los zopilotes le terminaron la historia.

Los Estados Unidos, que engordan comiendo tierra de indios y mexicanos, han perdido a uno de sus héroes del Oeste. Davy Crockett tenía una escopeta llamada Betsy que mataba cinco osos por bala.

Crockett bien podría haber sido hijo de Daniel Boone, el legendario pionero del siglo anterior, matador muy macho y solo, que odiaba la civilización pero se ganaba la vida metiendo colonos en las tierras robadas a sus amigos indios. Y bien podría haber sido padre de Natty Bumppo, un personaje de novela tan famoso que ya parece de carne y hueso.

Desde que Fenimore Cooper publicó
El último de los mohicanos
, Natty Bumppo, el noble y rudo cazador, se ha incorporado a la vida cotidiana de los Estados Unidos. La naturaleza le ha enseñado todo lo que sabe de moral y su energía viene de las montañas y los bosques. Es feo, un solo diente en la boca enorme, pero sin esperar nada a cambio protege a las bellas vírgenes blancas, que gracias a él atraviesan invictas la floresta y el deseo. Natty Bumppo elogia el silencio con muchas palabras y no miente cuando dice que no teme a la muerte, ni cuando admira a los indios mientras los mata con melancolía.

(149 y 218)

1836 - Hartford
El Colt

Samuel Colt, ingeniero, registra en Hartford, Connecticut, la patente de la
revolving pistol
que ha inventado. Se trata de una pistola de tambor giratorio, de cinco tiros, que mata cinco veces en veinte segundos.

Desde Texas llega el primer pedido.

(305)

1837 - Ciudad de Guatemala
Morazán

Estalla una tormenta de sotanas. Rafael Carrera es el relámpago que mete miedo y por toda Guatemala retumban los truenos:

—¡Viva la religión! ¡Mueran los extranjeros! ¡Muera Morazán!

No queda cirio sin encender. Tan de prisa rezan las monjas que en nueve segundos despachan nueve novenas. Los coros entonan la salve y maldicen a Morazán con el mismo fervor.

Francisco Morazán, presidente de Centroamérica, es el
extranjero hereje
que ha desatado las furias místicas. Morazán, nacido en Honduras, no solamente ha unificado a las provincias centroamericanas en una sola nación. Además, ha reducido a la categoría de meros ciudadanos a los condes y a los marqueses y ha creado escuelas públicas que enseñan cosas de la tierra y nada dicen del Cielo. Según sus leyes, ya no se necesita cruz para la tumba ni cura para la boda; y nada distingue al niño concebido en lecho conyugal del niño hecho, sin contrato previo, sobre paja de establo, que tanto hereda el uno como el otro. Y lo más grave: Morazán ha separado a la Iglesia del Estado, ha decretado la libertad de creer o no creer, ha suprimido los diezmos y las primicias de los funcionarios del Señor y ha puesto en venta sus tierras.

Denuncian los frailes que Morazán tiene la culpa de la peste que está asolando a Guatemala. El cólera viene matando y desde el pulpito llueven las acusaciones fulminantes: Morazán ha envenenado las aguas, el Anticristo ha pactado con el Diablo para venderle las almas de los muertos.

Los pueblos de las montañas se sublevan contra el envenenador. Rafael Carrera, el criador de cerdos que acaudilla la insurrección, tiene poco más de veinte años y ya lleva tres balas en el cuerpo. Anda cubierto de escapularios y medallitas y una rama verde le atraviesa el sombrero.

(220 y 253)

1838 - Buenos Aires
Rosas

Gran domador de potros y de hombres, Juan Manuel de Rosas es el caudillo de los campos rioplatenses. Guitarrero y bailarín, sabe contar las historias que más susto o risa provocan en los fogones; pero está hecho de mármol y hasta sus hijos lo llaman
patrón
. Manda presa a la cocinera que le arruina el pollo; y él mismo se hace azotar cuando por descuido viola alguna de las normas por él dictadas.

Sus estancias son las más prósperas; sus saladeros, los mejor organizados. Rosas posee lo mejor del mar de pasto que se extiende entre el puerto de Buenos Aires y las tolderías de los indios.

Rosas gobierna. Ha dictado una ley de aduanas que protege la producción argentina de ponchos y jergones, zapatos, carruajes, barcos, vinos y muebles, y ha cerrado los ríos interiores a los mercaderes extranjeros.

La «Revue des Deux Mondes» exige que Francia propine una lección de civilización y disciplina
a los degenerados hijos de la conquista española.
La escuadra francesa, al mando del almirante Leblanc, inicia el bloqueo de Buenos Aires, único puerto argentino habilitado para el comercio de ultramar.

(166, 271 y 336)

«El matadero»

Esteban Echeverría escribe el primer cuento de la literatura rioplatense. En «El matadero», la dictadura de Rosas es el acoso de una turba de cuchilleros contra un indefenso doctor de Buenos Aires.

Nacido en suburbios y crecido en la bronca, pero pulido en París, Echeverría desprecia a
la chusma
. Un matadero del sur de la ciudad ofrece el mejor escenario para que el escritor describa a los perros disputando tripas con las negras achureras y para que cuente cómo brotan las puteadas, a borbotones, de boca del vulgo, igual que brota la sangre del cuello de las bestias. El degollador del cuento usa chiripá de gaucho, tiene el rostro embadurnado de sangre y hunde el puñal hasta el mango en la garganta de la res; y después acorrala al ilustrado caballero de frac que se ha negado a rendirle pleitesía.

(104)

Algo más sobre el canibalismo en América

En su última carga de caballería, el coronel Juan Ramón Estomba lanza a sus jinetes contra nadie. La guerra contra España ha terminado, pero mucho más atroz está siendo la guerra de argentinos contra argentinos; y el coronel Estomba alza el sable y aúlla:
¡A la carga!
y en tromba de alaridos y sablazos arremeten los caballos contra el horizonte vacío.

Esta patria desgarrada está loca de furia. Se devoran entre sí los héroes de la independencia. Estanislao López recibió la cabeza de Pancho Ramírez, envuelta en cuero de carnero, y la puso en jaula de hierro y toda una noche se regocijó contemplándola. Gregorio Lamadrid cargó de cadenas y arrastró por las calles a la madre de Facundo Quiroga, antes de que Facundo cayera en emboscada con una bala en un ojo. En un corral, sobre mierda de vacas, Juan Lavalle fusiló a Manuel Dorrego; y desde entonces el fantasma de Dorrego viene persiguiendo a Lavalle y le muerde los talones hasta que lo atrape y lo cosa a tiros al cuerpo desnudo de su amante, para que Lavalle tenga la suerte de morir dentro de mujer.

(55, 103 y 110)

1838 - Tegucigalpa
Centroamérica se parte en pedazos

mientras Morazán pelea en Guatemala contra la multitud enardecida por los monjes.

Uno tras otro, van estallando los débiles hilos que habían cosido a las comarcas de esta patria. Costa Rica y Nicaragua rompen el pacto federal y también Honduras se declara independiente. La ciudad de Tegucigalpa celebra, con bombos y platillos y discursos, el fracaso del hijo suyo que desde aquí lanzó, hace diez años, la gran campaña unificadora. Los rencores provincianos, envidias y codicias, viejos venenos, pueden más que la pasión de Morazán. La República Federal de Centroamérica yace descuartizada en cuatro pedazos. Pronto serán cinco, y luego seis. Pobres pedazos. Se tienen más odio que lástima.

(220)

1839 - Copán
Por cincuenta dólares se vende una ciudad sagrada

y la compra John Lloyd Stephens, embajador de los Estados Unidos en América Central. Es la ciudad maya de Copán, en Honduras, invadida por la selva a la orilla de un río.

En Copán se han hecho piedra los dioses, y piedra los hombres que los dioses eligieron o castigaron. En Copán habían vivido, hace más de mil años, los sabios astrónomos que descubrieron los secretos del lucero del alba y midieron el año solar con precisión jamás alcanzada.

El tiempo ha mutilado, pero no ha vencido, los templos de bellos frisos y escalinatas labradas. Las divinidades se asoman todavía en los altares, jugando a las escondidas entre el plumaje de las máscaras. El jaguar y la serpiente abren todavía sus fauces en las estelas alzadas en la maleza, y hombres y dioses respiran desde estas piedras calladas, jamás mudas.
(133)

1839 - La Habana
Habla el tambor, dicen los cuerpos

El capitán general de Cuba decide autorizar los bailes de tambores en las plantaciones, siempre que sean en días de fiesta y bajo vigilancia de los mayorales.

Los mayorales se encargarán de evitar que los tambores transmitan voces de rebelión. Tambor negro, tambor vivo, no toca solo. Conversa el tambor con otros tambores, llama el tambor macho, ama el tambor hembra, y peligrosamente conversa con las gentes y los dioses. Cuando los llama el tambor, los dioses acuden y entran en los cuerpos y desde ellos vuelan.

En muy antiguos tiempos, el alacrán Akeké mató el aburrimiento clavando su aguijón en una pareja humana. Desde entonces, los negros salen bailando del vientre de la madre, bailando dicen el amor o el dolor o la furia y bailando atraviesan la vida feroz.

(22, 222 y 241)

Avisos de prensa

1839 - Valparaíso
El alumbrero

Cuesta arriba, en el barrio La Rinconada del puerto chileno de Valparaíso, al frente de una casa cualquiera hay un cartel:

Adentro, humo de cocina y alboroto de chiquilines. Aquí vive Simón Rodríguez. El maestro de Bolívar tiene en su casa una escuela y una fabriquita. Él enseña a los niños la alegría de crear. Haciendo velas y jabones, paga los gastos.

(298)

1839 - Veracruz
«Dame por Dios un marido, sea viejo, manco o tullido»

El embajador de España pisa tierra mexicana por primera vez. No encuentra en Veracruz más pájaros que los zopilotes al acecho de los muertos. Del brazo de su mujer, sale a pasear las tristes calles, por ir averiguando las costumbres del país.

En una iglesia, el embajador encuentra un santo aporreado. A pedradas piden milagro las solteras. Por esperanza disparan piedras las jóvenes, creyendo que la mejor puntería les dará el mejor marido; y por venganza las marchitas, que ya no esperan de san Antonio de Padua marido ni consuelo y lo acribillan vociferándole insultos. Bien reventado lo tienen al pobre san Antonio, la cara deshecha, muñones por brazos y puro agujero el pecho. Al pie, le dejan flores.

(57)

1840 - Ciudad de México
Mascarada

Los modistos y peluqueros franceses de la ciudad de México andan corriendo sin parar, de casa en casa, de dama en dama. En el gran baile a beneficio de los pobres, ¿quién será la más elegante? ¿Qué belleza prevalecerá?

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