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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (27 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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El siguiente paso para crear un reacción fiable a su llamada son los ejercicios de escondite. Ocúltese detrás de un árbol o túmbese en la hierba, llámelo y entonces celébrelo con alegría cuando él lo encuentre.

Incluso con esta buena base algunos perros siguen cayendo en la tentación de correr a explorar por ahí. Los perros de refugio a los que se ha adoptado ya adultos tienen la costumbre de confiar en sí mismos y hay que recondicionarlos para que entiendan que volver a usted es algo importante y placentero.

Como nos dice Martin Deeley: «La fórmula más obvia para hacer que un perro vuelva a usted es la recompensa con una chuchería u otro premio. Ponga siempre al cachorro en una situación en que no pueda hacer nada malo. Una cuerda larga o correa es un apoyo muy útil para garantizarle el control. Una vez que se la haya puesto, aléjese en principio y llámelo con una voz alegre y tranquila. Yo uso “aquí” y despierto su curiosidad agachándome un poco, poniéndome casi en cuchillas o apoyándome en una sola rodilla (sin inclinarme) y sonriendo.

»Cuando se acerque, dele un trocito de alguna chuchería que le guste. Siga caminando. Aléjese otra vez y vuelva a llamarlo y a recompensarlo. Haga de esto un juego, algo divertido. Empiece a pasear llevándolo sujeto con la larga correa. Deje que se aleje, y cuando no mire cambie de dirección, de manera que sea usted quien se aleja de él. Al tiempo llámelo una vez más, despierte su interés y ofrézcale la chuchería. Si no responde al principio, normalmente en el momento en que usted se aleje y él note la correa sí querrá seguirlo».

Como nos ha mostrado Ian Dunbar, cuando se usan chucherías para atraer es importante eliminarlas de forma gradual del adiestramiento lo antes posible. Hay que evitar que la comida sea la única razón por la que el perro se le acerca. En cuanto reaccione bien habitualmente, empiece a darle el premio a intervalos arbitrarios. El fin es ir reduciendo las veces que se le da la chuchería hasta dejar de hacerlo del todo. Así vendrá encantado incluso cuando no se le ofrezca comida alguna. Además a algunos perros, como a Junior, no les motivan las chucherías.

Martin nos cuenta: «En el caso de algunos perros veremos que el deseo de volver a nosotros está relacionado con otras recompensas que no son la comida. Cobrar algo que le hemos lanzado o darle un juguete son dos ejemplos de situaciones en que el perro disfruta del juego más que otra cosa y asocia estar con usted con que esas cosas sucedan. En esos casos acude de buen grado a estar con usted».

Si usa un juguete para morder o una pelota, enséñele a su perro a soltarlos en su mano cuando se lo pida. Usted empieza el juego y usted lo acaba. Eso es lo que hacen los líderes. A medida que el perro aprende, deje que se aleje más, suelte correa y entonces llámelo. Es importante porque un perro que acude tras alejarse cinco metros no siempre regresará tras alejarse diez. Una vez que haya fijado ese comportamiento en una situación de adiestramiento segura, sin peligros, puede empezar a introducir cosas que lo distraigan a cierta distancia, como otros perros o gente que pasa, coches, gatos o lo que sea que pueda interesarle de su entorno. La correa lo ayudará a frenarlo para que no haga lo incorrecto y a guiarlo para que haga lo correcto.

Como nos recuerda Martin: «Puede que de vez en cuando tenga que darle un toque con la correa para recuperar su atención y asegurarse de que lo sigue en lugar de ceder a la tentación que sea. Cuando lo haga, debe ser siempre con suavidad. Se trata de un giro rápido de muñeca o un tironcito a la altura de los hombros y el cuello del perro. En algunos casos basta con pisar la correa para que no pueda alejarse. Anímelo a venir hacia usted y felicítelo cuando lo haya hecho. Lea las acciones de su perro. Entonces podemos empezar a reducir el control con la correa dejando que la arrastre por el suelo. Tras esto sustituyamos la correa por otra más ligera. Una vez que haya conseguido eso, cuando esté en una zona segura, reduzca la correa hasta llegar a quitársela del todo. Entrene entonces a su perro para que acuda cuando lo llame, ya sin usar ni correa ni premio alguno».

Si está de acuerdo con la opinión de Ian Dunbar de que una correa es como una muleta y a menudo se convierte en una costumbre de la que después es difícil prescindir, puede adoptar su fórmula para practicar la llamada: pruebe primero en un área pequeña, como el cuarto de baño, después la cocina, luego el salón, a continuación el jardín… hasta que el perro responda al menos el 95 por ciento de las veces que lo llame. Con este método su voz y su vínculo con el perro se habrán convertido en una correa invisible.

Que venga en cuanto se lo llama: el método del
clicker

Usar un
clicker
es otra forma de enseñarles a obedecer a la llamada sin usar la correa. Pedí a Kirk Turner que esbozara un método para enseñar a obedecer a la llamada con el
clicker
. Nos explica cómo: «Ahora estoy trabajando con Sparky, el dachshund, y yo sé que le motiva la cecina de pato. Entonces digo su nombre y me mira. Hago
click
y le doy su premio. En ese momento hay que alejarse y no hacerle caso. De hecho trato de evitarle. Él se esfuerza por llamar mi atención pero yo espero hasta que esté distraído con otra cosa y entonces digo “¡Sparky!”. Me mira y viene corriendo. Cuando está a medio camino, hago sonar el
clicker
, que tengo escondido a la espalda, y le doy un capricho cuando llega hasta mí. También lo felicito expresivamente. Repito el proceso varias veces antes de usar la palabra “ven”. Cuando estoy seguro de que de todos modos va a venir, empiezo a pronunciar la palabra cada vez. También empezaré a usar el
clicker
de forma aleatoria, sólo cuando esté a medio camino, y variaré la cantidad de caprichos que le doy y la cantidad de tiempo que lo elogio. Según pasa el tiempo lo llevaré a entornos en que sea más probable que se distraiga y repetiré el proceso. Puede que desde el principio si veo que se distrae demasiado».

Todas estas técnicas son estupendos puntos de partida para asegurarse de que su perro viene cuando se lo llama. El resumen, sin embargo, es que su perro debe confiar en usted, querer estar con usted y respetar su liderazgo en todo entorno y situación. Con un cachorro esto es pan comido. Con ciertos perros rescatados puede que le hagan falta tiempo y paciencia. Pero la paciencia es clave. A ningún perro le atraen las vibraciones de enfado, frustración o impaciencia. Si le cuesta mucho que su perro venga, fíjese en su propia actitud. ¿Está ofreciendo al perro algo maravilloso a lo que acercarse? Depende de usted no sólo establecer el liderazgo en casa, sino el ser lo mejor de la vida de su perro, donde quiera que vayan juntos.

Sentarse

Todos los perros saben sentarse y es obvio que lo hacen constantemente por su cuenta. Enseñarles la orden de que se sienten es cuestión de capturar ese acto y asociarlo a una palabra. Esto debería venir casi solo, pero hay a quienes les cuesta establecer la asociación de la orden con el acto en el momento justo.

Martin nos dice: «Con demasiada frecuencia a los cachorros se les dice que se sienten cuando están haciendo alguna travesura y sus dueños, enfadados, les dan la orden a gritos para que paren. Por desgracia “sentado” se convierte entonces en una palabra ligada a un correctivo».

Lo que buscamos es que el perro asocie positivamente este comportamiento. Hay muchas formas de enseñarles a obedecer la orden de «sentado». Recuerde que cuando empieza a enseñar un comportamiento al perro ha de elegir lecciones cortas y fáciles y ha de trabajar en un entorno en que se vayan a distraer lo mínimo posible.

Sentarse: la forma natural

Como señala Bob Bailey, la forma más fácil de decir a un animal cómo queremos que se comporte es, simplemente, capturar ese comportamiento cuando el animal lo muestra de forma espontánea y recompensarlo. Eso lleva paciencia, pero yo creo que es el método de adiestramiento que más se acerca a cómo aprenderían los perros unos de otros en estado natural. Los animales aprenden por ensayo y error, pero, cuando se trata de sobrevivir en la naturaleza, no hay mucho margen para el error. Puede aprovechar este método natural para buscar oportunidades de enseñarles a obedecer muchas órdenes.

El perro se sentará por iniciativa propia muchas veces al día. En ocasiones, si lleva ya la correa puesta y usted se queda parado y esperando junto a la puerta, se sentará tras un rato. Cuando lo vea iniciar el movimiento de sentarse, diga «sentado». Hágalo con tranquilidad, con una voz no forzada y con una sonrisa. Transmítale todo su orgullo y su cariño, prémielo o felicítelo inmediatamente después y se sorprenderá de lo rápido que aprende a entender muchas órdenes a raíz de haber hecho esos movimientos de manera espontánea. Yo me doy cuenta de que estoy enseñando a los perros de mi manada todo el tiempo animándolos con mi alegría cuando muestran un buen comportamiento o mostrando mi desagrado por su mal comportamiento con un chasquido de la lengua. Un perro ha nacido para aprender y está programado para aprender de nosotros. Cuando usamos el método de la madre naturaleza para comunicarnos con él es sorprendente lo fácil y divertido que puede resultar enseñarles la obediencia básica a nuestras órdenes.

Sentarse: la hora de la comida como motivación

En el caso de los cachorros la hora de la comida nos da una fantástica oportunidad para hacerles comprender la palabra «sentado» sin tener que hacer mucho esfuerzo y con recompensa incluida. Primero prepare la comida y lleve al cachorro a donde va a dársela.

Al principio puede dejar que la olfatee, pero luego apártela de él y espere. Puede que salte para alcanzarla y probablemente salte encima de usted. Si es así, muéstrele desacuerdo con su actitud y su lenguaje corporal y retírese lentamente hacia atrás o hacia un lado y espere.

Recuerde que su paciencia de ahora le brindará un perro bien educado para toda la vida.

Tras un rato el cachorro quizá trate de averiguar qué tiene que hacer para que le dé la comida. Le ofrecerá esa mirada de intriga y se sentará en el suelo. En ese preciso instante póngale delante la comida.

Martin dice: «Tras hacer esto una o dos veces he descubierto que en cuanto entro con la comida en la mano y espero, el cachorro se sienta automáticamente».

Una vez que usted empiece a dar pie a que haga el movimiento de sentarse con el ritual de la comida no tiene más que añadir la palabra «sentado» para que él la oiga en el instante exacto antes de sentarse. De esa forma se convierte en una indicación, en un pie.

Felicitarlo puede ser un refuerzo secundario. No lo alabe demasiado y mostrando emoción pero deje notar su orgullo y dígale tranquilamente «bien». Así el cachorro habrá aprendido la orden por asociación y, lo que es probablemente igual de importante, a partir de un comportamiento que ha iniciado él mismo.

Sentarse: dar chucherías como cebo

Escoja algo que a su perro le guste mucho. Por norma yo dejo para el final las mejores chucherías, por si empieza a perder interés en la sesión de adiestramiento y hay que remotivarlo. Me gusta dejar aparte un poco de pollo o un perrito caliente por si acaso su nivel de atención empieza a descender. Para el principio de la sesión o para sesiones cortas el pienso o las chucherías concebidas especialmente para el adiestramiento van bien.

Martin Deeley dice: «Yo prefiero usar el pienso que mi perro suele cenar y reducir la cantidad que le doy por la noche, si ya he usado ese pienso para adiestrarlo».

Obviamente usar chucherías para adiestrarles en algún comportamiento no funcionará igual si el perro acaba de comer bien que si está entre comidas. Algunos adiestradores profesionales como Mark Harden usan la ración diaria de comida del perro como todo alimento en los días de adiestramiento. Es decir, que el perro literalmente tiene que trabajar para comer.

Puede enseñarle esta técnica con la correa puesta o sin ella. Sujete entre dos dedos y el pulgar alguna comida de capricho. Deje que el perro la olfatee para que sea consciente de que la tiene ahí y recuerde mi regla: primero la nariz, después los ojos y luego los oídos. Cuando interesa a su perro en algo por medio del olfato está apelando a la parte más importante de su cerebro. A continuación, mientras la olfatea y se va interesando, alce poco a poco la comida por encima de su nariz y muévala lentamente en dirección a su nuca. La idea es que el cachorro levante la cabeza, eche atrás los hombros y baje los cuartos traseros de forma automática hacia el suelo.

Vaya subiendo la chuchería despacio de manera que el perro la siga con la nariz. Si salta, aparte la mano. La vez siguiente mantenga algo más cerca de su hocico la mano con la que sujeta la chuchería. En el momento en que empiece a seguirla con la nariz y los ojos y los cuartos traseros empiecen a bajar, diga «sentado» despacio y con tranquilidad.

Martin insiste: «No fuerce la voz. Hay que evitar distraerle, asustarle o preocuparte».

Recuerde una de mis más importantes reglas para adiestrar a un perro: no lo sobreexcite o se perderá alguna lección con tanta agitación. Como vimos en mi sesión con los Dunbar, el movimiento de manos y cuerpo también le dan una indicación visual que se suma al «sentado» que usted pronuncia. En el futuro, cuando levante la mano de ese modo ante él, le estará dando la señal para que se siente.

Ian Dunbar nos dice: «Los perros no están hechos para comunicarse aprendiendo a entender palabras. Los perros están acostumbrados a observar a las personas. Y son tan buenos leyendo el lenguaje no verbal que captan completamente la intención de un gesto de la mano. La mayoría no es consciente de cuál es su lenguaje no verbal cuando está dando una orden y entonces se frustra cuando el perro responde a lo que el lenguaje corporal le comunica y no a lo que la orden verbal expresa».

Por tanto, asegúrese de que su lenguaje corporal y sus palabras están perfectamente coordinados para que al perro no le lleguen mensajes contradictorios. A diferencia de muchos otros adiestradores, yo prefiero el silencio a las órdenes para comunicarme con mis perros. Para mí el adiestramiento se basa normalmente en sonidos pero se accede mejor a la psicología canina con silencio y unos sonidos sencillos y básicos. Una vez que mis perros han aprendido mediante mi lenguaje corporal y los gestos que hago con las manos, añado las órdenes verbales si hace falta. Si el animal está al otro extremo de un campo o de espaldas a usted, es muy probable que sea preferible que éste sea capaz de obedecer a una gama de órdenes expresadas en palabras. Como aprendimos en mi sesión con Ian Dunbar, el idioma en que se dicen las palabras no importa. Lo que cuenta es la asociación de la palabra con el comportamiento que se le pide, así como la fiabilidad con la que el perro sigue sus órdenes. Cualquiera que sea el método que escoja para enseñarlo a sentarse, practíquelo en tantos entornos y situaciones como pueda para que él sepa lo que la palabra significa esté donde esté.

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