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Authors: Alberto Villoldo
Tags: #Autoayuda, Filosofía, Esoterismo
Cuando uno muere, el CEL atraviesa este estrecho túnel y regresa al mundo de los espíritus, como un dónut que cruza su propio agujero. Éste es el oscuro pasadizo que las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte afirman haber traspasado. Podemos aprender a acceder a los niveles más elevados de la percepción al trabajar con nuestro CEL y sus estructuras: los chakras y el punto de encaje.
Nuestro cuerpo tiene nueve chakras, o centros de energía, alineados a lo largo de la columna vertebral. Mientras las tradiciones orientales reconocen siete, los laikas admiten un octavo chakra, que es como un sol radiante situado sobre la cabeza, fuera del cuerpo físico pero dentro del CEL. (En Occidente, a este octavo chakra lo llamamos «el alma».) El noveno se halla por encima del octavo, situado fuera del tiempo en el centro del cosmos, y conectándonos con la totalidad de la vida. El noveno chakra es el Espíritu.
Cada chakra es un vórtice de luz giratoria que se extiende algunos centímetros hacia fuera de tu cuerpo, que gira en el sentido de las agujas del reloj, y que está conectado con nuestra columna y nuestras glándulas endocrinas. Nuestros chakras afectan directamente a nuestra neurofisiología al descargar información proveniente del CEL en nuestro sistema nervioso central. Como también están conectados con nuestras glándulas, afectan a nuestros niveles hormonales, influenciando nuestros estados de ánimo, nuestro peso, nuestra química sanguínea y nuestro sistema inmunológico.
Los chakras son puertas de acceso a través de las cuales tu cerebro y tu sistema nervioso pueden interactuar con los cuatro niveles de la creación manifiesta. A través del primer chakra, accedes al nivel de la serpiente —las densas energías físicas y biológicas—. El segundo te permite alcanzar el nivel del jaguar —emociones como la ira y el miedo, así como los más refinados sentimientos de amor y compasión—. El sexto te habilita para lograr el nivel del colibrí —las energías divinas que se encuentran en los lugares sagrados o a las que se puede acceder mediante la meditación, la oración y las experiencias místicas—. El noveno te permite llegar al nivel del águila —la fuente indefinible de toda la creación, donde puedes soñar un mundo y hacerlo realidad.
Veamos brevemente cada uno de estos centros de energía.
Para seguir las prácticas de las cuatro revelaciones, es importante comenzar por limpiar la energía negativa o «desechos psíquicos» que obstruyen nuestros chakras, para que así dejemos de proyectar nuestros yoes heridos sobre el mundo y confundamos esto con la realidad. Esto es importante para todos los chakras, pero sobre todo para el primero, donde está localizada la percepción de la serpiente; para el segundo, donde vive el jaguar, y para el sexto, el mítico tercer ojo, donde reside el colibrí. Limpiar tus centros de energía hará que éstos puedan proporcionar nuevas informaciones a tu cuerpo y a tu sistema nervioso. Y a medida que limpies los primeros siete chakras, el octavo se irá purificando gradualmente, borrando las huellas de karma, trauma y enfermedad que te impulsan de una vida a la siguiente. (El noveno chakra nunca puede obstruirse, ya que es el propio Espíritu.)
Desbloquear los chakras es como limpiar las lentes de la percepción que te permiten ver los cuatro niveles de la creación e interactuar con ellos. Cuando tus chakras están obstruidos, permaneces atrapado en el mundo físico y mental, las dimensiones más elementales de la experiencia. En el siguiente ejercicio, aprenderás a limpiar los desechos psíquicos que se han depositado en tus centros de energía.
EJERCICIO: DESBLOQUEAR LOS CHAKRAS
Busca un sitio tranquilo. (Recomiendo hacer este ejercicio mientras uno está cómodamente echado en su cama.) Cierra los ojos y respira profunda y concentradamente algunas veces. Deja que tus pensamientos floten frente a ti, sin prestarles atención, mientras continúas inspirando y espirando.
Junta las manos en posición de plegaria sobre el pecho, con las puntas de los dedos tocándose entre sí. Inspira profundamente… y espira. Inspira… y espira. Respira intensamente varias veces.
Separa las manos, agítalas vigorosamente y luego vuelve a colocarlas en posición de plegaria. Siente la energía que corre entre las puntas de tus dedos —luego desune las manos muy lentamente, manteniendo esta sensación—. Con los ojos cerrados, intenta ver si puedes percibir los hilos de luz entre las puntas de tus dedos, creando una sensación de cosquilleo o de calor.
Pasa la mano derecha por tu primer chakra, por su amplia boca a cinco centímetros de tu piel. Siente su energía girando en el sentido de las agujas del reloj. (Algunas personas dicen que se siente como si fuera algodón de azúcar; otros lo experimentan como un leve cosquilleo.) Ahora comienza a «desenrollar» este chakra girando diez veces las manos en el sentido contrario a las agujas del reloj, imaginando que tu cuerpo es la esfera del reloj y que tus dedos son las manecillas. Explora el interior de este túnel de luz con las puntas de los dedos, sintiendo su energía y percibiendo si es frío o caliente, cosquilleante, o pegajoso. Siente el flujo de energía tóxica que surge de tu chakra hacia la tierra a medida que lo «limpias». Ahora haz que tu primer centro de energía retome su dirección normal de giro haciendo que tu mano dé diez vueltas en el sentido de las agujas del reloj.
Como cada chakra está asociado a determinados sentimientos, cuando los desbloquees es posible que notes que ciertas emociones o recuerdos surgen espontáneamente. Deja que estas sensaciones fluyan a través de ti
sin analizarlas
. Estás realizando este trabajo desde el nivel del águila, de modo que no te distraigas con historias psicológicas o con explicaciones para estos sentimientos. Por ejemplo, el segundo chakra controla la respuesta de lucha o huida, y cuando lo desbloqueas, es posible que recuerdes la última vez que te sentiste asustado o estuviste en peligro, o puede que vuelvas a experimentar estos sentimientos. Si esto ocurre, deja que las sensaciones fluyan a través de ti como una suave brisa. Desaparecerán por sí solas después de que hayas hecho algunas respiraciones lentas y profundas. (Por favor, ten en cuenta que es posible que no tengas ninguna sensación mientras realizas este ejercicio. Si es así, no te preocupes: el ejercicio es eficaz y poderoso aunque no sientas nada.)
Repite esta acción de «desenrollamiento» con cada uno de los siete chakras para limpiarlos de cualquier desecho psíquico, y no olvides luego volver a enrollarlos. Ahora imagina que estás flotando varios centímetros por encima de tu cuerpo físico. Después de algunos minutos, cruza las manos sobre el pecho y haz tres respiraciones profundas. Vuelve a tomar plena posesión de tu cuerpo. Agita las manos vigorosamente y estrújalas una contra la otra. Frótate el rostro con ellas y abre los ojos.
A este centro lo llamamos chakra a falta de un nombre mejor. En realidad, se trata de la sede del Espíritu, que se encuentra en todas partes, en la creación manifiesta y no manifiesta.
EL PUNTO DE ENCAJE
El punto de encaje es una estructura energética dentro del CEL donde decodificamos todas nuestras experiencias suprasensoriales, desde el
déjà vu
y la precognición hasta el éxtasis y el amor, desde las corazonadas sobre alguien o algo hasta el hecho de saber que el teléfono va a sonar justo antes de que lo haga. Es el equivalente luminoso de nuestro cerebro físico (y de aproximadamente el mismo tamaño, pero con forma de esfera), y es aquí donde absorbemos la información que nuestros sentidos ordinarios no pueden captar. Así pues, mientras que nuestra mano puede detectar el tacto de la persona amada pero no sentir el amor transmitido por ese contacto, el punto de encaje
puede
interpretar el significado de ese roce, y construye una imagen interna de nuestra realidad psicológica y espiritual.
Para comprender cómo funciona nuestro punto de encaje, podemos compararlo a la manera en que procesamos la información visual. Los ojos reciben fotones de luz proyectados por el mar y la arena. Estos impulsos eléctricos viajan a través del nervio óptico hasta el córtex visual en el cerebro, que crea una imagen en nuestra cabeza. A esta imagen la llamamos «playa» y la proyectamos sobre el paisaje externo, pero toda la visión se produce realmente dentro del cerebro.
De modo similar, nuestro punto de encaje decodifica la información recibida a través de nuestros chakras y «lee» el mundo de energía y emociones que nos rodea. A esta imagen la llamamos «realidad» y la proyectamos sobre nuestro entorno y sobre la gente que entra en contacto con nosotros. Pero los laikas comprenden que toda la realidad sólo existe dentro de nosotros.
El punto de encaje está situado dentro del CEL (su localización exacta varía de persona a persona) —al igual que existen centros en el cerebro que procesan la información proveniente de nuestros sentidos, este torus del tamaño de un pomelo procesa la información psíquica y emocional—. En nuestro punto de encaje tenemos filtros para nuestra realidad que están basados en nuestra cultura, género, edad, etcétera. En Occidente, por ejemplo, vemos el color rojo y pensamos
¡peligro!, ¡cuidado!
o
excitación
y
rebeldía
, y nos ponemos más alertas. Sin embargo, en Oriente es percibido como un color de suerte que trae alegría y felicidad.