Authors: Alfredo Grimaldos
En 1979, la estación de la CIA en Madrid sufre un inesperado descalabro. Los nombres de gran parte de sus agentes salen a la luz gracias a un informe elaborado por
Cover Action
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publicación editada en Washington que incluye entre los miembros de su equipo de redactores a los antiguos funcionarios de la Agencia Philip Agee, James Wilcott y Elsie Wilcott.
La embajada de Estados Unidos en Madrid, situada en la calle de Serrano, 75, alberga un numeroso equipo de diplomáticos, ayudantes, empleados y otros funcionarios del Departamento de Estado. Entre ellos se enmascaran otros ciudadanos norteamericanos cuyas funciones tienen poco que ver con las legítimas actividades de los miembros del Cuerpo Diplomático. Todas las publicaciones oficiales, tanto del Gobierno norteamericano como del español, los catalogan como empleados del Departamento de Estado, con sus correspondientes cargos diplomáticos o con la categoría de agregados militares. Son, sin embargo, miembros de la CIA y de la NSA (National Security Agency) encargados del «trabajo sucio» en España.
Su máximo responsable es Néstor D. Sánchez, jefe de la estación de la CIA en Madrid, que coordina sus operaciones desde la oficina 705 de la embajada norteamericana. Se hace pasar por primer secretario y cónsul. «En España, como en cualquier otro lugar del mundo donde la CIA planta sus operadores clandestinos, los métodos de encubrimiento son bastante típicos. "Encubrimiento" indica las diversas ficciones que se crean para ocultar la identidad real de los espías a los ciudadanos, a las autoridades locales e incluso a la mayorparte de los funcionarios norteamericanos», señala el informe de
Cover Action
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