Ambos son una enorme atracción turística en la actualidad, pero aunque el palacio de Topkapi sea con diferencia el mejor reflejo de la auténtica cultura real otomana, visualmente resulta mucho más impactante el de Dolmabahçe, una edificación más tardía del siglo XIX. Arquitectónicamente es un tanto grotesco, ya que principalmente juega con el deseo de impresionar a los visitantes occidentales y no mantiene más estilo que el suyo propio. Se trata de un edificio abrumador en el pleno sentido del término, con una superficie de 110.000 metros cuadrados donde pueden verse las famosas escaleras de cristal Baccarat y un gran vestíbulo en donde pende el mayor candelabro del mundo, un behemot de setecientas cincuenta lámparas, regalo de la reina Victoria de Inglaterra.
En el interior de dicho palacio se halla el dormitorio de Mustafá Kemal Atatürk, el padre fundador de la Turquía moderna. El reloj de la mesa sigue detenido en las 9.05 a.m., señalando así la hora exacta de su muerte, acaecida el 10 de noviembre de 1938. Y eso mismo ocurrió con todos los relojes del palacio durante muchos años. A los aficionados a la historia les complacerá saber que, al menos hasta donde yo sé, el mobiliario sigue exactamente como entonces.
La iglesia de la Universidad Santa María la Virgen
y la biblioteca Bodleiana en Oxford
Me complace decir que la iglesia de la Universidad Santa María la Virgen sigue intacta y se alza orgullosa en el centro de esa ciudad inglesa, tal y como ha hecho desde el siglo XIII. Es una imagen espectacular y su torre ofrece una de las mejores vistas de la ciudad. El edificio tiene una historia señera y ha sido un monumento capital en la historia religiosa de Inglaterra y el desarrollo posterior a la Reforma. El cardenal Newman predicó desde ese púlpito antes de sembrar el descontento por abandonar el anglicanismo en favor de la Iglesia católica romana, y también John Wexley, una figura clave en la historia del metodismo, hasta que se lo prohibieron por su tono demasiado provocador.
La iglesia sirvió también como tribunal. Pueden advertirse agujeros en las columnas del interior allí donde una vez se alzó una plataforma para celebrar el juicio de los obispos Latimer y Ridley y el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, ahora conocidos como los «mártires protestantes de Oxford», que fueron quemados en plena Broad Street por no aceptar las enseñanzas de la Iglesia católica. Obviando esos tristes momentos de la historia, los cristales tintados y las tallas de la iglesia son magníficos por derecho propio.
La biblioteca Bodleiana, la más importante de la Universidad de Oxford, es una de las grandes instituciones de enseñanza en Occidente. Cuenta con miles de túneles y cámaras subterráneas que discurren por debajo del centro de la ciudad, eso es cierto, aun cuando no puedan usarse para realizar las cosas que yo he descrito en mi libro.
La biblioteca perdida
jamás habría visto la luz sin el concurso de varias personas que han ofrecido un apoyo inestimable durante los procesos de redacción y producción. Un amigo cercano y brillante escritor, E. F., ha realizado una serie de lecturas pormenorizadas y ha hecho unos comentarios muy detallados en los primeros borradores, sin los cuales este libro habría sido notablemente distinto.
Me he beneficiado, sobre todo cuando estaba en la mitad del proceso creativo, de los precisos comentarios, críticas y evolución editorial de un dotado editor creativo, Paul McCarthy. Pero sobre todo estoy en deuda con Thomas Stofer y Luigi Bonomi de LBA (Luigi Bonomi Associates), dos de los más avezados agentes literarios del mundillo, por ver el potencial del primer borrador de
La biblioteca perdida
entre miles de propuestas y prometedoras sugerencias que llegan a sus mesas y ayudarme a llevar la novela al lector en la forma que ahora usted sostiene en las manos. Soy consciente de que el tiempo y la energía invertidos en un novelista primerizo siempre es un riesgo y siempre les estaré agradecido por asumir ese riesgo y poner tanta energía y entusiasmo en convertir semejante riesgo en realidad.
Y como punto final me gustaría dar las gracias a todo el equipo de Pan Macmillan, y muy especialmente al director editorial Wayne Brookes y a mi soberbio equipo de edición, Eli Dryden, Donna Condon y Louise Buckley, entre otros muchos partícipes del proyecto, los hombres y mujeres que cogieron un montón de folios de la mesa de mi despacho y consiguieron que se imprimiera por todo el globo, trabajando con una energía y un entusiasmo increíbles a fin de que este barco llegara a buen puerto. Mi más sincero agradecimiento a todos ellos.
[1]
Central Standard Time (hora estándar del centro)
[N. del T.]
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[2]
Greenwich Mean Time (hora del Meridiano de Greenwich)
[N. del T.]
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[3]
East Standard Time (hora estándar del este)
[N. del T.].
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[4]
Premio internacional de posgrado para estudiar en Oxford. Existe desde 1902 y es uno de los más prestigiosos del mundo
[N. del T.].
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[5]
Miles de manuscritos en griego y latín datados entre los siglos I y VI. Se descubrieron en la actual El-Bahnasa a finales del siglo XIX. Se conservan en el museo Ashmolean (Oxford)
[N. del T.].
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[6]
La expresión
dreaming spires
(«agujas soñadoras») fue acuñada por Matthew Arnold en su poema
Thyrsis
y se ha convertido en un eslogan para la ciudad de Oxford
[N. del T.].
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[7]
Razón de ser
[N. del T.].
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[8]
Se le conoce como
Univ.
Su nombre completo es The Master and Fellows of the College of the Great Hall of the University of Oxford. Fue fundado en 1249
[N. del T.].
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[9]
«Biblioteca de Alejandría» en latín
[N. del T.].
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Por imposibilidad técnica han sido sustituidos algunos caracteres que podrían no mostrarse correctamente en algunos dispositivos.
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Por imposibilidad técnica han sido sustituidos algunos caracteres que podrían no mostrarse correctamente en algunos dispositivos.
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