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Authors: Anton Szandor LaVey

Tags: #Filosofía, #Esoterismo

La biblia satánica (20 page)

BOOK: La biblia satánica
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Mientras escuchaba hablar a LaVey por primera vez, me di cuenta enseguida que no había nada en él que lo relacionase con el negocio de lo oculto. Ni siquiera podía describírsele como metafísico. La charla brutalmente franca que estaba escuchando era pragmática, relativista, y sobre todo, racional. Era seguramente poco ortodoxa: un golpe a la religión establecida, a la represión de la naturaleza carnal humana, a la falsa apariencia de piedad en el curso de una existencia basada en búsquedas materiales atrozmente competitivas. También rebosaba de una sátira sardónica a la estupidez humana. Pero lo más importante de todo, es que su discurso era lógico. Lo que LaVey ofrecía a su audiencia no era magia barata. Era na filosofía de sentido común basada en las realidades de la vida.

Después de haberme convencido de la sinceridad de LaVey, tuve que convencerlo a él de que en lugar de aumentar el número de artículos con historias baratas que pintaban a la Iglesia de Satán (
Church of Satan
) como una feria de locos, quería hacer una investigación seria. Estudié duro el Satanismo, discutí su historia y fundamentos con LaVey, y asistí varios rituales a la medianoche en la famosa mansión Victoriana que solía ser el cuartel general de la Iglesia de Satán. De todo ello produje un artículo serio, únicamente para darme cuenta que éso no era lo que querían los editores de magazines «respetables».

Estaban más interesados en un artículo tipo
freak-show
[27]
. Finalmente, fue la edición de Septiembre de 1968 de la revista '
Knight
' —una revista de «chicas», o mejor dicho, «para hombres» —la que publicaría el primer artículo definitivo sobre LaVey, la Iglesia de Satán, y la síntesis de LaVey de antiguas leyendas sobre el Diablo y la tradición de la magia negra en la filosofía y prácticas modernas del Satanismo utilizada como modelo, como guía, e incluso como Biblia por todos sus seguidores e imitadores.

Mi artículo fue el principio, no el final (como ha sucedido con otros temas sobre los que he escrito), de una larga e íntima asociación. De ello salió mi biografía de LaVey, «
The Devil's Avenger
», publicada por Pyramid en 1974. Después de que fue publicado el libro, me convertí en miembro, y tiempo después, en Sacerdote de la Iglesia de Satán, un título que comparto con orgullo con muchas personas famosas. Las discusiones filosóficas a altas horas de la madrugada que comencé con LaVey en 1967 siguen ininterrumpidas hasta el día de hoy, una década después, acompañados a veces por una bruja fabulosa, o bien por algo de nuestra propia música, él en el órgano y yo en la percusión, en un bizarro cabaret habitado por los humanoides suprarrealistas creados por LaVey.

Todo el pasado de LaVey parecía haberlo preparado para su papel. Descendiente de ancestros oriundos de Georgia, Rumania y Alsacia, entre ellos una abuela gitana que le narró las leyendas de vampiros y brujas de su nativa Transilvania. A la temprana edad de cinco años, LaVey leía los cuentos publicados en
Weird Tales
[28]
y libros como el «
Frankenstein
» de Mary Shelley y el «
Drácula
» de Bram Stoker. Aunque era diferente a los demás niños, éstos lo escogían como líder en marchas y maniobras simulando órdenes militares.

En 1942, cuando LaVey tenía doce años, su fascinación con los soldados de juguete le llevó a interesarse por los sucesos de la Segunda Guerra Mundial. Se sumergió en manuales militares y descubrió que los arsenales para equipar armadas y ejércitos enteros podían comprarse como si fueran frutas en un supermercado y utilizados para conquistar naciones. En su cabeza fue tomando forma la idea de que, contrario a lo que decía la Biblia Cristiana, la Tierra no sería heredada por los débiles, sino por los poderosos.

En la secundaria LaVey fue un niño prodigio bastante raro. Reservando sus estudios más serios para fuera de la escuela, se preocupaba por la música, la metafísica, y en los secretos de lo oculto. A los quince años ya era segundo oboísta de la Orquesta Sinfónica del Ballet de San Francisco. Aburrido con sus clases en la secundaria, LaVey se retiró durante el segundo año, se fue de casa, y se unió al Circo de Clyde Beatty como mozo de jaula, bañando y alimentando a los tigres y leones. El entrenador Beatty notó que LaVey se sentía a gusto trabajando con los grandes felinos y lo hizo su asistente.

Poseído desde su juventud por una pasión por las artes y la cultura, LaVey no se contentaba con entrenar las bestias de la selva y trabajar como asistente en la arena del circo. A la edad de 10 años ya había aprendido a tocar el piano a oído. Ésto le fue de utilidad cuando el tipo que tocaba el calíope se emborrachó antes de una presentación y era incapaz de salir a escena. LaVey se ofreció para reemplazarle, confiado de poder manejar el inusual órgano lo bastante bien como para dar un fondo musical apropiado. Sucedió que sabía más música y tocaba mejor que el otro; luego Beatty despediría a su ebrio empleado y colocó a LaVey al instrumento. Entre otros artistas de circo, su música acompañó a «La Bala Humana» Hugo Zachinni, y a los célebres actos de los Wallendas en la cuerda floja.

Cuando LaVey cumplió 18 años dejó el circo y se unió a un carnaval. Allí se convirtió en asistente de un mago, aprendió hipnosis, y estudió más sobre lo oculto. Era una combinación bastante curiosa. Por un lado, estaba trabajando en una atmósfera de vida a su más crudo nivel —música mundana, el olor del aserrín y los animales salvajes, actos en los cuales un segundo de error implicaba un grave accidente, o incluso la muerte; actos que exigían juventud, fuerza y destreza, y descalificaba a quienes se hacían viejos, un mundo de excitación física que tenía una atracción mágica. Por otro lado, trabajaba con la magia, en el lado oscuro de la mente humana. Tal vez ésta extraña combinación influyó en la manera como LaVey comenzó a observar la humanidad mientras tocaba el órgano para los espectáculos del carnaval. «
Los sábados en la noche
» —me diría LaVey en una de nuestras largas conversaciones nocturnas— «
veía hombres que iban con lascivia tras las chicas semi-desnudas que bailaban en el carnaval, y en la mañana del domingo siguiente, mientras tocaba el órgano para los evangelistas de tarima al otro lado de la plaza, veía a estos mismos hombres sentados en primera fila unto a su esposa e hijos, pidiéndole a Dios que perdonase sus pecados y los librase de sus deseos carnales. Y el siguiente sábado en la noche regresaban al carnaval a otro lugar de placer. Supe entonces que la Iglesia Cristiana medra en la hipocresía, y que la naturaleza carnal del hombre siempre sale a flote, no importa cuánto sea purgada o flagelada por alguna religión de luz blanca
».

Aunque LaVey no se dió cuenta, ya se hallaba camino a formular una religión que serviría como antítesis del Cristianismo y su herencia Judaica. Era una religión antigua, mucho más vieja que el Cristianismo o el Judaísmo. Pero nunca había sido formalizada, codificada en un cuerpo de pensamiento, dogma y ritual. Ése iba a ser el papel de LaVey en la civilización del siglo XX.

Después de haber contraído matrimonio en 1951 a la edad de 21 años, LaVey abandonó el maravilloso mundo del carnaval para comenzar una carrera que se ajustara mejor a una vida hogareña. Se había inscrito como estudiante de Criminología en el
San Francisco City College
. Esto lo llevó a su su primer trabajo regular, como fotógrafo para el Departamento de Policía de San Francisco. Como vería después, dicho trabajo tendría que ver igual que cualquier otro con su desarrollo del Satanismo como estilo de vida.

«
Ví el lado más sangriento y terrible de la naturaleza humana
» —recordaría LaVey durante una charla sobre su vida pasada— «
Gente muerta a tiros por locos, acuchillados por sus amigos; niños destripados por conductores que los atropellaban y seguían de largo Fue asqueroso y deprimente. Me pregunté a mí mismo '¿Dónde está Dios?' Llegué a detestar la actitud santurrona de la gente hacia la violencia, diciendo 'es la voluntad de Dios'
».

Renunció asqueado después de tres años de servir como fotógrafo y volvió a tocar el órgano, esta vez trabajando en clubes nocturnos y teatros para ganarse la vida mientras continuaba los estudios que eran su verdadera pasión: las artes negras. Una vez a la semana daba clases sobre temas arcanos: espantos, proyección extra-sensorial, sueños, vampiros, licántropos, adivinación, magia ceremonial, etc. Atraían mucha gente que eran, o se harían, muy conocidos en las artes y las ciencias, así como en el mundo de los negocios. De este grupo se formaría un «Círculo Mágico».

El propósito principal del Círculo era el de reunirse para llevar a cabo rituales mágicos que LaVey había descubierto o ideado. Había acumulado una biblioteca de trabajos que describían la Misa Negra y otras ceremonias infames conducidas por grupos como los Caballeros Templarios en la Francia del siglo XIV, y el
Hell-Fire Club
y la
Golden Dawn
en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX. El propósito de algunas de éstas órdenes secretas era el de blasfemar, satirizando la Iglesia Cristiana, y aliarse con el Diablo, como una deidad antropomórfica que representaba el lado inverso de Dios. En opinión de LaVey, el Diablo no era eso, sino más bien una fuerza oscura, oculta en la naturaleza, responsable de los sucesos de la vida cotidiana, un fuerza para la cual ni la ciencia ni la religión tenían explicación alguna. El Satán de LaVey es «
el espíritu de progreso, el inspirador de todos los grandes movimientos que contribuyen al desarrollo de la civilización y al avance de la humanidad. Él es el espíritu de la rebelión que conduce a la libertad, la encarnación de todas las herejías que liberan
».

En la última noche de Abril de 1966 —la noche de Valpurgis, o
Walpurgisnacht
, el festival más importante en la tradición de la magia y la brujería— LaVey afeitó su cabeza, en sentido ritual a la usanza de la tradición mágica, y anunció la formación de la Iglesia de Satán. Para una identificación apropiada como su ministro, se colocó un cuello clerical. Hasta allí parecía casi un santo, pero su cabeza afeitada a lo Genghis Khan, su barba Mefistofélica y sus ojos rasgados le dieron la apariencia demoníaca adecuada para su sacerdocio en la primera iglesia sobre la tierra consagrada al Diablo.

«
En primer lugar
,» —explicaría el mismo LaVey, «
el llamarle 'iglesia' me permitió seguir la fórmula mágica que consiste en una décima parte de ultraje y las otras nueve de respetabilidad social, que son necesarias para el éxito. Pero el propósito principal era el de reunir un grupo de individuos con ideas similares, utilizando sus energías combinadas para invocar a la fuerza oscura en la naturaleza que se llama Satán
».

Como LaVey señaló, todas las demás iglesias se basan en la adoración del espíritu y la negación de la carne y el intelecto. Fue entonces cuando vió la necesidad de una iglesia que recuperara la mente humana y sus deseos carnales como objeto de celebración. Se fomentaría el interés propio racional y su campeón sería un saludable Yo.

Comenzó a darse cuenta que el antiguo concepto de una Misa Negra para satirizar los servicios Cristianos ya estaba pasado de moda, o cuando menos, era como «fustigar un caballo muerto». En lugar de los servicios auto-degradantes del Cristianismo, LaVey organizaría en la Iglesia de Satán varios psicodramas vigorizantes, exorcizando por medio de ellos las represiones e inhibiciones fomentadas por las religiones espirituales.

En la misma Iglesia Cristiana hubo una revolución contra las tradiciones y ritos ortodoxos. El declarar que «Dios está muerto» se había hecho popular. Por tanto, los ritos alternos que LaVey había ideado, si bien mantenían algo de los adornos y ornato propios de antiguas ceremonias, pasarían de ser una burla negativa a formas más positivas de purga y celebración: bodas Satánicas consagrando los placeres de la carne, funerales libres de actitudes santurronas, rituales de deseo para ayudar a los participantes a lograr sus deseos sexuales, rituales de destrucción para que los miembros de la iglesia Satánica triunfaran sobre sus enemigos.

En ocasiones especiales, tales como bautismos, bodas, matrimonios y funerales en el nombre del Diablo, el cubrimiento de la prensa, aunque no se solicitara, era fenomenal. Hacia 1967 los periódicos que enviaban a sus reporteros para que escribiesen sobre la Iglesia de Satán iban de San Francisco, hasta el otro lado del Pacífico, en Tokio, y hasta el otro lado del Atlántico, en París. Una foto de una mujer desnuda, semi-cubierta por una piel de leopardo, haciendo las veces de altar a Satán en una ceremonia matrimonial concebida por LaVey, fue transmitida por todos los servicios de cable a periódicos de todas partes del mundo. Como consecuencia de la publicidad recibida, los
grottos
(la respuesta de LaVey a los
covens
, o conventículos de las brujas) afiliados a la Iglesia de Satán se esparcieron a lo largo y ancho del planeta, probando con ello uno de los mensajes cardinales de laVey: el Diablo seguía vivo y era muy popular entre mucha gente.

Obviamente, LaVey señalaría a cualquiera que quisiera escucharle que, para él y sus seguidores, el Diablo no era el tipo estereotipado en vestido rojo, con cachos, cola y tridente, sino más bien las fuerzas oscuras en la naturaleza que los seres humanos apenas están comenzando a comprender a fondo.

¿Cómo conciliaba LaVey dicha explicación con su propia apariencia, vestido con capucha negra y cuernos? A lo cual respondía: «
La gente necesita del ritual, con símbolos como los que puedes encontrar ya sea en los juegos de baseball o en los servicios de las iglesias, o en las guerras, como vehículos para verter en ellos las emociones que no pueden exteriorizar o entender por sí mismos
». Sin embargo, LaVey se cansaría del juego muy pronto. Hubo varios reveses. Primero, algunos de los vecinos de LaVey comenzaron a quejarse por el león adulto que LaVey tenía como mascota en su casa, y el gran felino acabaría siendo donado al zoológico local.

Luego, una de las brujas más devotas de LaVey, Jayne Mansfield, murió a consecuencia de una maldición que LaVey había puesto sobre su abogado, Sam Brody, por una variedad de razones que he explicado en mi libro «
The Devil's Avenger
»; LaVey le había advertido constantemente a Jayne que se alejara de Brody, pero no sirvió de nada, y se deprimió mucho cuando ella murió. Fue la segunda muerte trágica en los 60's de un símbolo sexual de Hollywood con quien había estado involucrado íntimamente; la otra era Marilyn Monroe, la amante de LaVey durante un período breve pero crucial en 1948, cuando se había retirado de la vida de carnaval y tocaba el órgano en bares de desnudistas del área de Los Angeles.

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