Karate-dō: Mi Camino (13 page)

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Authors: Gichin Funakoshi

BOOK: Karate-dō: Mi Camino
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Cortesía

Algunos jóvenes entusiastas del karate creen que pueden aprender sólo a través de instructores en un Dojo, pero éstos son sólo tecnicistas y no verdaderos karatecas. Hay un dicho budista que dice “cualquier lugar puede ser un Dojo” y es un dicho que cualquiera que quiera seguir el camino del karate nunca debe olvidarlo. El Karate-dō no es solo adquirir ciertas habilidades defensivas sino también el aprendizaje del arte de ser un miembro de la sociedad bueno y honesto.

Saludamos a nuestros amigos diciendo “buen día” o “buenas tardes” y hacemos observaciones sobre el tiempo. Esto es bastante común y raramente lo pensamos, ¿pero porqué no pensamos de algo que es más importante?

En nuestra época actual de liberalismo y democracia no dudo de ser acusado de conservador, aún de ser un reaccionario, si sugiero que la cortesía que mostramos con nuestros vecinos y amigos también puede ser extendida a miembros de nuestra familia. Esto es lo que sostengo, debemos interesarnos más por nuestros padres y abuelos, por nuestros hermanos y hermanas. Esto es tan obvio que a menudo lo olvidamos.

Particularmente los jóvenes deben mostrar más interés por sus familias y esto obviamente es de importancia no sólo para los que quieren practicar karate sino también para todos los miembros de la raza humana. La mente del verdadero karateca debe estar imbuida de estos hechos antes que prestar atención en su cuerpo o en el refinamiento de su técnica. Querer al karate, quererse a sí mismo, querer a la familia y amigos: todo conduce eventualmente a querer el país de uno. El verdadero significado del karate solo puede ser adquirido a través de ese sentimiento.

Tomemos como ejemplo uno de los hechos que ocurren diariamente, la visita a una de las casas públicas para bañarse. No querría que nadie tuviese la desagradable experiencia de encontrar la tazón o la palangana de madera que está acostumbrado a usar media llena de agua sucia, lo que significa que antes de usarla uno sirvió para limpiar la suciedad de otro. La persona que procede de esta forma es evidentemente una persona sin cortesía. Algunos agarran su toalla de mano de la cuba común y se van lejos para lavarse con agua que otra gente está bebiendo. Otros que quieren afeitarse delante del espejo y lo encuentran ocupado, en cambio de esperar que esté libre realizan la peligrosa práctica de afeitarse sin ver claramente lo que están haciendo.

Cualquiera con cortesía común debería, después de vestirse, dar los tres o cuatro pasos necesarios para poner el canasto con sus cosas en el lugar donde estaba, en cambio de dejar que lo haga el encargado del baño. El baño público es uno de los mejores lugares del mundo para demostrar lo que es verdaderamente una persona en el curso de su vida diaria.

No recuerdo cuanto hace que leí la autobiografía del difunto Seiji Noma, fundador de Kodansha (la compañía editora), pero nunca olvidaré el libro, y yo hice mucho de lo que aprendí de él:

Un pasaje me impresionó particularmente. “Yo acostumbraba a ir a los baños públicos todas las noches” escribió. ”Cuando llegaba el encargado me saludaba diciéndome “Bienvenido” y cuando me iba me decía “Muchas gracias”. Por mucho tiempo yo no me molesté en contestar sus saludos, pero repentinamente pensé que era cortés hacerlo”.

Él recalcó la importancia de contestar siempre a estos saludos y decidí ponerlo en práctica todos los días. Entrando al baño público escuché una palabra de bienvenida y yo sonreí y dije “Buenas noches” en respuesta a su acostumbrado “Muchas gracias”. Después de esto el encargado y yo nos hicimos bastante amigos. El tono de su voz, que anteriormente era superficial, se hizo cálido y más personal y la visita diaria al baño público fue para mí algo más que una rutina diaria.

Una de las cosas que siempre digo a mis nuevos alumnos es que uno que solo piensa en sí mismo y no considera a los demás no está capacitado para aprender Karate-dō. He descubierto que los serios estudiantes del arte son siempre muy considerados con los demás. Ellos también demuestran la gran firmeza de propósito que es esencial si uno continúa estudiando karate durante el período de tiempo que se requiera.

Cada año en el mes de abril un gran número de estudiantes nuevos se inscriben en las clases de karate de los departamentos de educación física de las universidades, mucho de ellos, afortunadamente, con el doble propósito de crecer tanto espiritualmente como en su fuerza física. Sin embargo siempre hay algunos que solo desean aprender karate para usarlo en una pelea. Estos en su mayoría abandonan el curso antes de que pase la mitad del año, porque es casi imposible para una persona joven con objetivos tan necios continuar mucho tiempo karate. Solo aquellos con grandes ideales pueden encontrar al karate lo suficientemente interesante como para perseverar en el esfuerzo que este requiere. Aquellos que han encontrado que cuanto más fuerte se entrenen más fascinante se hace el arte.

Puntos importantes
Seis reglas

Estén seguros que la mejor forma de entender el Karate-dō es no solamente practicando katas sino también adquiriendo el conocimiento del significado de cada uno de los distintos katas. Sin embargo, como ya me referí con alguna extensión sobre los katas en “Karate-dō Kyōhan” y no es este el propósito de este libro, aquí me gustaría solo mencionar seis reglas y el estricto cumplimiento de ellas es absolutamente esencial para cualquier persona que desee comprender la naturaleza del arte (Nota de editorial: aunque al Maestro Funakoshi habla de “seis” reglas, la numerada tres está inexplicablemente desaparecida)

1.
Usted debe ser extremadamente serio en el entrenamiento. Cuando digo esto no quiero significar que no debe ser razonablemente diligente o moderadamente formal. Quiero significar que el adversario debe estar siempre presente en su mente, si usted se sienta o se para o camina o levanta sus brazos. Si usted lanza un golpe de karate durante un combate, no debe tener dudas de que siempre ese golpe decidirá. Si usted ha cometido un error usted será el que habrá perdido. Siempre debe estar preparado para esta eventualidad. Usted puede entrenarse mucho, mucho tiempo, pero si solo mueve sus manos y pies y salta y cae como un títere, aprender karate no es muy distinto que aprender a bailar. Nunca habrá encontrado el fondo del problema, habrá fallado en alcanzar la esencia del Karate-dō. Ser extremadamente serio no es esencial solo para un seguidor del Karate-dō, es igualmente esencial para la vida diaria de cada uno porque la vida misma es una lucha para sobrevivir. Cualquiera que sea tan complaciente como para asumir que después de un error puede tener otra oportunidad, raramente tendrá éxito en su vida.

2.
Entrénese con alma y vida sin atormentarse con la teoría. A menudo una persona que no tiene la cualidad esencial de ser extremadamente serio puede querer refugiarse en la teoría. Digamos, por ejemplo, una persona que ha practicado un kata particular por un par de meses y luego dice con un cansado suspiro “No importa cuán fuerte me entrene, yo no puedo aprender este kata. ¿Qué puedo hacer?” ¡Un par de meses! ¿Quién puede aprender un kata en un par de meses? El “kibadachi” (posición de jinete) por ejemplo, parece muy fácil pero el hecho es que nadie puede aprenderlo sin haberlo practicado todos los días por un año entero hasta que sus pies se vuelvan tan firmes como alineados. ¡Que sin sentido es por lo tanto que una persona diga después de dos meses de práctica que es incapaz de aprender un kata! La verdadera práctica no se hace con palabras sino con el cuerpo entero. Otros aprendieron el kata que usted está practicando. ¿Porqué no puede ser capaz usted también? ¿Está haciendo algo equivocado? Estas son las preguntas que debe hacerse uno mismo, luego debe entrenarse hasta que caiga extenuado; rápidamente debe continuar usando estrictamente el mismo sistema. Aquello que ha aprendido escuchando las palabras de otros lo olvidará rápidamente; aquello que ha aprendido con todo su cuerpo lo recordará el resto de su vida. El Karate-dō consiste en un gran número de katas, conocimientos básicos y técnicas que ninguna persona es capaz de asimilar en corto tiempo. Además, hasta que usted no entienda el significado de cada técnica y kata, nunca será capaz de recordar, no importa cuanto tiempo practique, todas las distintas destrezas y técnicas. Todas están interrelacionadas y si no las entiende cada una completamente fracasará en el largo camino. Pero una vez que aprendió una técnica podrá observar que está estrechamente relacionada con otras técnicas. Podrá, en otras palabras, comenzar a entender que todas las más de veinte katas pueden ser resumidas en solo unas pocas técnicas básicas. Por lo tanto si comienza a dominar un kata podrá rápidamente comprender todas las otras simplemente mirando como se hacen o practicándolas durante un período de instrucción. Quiero contarles una vieja historia que creo ilustrará bien mi punto de vista. Está relacionada con un muy famoso recitador de canciones dramáticas que tuvo un maestro muy estricto cuando estaba aprendiendo el arte en su juventud. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes y de hecho año tras año, el joven tuvo que recitar el mismo pasaje del “Taikōki” (la historia de Toyotomi Hideyoshi) sin que se le permitiese seguir más adelante. El joven, quien finalmente (si recuerdo correctamente) fue el famoso Maestro Koshiji, abrumado se desesperó. Persuadido de que no era capaz de realizar la profesión se fue de la casa de su maestro buscando en la capital de Edo alguna otra profesión. Siguiendo la ruta de Tokaido, Koshiji paró una noche en una posada en la Prefectura Shizuoka donde, por fortuna para él, todas las noches había un concurso de recitadores. No teniendo nada que perder participó en la disputa y recitó, por supuesto, el pasaje del “Taikōki” que conocía tan bien. Cuando terminó, el que dirigía la competencia exclamó admirado “¡Esto es soberbio! Dígame quién es usted porque estoy seguro que es un maestro famoso”. El joven Koshiji se sintió complacido con estas palabras y al mismo tiempo algo perplejo, confesando que era solo un principiante. Su atónito admirador contestó “Encuentro esto difícil de creer, usted actuó esta noche como un verdadero maestro. ¿Quién es entonces que le enseña?” En ese momento Koshiji contó la historia de cómo tuvo que escapar porque su maestro era tan severo. “Ah, que terrible error cometió” exclamó el que dirigía la competencia. “Es precisamente por ese maestro severo que usted fue capaz de recitar tan soberbiamente esta noche, después de estudiar solo unos pocos años. Si tiene en cuenta mi consejo, vuelva con su maestro, ofrézcale sus disculpas y suplíquele que continúe su instrucción”. El joven Koshiji hizo esto y luego se convirtió en el maestro más famoso de su tiempo. Conté esto porque como la enseñanza de otras tantas historias que pueden no tener su fundamento en hechos actuales, puede ser aplicable a la vida misma.

3.
(no aparece)

4.
Evitar el amor propio y el dogmatismo. Una persona que se jacta en voz alta o fanfarronea por la calle de lo fuerte que es nunca merecerá verdadero respeto aún cuando por la fuerza que tenga sea muy capaz en karate o en algún otro arte marcial. Es aún más absurdo escuchar el propio engrandecimiento de uno que no tiene capacidad. En karate generalmente es el principiante el que no resiste la tentación de jactarse o mostrarse a los demás; pero haciendo eso él deshonra no solo a su persona sino también el arte que eligió.

5.
Trate de verse a usted mismo como realmente es y trate de adoptar aquello que es meritorio en el trabajo o en otro lugar. Como karateka deberá por supuesto observar a menudo otras prácticas. Cuando lo haga y vea fuertes puntos en la performance de otros, trate de incorporarlos a su propia técnica. Al mismo tiempo si el entrenamiento que está observando parece ser no muy bueno, pregúntese si también usted no estará fallando en practicar adecuadamente. Cada uno de nosotros tiene buenas y malas cualidades; el hombre sabio trata de emular lo bueno que percibe en otros y evitar lo malo.

6.
Aténgase a las reglas de ética en su vida diaria, ya sea en público o en privado. Este es un principio que demanda estricta observancia. Con las artes marciales, más particularmente con el Karate-dō, muchos principiantes exhibirán inevitablemente grandes progresos y finalmente algunos podrán terminar siendo mejores karatekas que sus instructores. Frecuentemente escucho a profesores hablando de sus practicantes como “oshiego” (alumno) o “montei” (seguidor) o “deshi” (discípulo) o “kohai” (joven). Pienso que estos términos deben ser evitados porque puede llegar el momento en que el practicante puede sobrepasar a su instructor. Mientras tanto el instructor, usando esas expresiones corre el riesgo de complacencia, el peligro de olvidar que algún día el joven al que le habló mas bien con desprecio no solo puede llegar a ser igual que él sino llegar más lejos que él, en el arte del karate o en otros campos del desarrollo humano. La fábula familiar de la tortuga y la liebre se aplica no solo a los chicos. A menudo le digo a mis jóvenes colegas que ninguno puede lograr la perfección en Karate-dō hasta que comience a sentir que éste es, por sobre todo, una fe, una forma de vida. Cuando alguien comienza una empresa, desea fervientemente tener éxito en ella. Además sabe que necesita la ayuda de otros; el éxito no puede alcanzarse solo. En Karate-dō ayudando a otros y aceptando la ayuda de estos, un hombre adquiere la habilidad de elevar el arte a una fe donde perfecciona tanto el cuerpo como el alma y termina finalmente reconociendo el verdadero significado del Karate-dō. Me gustaría pensar que estoy equivocado pero estoy seguro de lo contrario, por todo lo que he escuchado recientemente de jóvenes practicantes de karate usando expresiones como “jitsuryoku-gata” (un hombre con verdadera habilidad) o “sento-gata” (un hombre de combate) o “jissen-gata” (un hombre de combate efectivo). Estos términos son absolutamente infantiles y demuestran una abismal ignorancia respecto al verdadero significado del Karate-dō. Como el Karate-dō apunta a la perfección tanto de la mente como del cuerpo, expresiones que alaban solo las hazañas físicas nunca deben usarse en relación a él. Como dice tan acertadamente un monje budista, Nichiren, el que estudie los Sutras debe leerlos no solo con los ojos de la cara sino con los de su alma. Esta es la perfecta exhortación para un practicante de karate, que siempre debe conservarla en la mente.

Violando una regla

Debo confesar que he cometido el desliz de la estricta observancia de las reglas. Este particular incidente ocurrió unos pocos años después de terminar la Guerra del Pacífico.

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