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Authors: Günter Grass

Tags: #Clásico, #Histórico

El tambor de hojalata (56 page)

BOOK: El tambor de hojalata
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B
EBRA
: También nosotros contribuimos a distraer al ejército que espera al pie del Muro del Atlántico.

L
OS DE
B
EBRA
: ¡El Teatro de Campaña de Bebra canta para vosotros, da representaciones para vosotros y os ayuda a obtener la victoria final!

H
ERZOG
: Muy justo, lo que usted y su gente dicen. Pero el teatro sólo no basta. La mayor parte del tiempo, en efecto, sólo podemos contar con nosotros mismos, y entonces cada uno hace lo que puede. ¿Verdad, Lankes?

L
ANKES
: ¡Sí, mi teniente, lo que puede!

H
ERZOG
: ¿Lo ven ustedes? Y si mi capitán me lo permite, tengo que ir ahora a Dora cuatro y a Dora cinco. Vean ustedes mientras tanto con toda tranquilidad el cemento, vale la pena. Lankes les mostrará a ustedes todo...

L
ANKES
: ¡Mostrarlo todo, mi teniente!

(Herzog y Bebra se hacen el saludo militar. Herzog sale por la derecha. La Raguna, Óscar, Félix y Kitty, que hasta ahora se mantenían detrás de Bebra, pasan de un brinco a primer término. Óscar lleva su tambor, la Raguna un cesto de provisiones, en tanto que Félix y Kitty se encaraman al techo de cemento de la casamata y empiezan a ejecutar allí ejercicios acrobáticos. Óscar y Rosvita juegan en la arena, al lado de la casamata, con un cubito y una pauta; se dan muestras de amor, lanzan grititos y echan pullas a Félix y Kitty.)

B
EBRA
(flemático, después de haber inspeccionado la casamata por todos lados)
: Diga usted, cabo Lankes, ¿cuál es en realidad su oficio?

L
ANKES
: Pintor, mi capitán, pero hace ya mucho.

B
EBRA
: ¿De brocha gorda?

L
ANKES
: También, mi capitán, pero por lo demás más bien artista.

B
EBRA
: ¡Aja! ¿Eso quiere decir que es usted un émulo del gran Rembrandt, de Velázquez, quizá?

L
ANKES
: Algo entre los dos.

B
EBRA
: ¡Hombre de Dios! Siendo así, ¿qué necesidad tiene usted de mezclar cemento, de machacar cemento y de guardar cemento? Debería estar en la Compañía de Propaganda. ¡Pintores de guerra, eso es lo que necesitamos!

L
ANKES
: Eso no es para mí, mi capitán. En relación con las ideas actuales, yo pinto demasiado oblicuo. Pero, ¿no tendría mi capitán un cigarrillo para el cabo?
(Bebra le alarga un cigarrillo.)

B
EBRA
: ¿Acaso oblicuo quiere decir moderno?

L
ANKES
: ¿Moderno? Antes de que vinieran los del cemento, lo oblicuo fue moderno por algún tiempo.

B
EBRA
: ¡Hombre! ¡No me diga!

L
ANKES
: Sí, señor.

B
EBRA
: ¿Pinta usted al pastel, acaso también con la espátula?

L
ANKES
: También. Y también con el pulgar, automáticamente, y de vez en cuando pongo clavos y botones. Antes del treinta y tres tuve una época en la que ponía alambre de púas sobre cinabrio. Tenía buena prensa. Ahora los tiene un coleccionista privado de Suiza, un fabricante de jabón.

B
EBRA
: ¡Esta guerra, esta maldita guerra! ¡Y ahora cuela usted cemento! ¡Presta usted su genio a trabajos de fortificación! Sin duda, lo mismo hicieron también en su época Leonardo y Miguel Ángel. Proyectaban máquinas de sables y, cuando no tenían el encargo de alguna Madona, construían baluartes.

L
ANKES
: ¡Ve usted! Siempre falla algo. Pero el que es artista de verdad, tiene que expresarse. Aquí, por ejemplo, si mi capitán quiere tomarse la molestia de echar una mirada a los adornos en el dintel de la entrada de la casamata, éstos son míos.

B
EBRA
(después de un examen atento)
: ¡Sorprendente! ¡Qué riqueza de formas! ¡Qué fuerza de expresión!

L
ANKES
: El estilo podría llamarse de formaciones estructurales.

B
EBRA
: ¿Y tiene su obra, el relieve o cuadro, un título?

L
ANKES
: Ya lo dije: Formaciones y, si se quiere, formaciones oblicuas. Es un nuevo estilo. Nadie lo ha hecho todavía.

B
EBRA
: Razón de más, ya que es usted un creador, para darle a la obra un título inconfundible...

L
ANKES
: ¿Título? ¿Para qué sirven los títulos? Títulos sólo los hay porque hay catálogos para las exposiciones.

B
EBRA
: Es usted demasiado modesto, Lankes. Vea en mí al aficionado al arte y no el capitán. ¿Un cigarrillo?
(Lankes lo coge.)
¿Decía usted?

L
ANKES
: Bueno, si se pone usted así... Pues bien, Lankes se ha dicho: cuando la cosa ésta se acabe —y tiene que acabarse un día u otro—, las casamatas quedarán, porque las casamatas quedan siempre, inclusive si todo lo demás se hunde. ¡Y luego viene el tiempo! Vienen los siglos, quiero decir.
(Tira el último cigarrillo.)
¿No tiene mi capitán otro cigarrillo? ¡Muchísimas gracias! Y los siglos vienen y pasan como si nada. Pero las casamatas permanecen, lo mismo que han subsistido las Pirámides. Entonces viene un buen día uno de esos llamados arqueólogos y se dice: ¡Qué época tan falta de sentido artístico fue aquélla, entra la primera y la séptima guerra mundiales! Mero cemento inexpresivo, gris; de vez en cuando, en el dintel de las casamatas, unas rosquillas de aficionado, de tipo popular; y luego da con Dora cuatro, Dora cinco y seis, Dora siete, ve mis formaciones estructurales oblicuas y se dice: ¡Caramba! ¡He aquí algo interesante! Casi diría mágico, amenazador y, sin embargo, de una espiritualidad penetrante. Aquí se ha expresado un genio, tal vez el único genio del siglo veinte, de cara a la eternidad. ¿Si tendrá la obra un título? ¿Acaso revele la firma al artista? Y si mi capitán se toma la molestia de fijarse bien, manteniendo la cabeza inclinada, entonces verá aquí entre las rudas formaciones oblicuas...

B
EBRA
: Mis anteojos. Ayúdeme, Lankes.

L
ANKES
: Pues aquí dice: Herbert Lankes, anno mil novecientos cuarenta y cuatro. Título: «
Místico, bárbaro, aburrido
».

B
EBRA
: Tal vez con esto haya usted calificado a nuestro siglo.

L
ANKES
: ¡Ve usted!

B
EBRA
: Tal vez en los trabajos de restauración, dentro de quinientos o inclusive mil años, encuentren en el cemento huesecitos de perro.

L
ANKES
: LO que no hará más que subrayar mi título.

B
EBRA
(emocionado)
: ¡Qué es el tiempo y qué somos nosotros, mi buen amigo, sino nuestras obras!... Pero, vea usted: Félix y Kitty, mis acróbatas, están practicando sobre el cemento.

K
ITTY
(Hace ya rato que entre Rosvita y Óscar, entre Félix y Kitty se van pasando de mano en mano un papel en el que escriben algo Kitty, con su pronunciación ligeramente sajona)
: Vea usted, señor Bebra, lo que puede hacerse sobre el cemento.
(Se pone cabeza abajo y anda sobre sus manos.)

F
ÉLIX
: Y el salto mortal tampoco se ha practicado nunca sobre el cemento.
(Da una voltereta.)

K
ITTY
: Éste es el escenario que deberíamos tener en realidad.

F
ÉLIX
: Sólo que corre algo de viento aquí arriba.

K
ITTY
: En cambio, no hace tanto calor ni huele tan mal como en las viejas salas de cine.
(Se anuda.)

F
ÉLIX
: E inclusive se nos ha ocurrido aquí arriba un poema.

K
ITTY
: ¿A nosotros? No, es a Oscarnello y a la Signora Rosvita a los que se les ha ocurrido.

F
ÉLIX
: Bueno, pero cuando no quería rimar, les hemos ayudado.

K
ITTY
: Sólo falta una palabra, y ya está listo.

F
ÉLIX
: Oscarnello necesita saber cómo se llaman esos tallos de la playa.

K
ITTY
: Porque han de entrar en el poema.

F
ÉLIX
: Pues en otro caso faltaría algo esencial.

K
ITTY
: Díganos pues, señor soldado, ¿cómo se llaman esos tallos?

F
ÉLIX
: Tal vez no pueda, por aquello de que el enemigo nos escucha.

K
ITTY
: Prometemos no contárselo a nadie.

F
ÉLIX
: Aunque no sea más que porque la obra de arte no quede inconclusa.

K
ITTY
: Y se ha esforzado tanto, el pobre Oscarnello.

F
ÉLIX
: Y lo ha escrito tan bellamente, en letras Sütterlin.

K
ITTY
: Me gustaría saber dónde las ha aprendido.

F
ÉLIX
: Lo único que le falta saber es cómo se llaman esos tallos.

L
ANKES
: Si mi capitán me lo permite...

B
EBRA
: Siempre que no se trate de un secreto de guerra importante.

F
ÉLIX
: ¡Pero si Oscarnello necesita saberlo!

K
ITTY
: ¡Porque en otro caso el poema no funciona!

R
OSVITA
: ¡Y habiendo tanta curiosidad!

B
EBRA
: ¿Y si se lo ordeno en calidad de superior jerárquico?

L
ANKES
: Pues bien, esto lo hemos construido contra tanques y lanchas de desembarco que pueden presentarse, y lo llamamos, porque tal parecen, espárragos rommelones.

F
ÉLIX
: ¿Rommel...

K
ITTY
: ...ones? ¿Te sirve, Oscarnello?

Ó
SCAR
: ¡Perfecto!
(Escribe la palabra en el papel y se lo tiende a Kitty arriba de la casamata. Kitty se anuda aún más y recita, como si se tratara de una poesía escolar, el siguiente poema.)

K
ITTY
: JUNTO AL MURO DEL ATLÁNTICO

Por más que entre cañones y troneras

Plantemos los espárragos de Rommel,

Pensamos ¡ay! en épocas más gratas,

Los domingos el guiso de patatas,

Los viernes el pescado suculento:

Nos acercamos al Refinamiento.

Aún seguimos durmiendo en alambradas,

Y atascando de minas las letrinas,

Pero lo que soñamos son jardines,

Compañeros de bolos, querubines;

El frigorífico ¡qué monumento!

Nos acercamos al Refinamiento.

Más de uno acabará tragando arena,

Más de una madre llorará su pena,

La muerte viene de paracaidista,

Se adorna con volantes de batista

Y plumas que le dan más movimiento:

Nos acercamos al Refinamiento.

(Todos aplauden, inclusive Lankes.)

L
ANKES
: Ya está bajando la marea.

R
OSVITA
: ¡Entonces, a comer!
(Agita el cesto de las provisiones, adornado con cintas y flores artificiales.)

K
ITTY
: ¡Sí, sí! ¡Comamos al aire libre!

F
ÉLIX
: La naturaleza nos abre el apetito.

R
OSVITA
: ¡Oh acto santo de comer, que unes durante el almuerzo a los pueblos!

B
EBRA
: Comamos sobre el cemento. Tendremos en él una base firme.
(Todos, excepto Lankes, se encaraman sobre la casamata. Rosvita extiende un mantel alegre, floreado. Extrae del cesto inagotable unos pequeños cojincitos con borlas y flecos. Aparece una sombrilla, rosa y verde claro, y se arma un minúsculo gramófono con altavoz. Se distribuyen platitos, cucharitas, cuchillitos, hueveras y servilletitas.)

F
ÉLIX
: Quisiera una de esas empanadas de hígado.

K
ITTY
: ¿Queda todavía algo del caviar que salvamos de Stalingrado?

Ó
SCAR
: ¡No deberías ponerte tanta mantequilla danesa, Rosvita!

B
EBRA
: Haces muy bien, hijo mío, en preocuparte por su línea.

R
OSVITA
: ¡Pero si me gusta y no me hace daño! ¡Ay, cuando pienso en el pastel de nata que nos sirvieron en la Luftwaffe de Copenhague!

B
EBRA
: El chocolate holandés se ha conservado caliente en el termo.

K
ITTY
: ¡Me encantan estas pastas americanas!

R
OSVITA
: Sí, pero sólo si se les pone algo de mermelada surafricana de jengibre.

Ó
SCAR
: ¡Modérate, Rosvita, por favor!

R
OSVITA
: ¡Pero si tú también tomas unas rebanadas gruesas como el dedo de ese detestable
corned beef
inglés!

B
EBRA
: Y qué, señor soldado, ¿una rebanadita de panqué con mermelada de ciruelas?

L
ANKES
: Si no estuviera de servicio, mi capitán...

R
OSVITA
: ¡Ordénaselo, pues, en calidad de superior jerárquico!

K
ITTY
: ¡Sí, de jerárquico!

B
EBRA
: Cabo Lankes; le ordeno tomar un panqué con mermelada francesa de ciruelas, un huevo frito danés, caviar ruso y una tacita de chocolate holandés auténtico.

L
ANKES
: ¡A la orden, mi capitán! Comer.
(Se sienta también sobre la escalinata.)

B
EBRA
: ¿No queda ningún cojín para el señor soldado?

Ó
SCAR
: Le cedo el mío. Yo me siento sobre mi tambor.

R
OSVITA
: ¡Pero procura no resfriarte, mi vida! El cemento es traidor, y tú no estás acostumbrado.

K
ITTY
: También yo le cedo mi cojín. Yo sólo necesito anudarme un poco, con lo que esta torta de miel me pasará mejor.

F
ÉLIX
: Pero no vayas a salirte del mantel y a manchar el cemento con la miel. Eso equivaldría a atentar contra la moral de las fuerzas armadas.
(Todos ríen.)

B
EBRA
: ¡Ah, qué bueno es el aire del mar!

R
OSVITA
: Muy bueno.

B
EBRA
: El pecho se dilata.

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