El encantador de gatos (16 page)

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Authors: Carlos Rodríguez

Tags: #Ensayo

BOOK: El encantador de gatos
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Cuando un gato presenta un problema de eliminación indebida, acudiremos al veterinario para que descarte la existencia de alguna patología que provoque este inadecuado hábito; en caso de que el animal esté «sano como una lechuga» empezaremos a plantearnos cuál o cuáles de las razones anteriormente expuestas (exceptuando las médicas) provocan esta indeseable situación.

Una vez claro el origen del problema… ¿será fácil resolverlo? ¿Qué tal pronóstico tienen estas conductas de eliminación inadecuada?

Todo depende de cuál sea la causa, de la duración del problema, de la capacidad de los propietarios para resolver la situación y aplicar las recomendaciones propuestas por el profesional…

En los casos en que las causas son médicas, dependerá evidentemente de un correcto diagnóstico del problema y de un adecuado tratamiento.

En los casos en los que el problema se debe a causas no médicas, hemos de buscar cuáles son y evitarlas; si con nuestro interés y buena intención no es suficiente, acudamos al veterinario, un especialista en comportamiento nos recomendará las pautas necesarias para acabar con el problema.

Marcaje territorial o «rociado» con orina

Al marcaje territorial mediante orina de superficies verticales realizada por el gato se le conoce por rociado o rociamiento con orina.

Lo que para el propietario del animal supone una tremenda molestia, para el gato que lo realiza no es otra cosa que una forma de comunicarse; el rociado no solo se produce cuando existe una época de celo en machos o hembras; también aparece, por ejemplo, cuando llegan nuevos animales al hogar, con la entrada de nuevo mobiliario, cambios de casa, nuevas plantas en el entorno. El fin del marcaje es siempre el mismo, es como dejar una tarjeta de visita o nuestro nombre en el buzón: dejar bien claro quién vive en ese lugar.

Para entender el marcaje siempre hay que volver a los orígenes del gato doméstico, a su antepasado salvaje norteafricano: solitario, territorial y cazador, que precisa de una zona donde poder encontrar las presas de las que se alimenta, y necesita defenderla de competidores.

Todos somos territoriales, en mayor o menor grado, y todos tenemos «lenguajes» bien diferentes pero eficaces para dejar sentado dónde estamos y lo «importantes» que somos. para los primates (a los que pertenecemos) o para las aves, con su surtido de plumas de colores, las señales son sobre todo visuales: los gestos del cuerpo o de la cara son tan diversos que podemos expresar cualquier cosa, salvo conceptos abstractos.

La comunicación visual, y en menor grado la auditiva, necesita una gran proximidad al receptor de los mensajes y eso, en los felinos, es justo lo que menos les interesa: verse cara a cara. Los felinos son máquinas de cazar y como tales muy ágiles y muy bien armados: una pelea entre dos gatos puede acabar con lesiones graves, incluso para el ganador y, en la naturaleza siempre ahorrativa, el derroche, el derramamiento inútil de sangre, no interesa. Lo mejor es verse lo menos posible.

Por esa razón la comunicación de los gatos, su «lenguaje», es un lenguaje a distancia y está basado en el olfato. Los felinos marcan su territorio de diferentes formas: con heces, orina, con las garras o frotándose con objetos, y en cada una de estas modalidades está dejando su «tarjeta de visita», con foto y fecha incluida: el recién llegado que huela estas señales sabrá si el emisor es macho o hembra, joven o viejo, débil o fuerte, cuánto hace que pasó por allí y muchos otros datos.

En el caso de los felinos de vida libre la cosa está clara pero nos podemos preguntar, ¿y para qué vale dejar todas esas marcas informativas a un gato que, posiblemente, no saldrá nunca de su casa ni verá otros gatos?… Pues, obviamente, para nada, pero él no sabe quién puede aparecer algún día, y su instinto le «obliga» a dejar bien claro a quién pertenecen sus dominios.

El problema de convivencia surge precisamente con este afán marcador, mucho más acusado en machos y hembras sin castrar, acuciados por el instinto sexual a señalizar su territorio para encontrar pareja. En estos casos, la esterilización soluciona la gran mayoría de ese marcaje que los gatos realizan básicamente con la orina, sobre todo tipo de superficies verticales: paredes, muebles, cortinas, etcétera.

Pero el rociado también puede responder al estrés o a la ansiedad del animal ante ciertos estímulos: nuevas personas en casa, castigos inadecuados…

Entre las principales causas del rociado con orina de un gato tenemos:

  • Marcaje sexual (hormonal).
  • Número de animales en el hogar, entrada de nuevos animales en el hogar o llegada de nuevos ejemplares al vecindario…
  • Cambios en su entorno directo.
  • Cambio de horario de los propietarios o ausencias prolongadas.
  • Castigos inadecuados.
  • Temperamento del animal.

En el caso de que nuestro gato esté realizando un rociado con orina de superficies verticales, debemos plantearnos que para su resolución deberán seguirse los siguientes pasos:

  • Identificación de la causa.
  • Reducción o modificación de los estímulos que provocan el rociado.
  • Modificación de la respuesta del animal a los estímulos.

El manejo del problema de rociado con orina no es sencillo; en la mayoría de las ocasiones se debería contar con el apoyo del profesional especializado en comportamiento, ya que en muchas ocasiones deberá plantearse el uso de ciertos fármacos para que la terapia llegue a buen fin.

En líneas generales, los pasos a seguir de forma detallada son los siguientes:

  • Diagnosticar y eliminar la causa.
  • Evitar el acceso a los sitios rociados.
  • Favorecer al máximo el uso de la caja del lecho absorbente.
  • Reducir el atractivo de los sitios rociados.
  • Modificación de conducta (con ayuda del profesional).

Castigo: proporcionado y sólo si le pillamos «in fraganti». Comentar con el especialista el castigo adecuado; nunca emplear el castigo físico.

Recompensas: para favorecer el uso de la caja del lecho absorbente.

Terapia farmacológica: sólo tras la valoración y con la supervisión del veterinario.

Cuando se tiene más de un gato en el hogar, los problemas de relación pueden manifestarse. A veces los gatos pasarán la mayor parte del tiempo, tras el merecido descanso, intentando conseguir lugares de privilegio en el hogar como estar cerca del amigo «de dos patas».

Si no consiguen el efecto deseado, se pelearán entre ellos, o en vez de muestras de agresividad, marcarán territorios.

Muchos gatos conviven en perfecta armonía con sus congéneres, y otros no pueden tolerar la convivencia con otro felino.

Si un gato es particularmente susceptible al estrés, meter un segundo gato será suficiente para desequilibrar su paciencia y llevarle a comportamientos de eliminación inadecuada o de marcaje territorial.

Pero ¿qué efecto tiene el acto de marcar con orina para el gato que está siendo avisado? Probablemente muy poco. El animal generalmente olisqueará la señal y seguirá su camino, haciendo caso omiso.

Un gato que se encuentra con un punto marcado, normalmente no marcará de la misma forma que lo hacen los perros sobre la marca localizada, intentando «cubrirla». Lo más seguro es que escoja un lugar cercano a esta marca y deje su propio aviso.

En cualquier caso, nuestro hogar y nuestro olfato son los que sufren las consecuencias.

Una encuesta realizada a más de ciento cincuenta propietarios de gatos con diverso número de animales en el hogar, reveló que en los hogares con un solo gato, había un 25 por ciento de probabilidades de marcaje territorial; cuando el número de animales alcanzaba los diez ejemplares, la probabilidad de marcaje territorial era del cien por cien.

Esta encuesta no concluye en que el mayor número de gatos implique necesariamente un problema… depende principalmente de si los animales tienen suficiente espacio como para no tener que desarrollar sus olorosas dotes comunicativas.

Conductas rebeldes y destructivas

Nuestros amigos felinos no solamente pueden «hacer las cosas fuera de sitio», ¡¡ni muchos menos!! El gato puede guardar más y más sorpresas que, en determinadas ocasiones, pueden hacer acto de presencia en forma de inadecuada conducta.

Las conductas rebeldes y las destructivas, aun sin ser las más frecuentes, son conocidas y padecidas por un extenso número de propietarios.

Conductas rebeldes

Son varias las conductas rebeldes que puede llegar a presentar un gato que conviva con nosotros en el hogar; entre las más «conocidas» haremos hincapié en los robos y saltos sobre encimeras, en la actividad nocturna y el juego eufórico felino y, por último, en las vocalizaciones gatunas.

Robos y saltos sobre muebles

En la mayoría de las ocasiones podríamos decir que estos comportamientos no son más que el resultado de la natural curiosidad de cualquier animal, racional o irracional, dotado de cierta inteligencia; en el caso de los gatos, estas conductas suelen «autopotenciarse», ya que tras su realización existe un premio: obtención de alimento o localización de u n emplazamiento novedoso y singular en el que descansar.

Uno de los graves problemas en el camino de la solución es, como siempre, el propietario; en la mayoría de las ocasiones, para evitar estas situaciones reprendemos al animal de forma más o menos inadecuada (gritos, manotazos…) y conseguimos una huida pero sin base suficiente para obtener algo positivo.

Tras estas demostraciones de enfado del racional, el irracional no suele olvidarse de la conducta y lo único que logramos es que huya despavorido ante nuestra actitud intimidatoria y «cuasi» agresiva, cuando localizamos al gato en la misma inadecuada localización.

El propietario se muestra convencido de que el gato «sabe» que está actuando mal y que «le reta» con sus continuos e inadecuados comportamientos; en realidad, el animal sólo ha aprendido que existen consecuencias «desagradables» por permanecer sobre los muebles o por «atacar» la basura… pero también ha aprendido que existen consecuencias positivas cuando realiza la misma acción y el propietario no está en casa…

Para evitar estos problemas lo primero que debemos plantearnos es enseñar conductas adecuadas al animal. El robo de alimentos o las incursiones a la basura se evitarían de forma tan sencilla como fácil es evitar el acceso del animal a dichos manjares; si dejamos la basura «a tiro» o permitimos la entrada del felino en la cocina cuando estamos preparando la comida, estamos comprando todas las papeletas para la rifa: «su gato le robará la comida».

En lo referente a la subida del animal a los muebles, el mayor problema suele residir en la posibilidad de que provoque la rotura de ciertas piezas decorativas de diverso valor (económico o sentimental); también sería útil pensar en la prevención: si retiramos los objetos de las zonas de tránsito del animal… ¡¡seguro que no se rompen!!… y dirán ustedes: pero es que quiero verlas, disfrutarlas… ¡¡ya!! Pero suponemos que también quiere usted disfrutar de la sin par elegancia de su animal de compañía deambulando por «toda» la casa.

Si queremos tener los objetos a la vista y evitar que el gato provoque un accidente y problemas en la convivencia, debemos pensar en técnicas de castigo remoto, como
sprays
de agua aplicados al animal cuando deambula por lugares inadecuados, bocinas… estas técnicas deberían ser aplicadas siempre, lo cual se torna imposible en ausencia de los propietarios.

Cuando no estemos en casa, o no podamos aplicar castigos remotos, la mejor solución es restringir el territorio del animal a zonas seguras.

Actividad nocturna y juego eufórico felino

Aunque sean pocos los que no tienen clara la siguiente afirmación, diremos que los felinos son animales de actividad nocturna por naturaleza.

Son innumerables los propietarios de felinos que en medio del plácido y merecido sueño nocturno, son «atacados» de forma fugaz y eficaz por los dientes y uñas de su gato; las protestas comentan que los ataques suelen producirse en los pies, más concretamente en los dedos, siendo el «dedo gordo» el más afectado pro dichos ataques.

Volviendo al principio de este problema insistiremos una vez más en que el gato es un animal de hábitos nocturnos y por ello, además de deambular por la casa, ejercita su cuerpo y su «mente» en juegos de persecución.

Si lo pensamos fríamente… ¿qué puede perseguir un gato en una casa a altas horas de la noche? ¿Qué objeto animado puede ser el destino de sus energías cargadas a lo largo del día? ¡¡Exactamente!!, ¡¡los dedos de los pies de sus propietarios!!

Ante este tipo de conductas queremos hacer dos consideraciones: que los juegos eufóricos también pueden darse a lo largo del día y que estos problemas tienen un mejor pronóstico en los animales jóvenes, siendo el tema un poco más complejo cuando persiste en los adultos «siempre jóvenes».

Una forma de evitar el problema es proporcionar suficiente juego y atención al animal a primeras horas de la noche, un rato antes de dirigirnos a nuestros aposentos. Los juguetes que han de ser cazados, perseguidos… son los más adecuados.

Nos aseguraremos de forma total cerrando la puerta del dormitorio antes de conciliar el sueño.

Si el animal nos «ataca» durante el día, puede ser necesario el uso de castigos remotos (
sprays
de agua, aire comprimido, bocinas…) o destinar al animal a una habitación cerrada durante unos segundos, aparte de ofrecerle entretenimientos adecuados, y no nuestro cuerpo, hasta que «consuma» sus energías.

En unos casos pueden ser pelotas atadas a una cuerda (cuerda que no pueda ser masticada o ingerida por el animal), juguetes para gatos a pilas, nueces, una caja de cartón llena de papeles arrugados con unas cuantas piezas de su alimento seco… pero debemos tener presente que el gato necesita que esos elementos se muevan… la mayoría se aburre de perseguir una pelotita que tiene que mover previamente a manotazos.

También son recomendables los punteros láser… esos elementos que emiten un haz de luz sobre la zona que deseamos; el felino no cejará en su intento de cazar esa atractiva luz, por más difícil que se lo pongamos…

Si un gato tiene suficiente tiempo de juego y esparcimiento a lo largo del día, aunque no puedan creérselo, les dejará tranquilos durante la noche.

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