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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (56 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Lo que deseo que ustedes entiendan esta noche es que la clase de consideración exterior que muestra el camarero no es la misma que la que llega a ser eventualmente necesaria para todos los que están en el Trabajo. Se llega a la necesidad y a la significación de la consideración exterior en el Trabajo desde un lado diferente que por cierto se relaciona con nosotros mismos y nuestro propio interés, pero no del mismo modo. Nos hemos propuesto como fin tratar de que la gente despierte, que no se identifique con todo, que no sea esclava de inútiles estados negativos y mentes vacías. Si seguimos haciendo cuentas unos de otros, por medio del desprecio secreto, las charlas malintencionadas, el asesinato psicológico de los demás, etc., todo el trabajo sobre sí se resiente. En el proceso de despertar del sueño, una cosa depende de la otra. Una pierna no puede salir de la cama. Es preciso que la persona salga completamente de la cama, al querer ponerse de pie. Al cabo de estar un tiempo en el Trabajo se llega al punto de la sinceridad consigo mismo en la que comprende que nadie puede permitirse el estado peculiar en que observa que está. Entonces se empieza a comprender por que es preciso considerar externamente, es decir, rectificar las cosas en sí
mismo
con respecto a los demás. Así esta breve nota les hará comprender que la consideración exterior, en el Trabajo, no es algo superficial, sino muy profundo. Al principio es necesario practicar la consideración exterior de un modo completamente externo, por así decirlo, pero observando su calidad. Cuanto más sincera, mejor será la calidad. Cuánto más superficial y fingida, peor será. Todos los esfuerzos en el Trabajo, como se ha dicho a menudo, dependen para su resultado de la calidad. Les sugiero como trabajo práctico que cada uno de ustedes decida considerar exteriormente a una persona en la próxima semana. Observen sus reacciones mecánicas hacia esa persona. Observen sus críticas mecánicas. Observen en qué momentos se sienten superiores. Traten de encontrar en sí mismos las mismas cosas que son motivo de queja en la otra persona. Piensen en qué forma reaccionarían si la otra persona pensara de ustedes lo que piensan de ella. Pónganse en el lugar de la otra persona. Traten de ver dónde está la dificultad, tanto en ustedes como en la otra persona. Traten de no identificarse. Observen su charla interior y a qué se refiere. Manténganse despiertos en lo que están haciendo, lo cual será su propósito por una semana. Recuérdenlo cada día al levantarse. Piensen en ello por la noche, dónde fracasaron, por qué fracasaron, cuándo empezaron a considerar interiormente en lugar de considerar exteriormente. Entonces entenderán mejor el significado de la consideración exterior y de qué modo puede cambiar el ser.

Birdlip, 15 de marzo, 1943
Consideración Interna y Consideración Externa IV

Cuando se siente que alguien no se ha comportado bien con uno, se siente que no han estimado el propio valor. Por ejemplo, sentirse insultado es sentir que no lo estiman por su propio valor. Por eso la gente dice muchas veces, cuando es insultada: "¿Sabe usted quién soy yo?", o algo semejante. Esto significa que una persona se ha forjado cierta valoración de sí misma, de modo que dice: "¿Sabe usted quién soy yo?", queriendo decir que si la otra persona lo supiera, no se atrevería a portarse como lo hace. Desde luego, si uno se forja una imagen de su propia persona que tiene escaso o ningún valor, esta pregunta no lo trastornará tan fácilmente. Si la estimación que se tiene de sí es muy grande, entonces es más fácil sentir que los otros no lo estiman por el propio valor. Por eso la consideración interior se torna mas fácil. Una persona puede llegar al punto de preocuparse tanto por ser tratada bien por los otros, y sospechar siempre que los otros se están riendo de ella, que toda su vida está comprometida en la consideración interna. O también, algunas personas, se creen superiores a las otras debido a sus sufrimientos. La gente se apega a sus sufrimientos y llega a considerarse a sí misma merecedora de una valoración especial por haber sufrido toda clase de penurias, miserias y padecimientos. Se ofenden si otra persona comienza a hablar de sus sufrimientos. Sienten que la otra persona no tiene la debida consideración para con ellas y que esto es prueba de egoísmo. Les cuesta darse cuenta que las otras personas tienen también sus propios sufrimientos. Ni tampoco se dan cuenta de que cuando ven el egoísmo en los otros lo que ven es el reflejo de su propio egoísmo, porque cuanto más exigen de los otros, más egoístas le parecerán.

¿Qué es lo que provoca en nosotros la consideración interior? Hagamos esta pregunta: "¿En qué punto, o dónde, se empieza a hacer cuentas?" Se empieza a hacerlo al sentir que no se es apreciado en debida forma, al sentirse subestimado. El camarero no acude cuando se lo llama. El dependiente del almacén sirve primero a otra persona. Quizá, en la calle la gente no se fija en nosotros, o, digamos, por lo general no nos presta suficiente atención. O, al parecer, alguien persiste en ignorarnos. O quizá lleguemos a enterarnos de lo que alguien dijo de nosotros, lo cual es casi siempre desagradable. Hay mil y un ejemplos posibles, más o menos serios. Los incidentes nimios nos desconciertan fácilmente, el camarero, el dependiente del almacén. Forman pequeñas cuentas y con el tiempo suelen transformarse en hábito. Pero tenemos toda clase de viejas cuentas que cobrar a los otros, algunas ya almacenadas en el pasado, desdichadamente para nosotros. Todas comienzan con la misteriosa cuestión de la
propia valoración de sí.
Una persona capaz de observarse a sí misma podría exclamar: "¿Qué es aquello que en mí se ofende en este momento?" Lo observo trabajando en mí y recogiendo materiales y comenzando a recordar cosas desagradables y encontrando palabras y frases que serán utilizadas contra la otra persona para que sienta que yo la subestimo, en efecto, para que se dé cuenta que no vale nada. ¿Es una imagen de mí mismo? ¿Es un "Yo" imaginario? ¿Es una falsa personalidad? ¿O qué hay en el fondo de todo ello? La respuesta es que
uno se identifica consigo mismo.
Todas las formas de consideración interior, una de las cuales es culpar a otra persona, pertenecen a la identificación. El Trabajo dice que debemos estudiar la identificación hasta sus mismas raíces. Un hombre únicamente se ofende
donde está identificado consigo mismo.
Y el Trabajo dice asimismo que el estudio de la identificación debe comenzar con el estudio de donde sé está
identificado consigo mismo
. Es allí donde es posible desconcertarse, sentirse herido, ofendido, insultado. Primero viene el estar identificado consigo mismo, segundo el estar desconcertado y ofendido, tercero el echar cuentas interiores.

Birdlip, 22 de marzo, 1943
Consideración Interna y Consideración Externa V

A algunas personas les cuesta comprender lo que significa la consideración externa y a otras lo que significa la consideración interna. En este Trabajo es preciso hacer la consideración externa y poner fin a la consideración interna. La consideración externa hacia otra persona es necesaria ante todo para colocarse en la posición de esa persona. Para lograrlo es menester pensar en sí mismo como si fuera la otra persona, teniendo que hacer las mismas cosas, enfrentando las mismas dificultades, los mismos impedimentos, la misma vida. Ahora bien, si se reflexiona sobre este paso preliminar, se verá que la consideración externa está muy lejos de la indiferencia. Para ponerse en la situación de otra persona es preciso apelar a la propia comprensión. Exige un esfuerzo dirigido de la mente y de los sentimientos y no sólo una vez sino muchas. Y por cierto la persona siempre preocupada por sus problemas personales y por la forma en que es tratada será incapaz de hacerlo, es decir, si sigue tomando la vida desde el punto de vista de la consideración interior.

Recuerdo el caso de un hombre que estaba siempre inmerso en la consideración interior, siempre sufriendo, un hombre que grabó en la tumba de su mujer: "De tu esposo con el corazón destrozado". Sólo podía pensar en si mismo, en su propio sufrimiento. Ahora bien, si se empieza a considerar exteriormente a otra persona, durante un prolongado periodo, es preciso ponerse una y otra vez en lugar de la otra persona. De este modo se llega a ser más consciente. El objeto de este Trabajo es llegar a ser más consciente. La observación de sí hace que se tenga conciencia de uno mismo: la consideración exterior hace que se tenga también conciencia de los otros. A través de la consideración exterior, son reveladas las cosas de las que antes no se tenia conciencia. Tomemos un solo ejemplo de revelación de esta clase: hay que ponerse en la posición de otra persona y al cabo de un tiempo uno se da cuenta de que espera que dicha persona haga cosas que a uno nunca se le ocurriría hacer, por ejemplo, esperar que esa persona soporte condiciones que uno no soportaría ni un solo instante. ¿No ve que ha logrado más conciencia? Ahora bien, si tiene una revelación de esta clase significa que en verdad considera externamente, que comprende lo que significa ponerse en la posición de otra persona.

Las personas muy exigentes esperan demasiado de los otros, y si no obtienen lo que esperan, se sienten desengañadas y en cierto modo que se les debe algo. Es decir, en la vida de estas personas se forma un fondo de consideración interior. Esto las amarga. Sienten que deben saldar cuentas. Para una persona de esta clase la consideración exterior se hace muy difícil. Pero no debería ser difícil para alguien que no está cristalizado. Un buen punto de partida para considerar externamente a otra persona es darse cuenta de que se espera que ella haga cosas que uno nunca pensó en hacer. Es un punto de partida práctico y de Trabajo. Entonces se comprende que uno esperaba no solo que la otra persona hiciera cosas que nunca se había pensado hacer sino que ella es diferente de uno mismo, se comporta diferentemente, se opone a las cosas de un modo diferente, etc. Supongamos que siempre usted se comparó muy favorablemente con otras personas y que tiene la seguridad de que ninguna de las cosas desagradables que observa en la demás gente existe en usted. Le sorprenderá mucho, pues, tener la revelación de que es injusto y que espera que los otros hagan en el Trabajo lo que ni siquiera soñaría en hacer. Siempre cuesta aceptar que hay algo en uno mismo que no anda bien. Tal como se dijo en un comentario anterior, se suele decir muchas veces que se tiene la culpa de algo, pero si alguien nos da la razón, nos sorprendemos y nos sentimos ofendidos. Sí, es muy fácil
fingir
que se tiene la culpa. Pero
verlo,
de un modo directo e inequívoco, en uno mismo,
duele.
Este es un sufrimiento verdadero y, debido a ello, útil, porque todo sufrimiento verdadero purifica las emociones. Sólo dura un breve instante como todo sufrimiento verdadero y luego es infectado por la falsa personalidad y se transforma en un complicado estado negativo, alguna especie de desagradable autocompasión o una interminable justificación de sí, lo cual es un sufrimiento inútil.

Supongamos ahora que tiene que vivir con una persona llamada usted mismo. Leí una vez la historia de un hombre que había muerto y fue al más allá donde se encontró con gran número de personas; conocía a algunas de estas personas y les tenía simpatía y también conocía a otras pero les tenía antipatía. Pero había una persona a quien no conocía y a la que no podía aguantar. Todo cuanto decía lo enfurecía y le disgustaba —sus maneras, sus hábitos, su pereza, su falta de sinceridad al hablar, sus expresiones faciales— y también le parecía que podía leer los pensamientos y los sentimientos de ese hombre y todos sus secretos y, de hecho, toda su vida. Preguntó a los otros quién era ese hombre tan desagradable. Le contestaron: "Tenemos aquí espejos especiales que son muy diferentes de los de su mundo. Este hombre es usted mismo." Supongamos, pues, que usted esté obligado a vivir con una persona que es usted. Quizá sea esto lo que la otra persona debe hacer. Claro está, si no ha practicado la observación de sí, es posible que imagine que ese mundo es encantador y que si todos fueran como usted, el mundo sería por cierto un lugar feliz. Ni la vanidad ni el engreimiento de sí tienen límites. Ahora bien, al ponerse usted en la posición de otra persona se pone también en su punto de vista, en
cómo
lo ve a usted, y lo oye, y lo experimenta en su conducta cotidiana. Se ve a usted mismo a través de sus ojos. Al faltar la observación de sí no lo puede hacer porque da simplemente por supuesto que en usted todo "anda bien". Pero si ha llegado a un buen adiestramiento en la observación de sí que le permite desechar las antiguas ideas que se ha forjado sobre sí mismo y si tiene no sólo una colección de instantáneas sino de ampliaciones de usted en sus papeles más característicos, entonces el caso será muy diferente. Será capaz de verse a sí mismo hasta cierto punto del mismo modo que como lo ve otra persona y así comprenderá prácticamente cuál es la situación de la otra persona y cuáles son algunas de sus dificultades y qué sentido tendría vivir consigo mismo. Por supuesto, la otra persona puede hacer lo mismo. Algunos de ustedes creerán, al oír esto, que es acertado decir que la otra persona debería darse cuenta de lo difícil que es ella. Pero es preciso comprender que hemos empezado al revés. Es uno mismo quien tiene que darse cuenta de lo difícil que es para la otra persona. Permítanme que les diga que lo que acabo de explicar no es fácil de entender. Quizá crean que ya lo saben. Es posible que lo hayan oído, pero se necesita al menos toda una vida para conocer todas sus implicaciones.

En el Trabajo, las relaciones son importantes. Las relaciones de Trabajo son imposibles sin la consideración exterior. Por lo general hemos de ponernos en contacto unos con otros por medio del Trabajo. El Trabajo y sus enseñanzas deben estar entre uno y la otra persona. Es menester contemplarse los unos a los otros a través de la ventana común del Trabajo. Es preciso estar relacionado a través de la valoración común del Trabajo —pero de un modo
muy práctico—
al trabajar. Cuando en el Trabajo dos personas querellan, aun les queda mucho que hacer. Suelen no estar prontas para el trabajo, en cuyo caso se producirán heridas, lo mismo que en la vida. Se niegan a trabajar sobre sí o en una relación común de una con la otra: entonces las dos se entregarán a la consideración interior, las dos creen que se les debe algo, las dos piensan que la otra debe presentar sus excusas. Claro es que si no se trabaja sobre sí y se deja vivir y no se hace nada de suplementario, el Trabajo nunca llegará a convertirse en la Tercera Fuerza para uno. La Tercera Fuerza es una fuerza relacionante. En este caso la vida será la Tercera Fuerza y la vida divide, mientras que el Trabajo une. La vida divide porque en la vida la gente no se comprende mutuamente. No tienen una base común, un lenguaje común. En el Trabajo hay una base común y la gente habla un lenguaje común y así se comprenden los unos a los otros. Pero en el Trabajo se necesita diez veces más consideración exterior que en la vida, y de una calidad por completo diferente, porque el Trabajo es una fuerza relacionante. Si en el Trabajo dos personas se pelean, y están prontas para trabajar y desean hacerlo, entonces las dos lo harán así desde sí mismas —no reuniéndose y discutiéndolo— sino simplemente como parte del Trabajo mismo. Cada una se pondrá en la posición de la otra y cada una se verá a sí misma desde el punto de vista de la otra persona. La consideración exterior constituye un excelente trabajo. Enseña a determinar si se tiene razón o si la tiene la otra persona. Acrecienta la conciencia. Incluye la primera y la segunda línea de trabajo.

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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