Las seis piedras sagradas (25 page)

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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Ciencia Ficción

BOOK: Las seis piedras sagradas
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—De nuevo, todavía estamos trabajando en la ubicación exacta de esos puntos. Como ven, las costas son muy antiguas, representan la Tierra tal como era centenares de millones de años antes, así que no encajan con ninguna costa actual. Por tanto, como en el ejemplo anterior, aún no hemos encontrado un punto para estas ubicaciones.

Lachlan continuó con las explicaciones.

—En cualquier caso, de acuerdo con las investigaciones del profesor Epper, cada uno de estos puntos resplandecientes representa un vértice, o esquina, de una gigantesca máquina de seis puntas…

—Piensen en dos pirámides apoyadas por la base —señaló Julius— para formar un diamante dentro de la esfera de la Tierra.

—Chicos, hay que aclarar algo —interrumpió el Mago—. Representan nada menos que las ubicaciones de seis grandes templos, estructuras subterráneas de una magnificencia que ni siquiera somos capaces de imaginar. Es en cada uno de esos templos donde se debe colocar un pilar purificado.

—Sí, una buena aclaración —admitió Julius.

—Muy bien, y ¿dónde están? —preguntó Paul Robertson con voz áspera—. El primero parece estar en algún lugar de Egipto…

—No está mal —aprobó Lachlan—. Los africanos son los más fáciles de deducir, gracias a la relativa estabilidad de la forma del continente a lo largo de los milenios. Las imágenes de GPS y las fotografías de satélite han resultado ser muy útiles.

—Por no hablar de Google Earth —añadió Julius.

—Oh, sí, Google Earth también —dijo Lachlan—. Al final, de acuerdo con los datos, el primer lugar se encuentra en el sur de Egipto, no muy lejos de la frontera con Sudán, pero…

—Pero ¿qué? —preguntó Cimitarra con un tono desconfiado.

Julius hizo una mueca.

—Hay un problema con nuestro análisis. Hemos repasado los datos una y otra vez, y el problema continúa. Al parecer, el primer lugar yace debajo de un lago.

—¿Un lago? —exclamó Buitre.

—Sí, el lago Nasser, en el sur de Egipto —explicó Lachlan—, uno de los más grandes del mundo.

—Es de lamentar —dijo Julius—, pero es allí donde se sitúa a juzgar por los datos disponibles. No estamos muy seguros de cómo podrán encontrar la ubicación exacta del templo si está bajo el agua, y mucho menos la entrada.

Se oyó un murmullo generalizado de desilusión, y los gemelos —según vio Lily— parecían un tanto avergonzados por no haber obtenido un mejor resultado. Lo sintió por ellos.

Pero entonces se oyó una voz en la oscuridad.

La voz de Jack West.

—¿En qué extremo del lago está?

—En el extremo sur —respondió Lachlan.

—Gracias, caballeros —dijo Jack—. Bien hecho. Creo saber dónde se encuentra el primer templo.

—¿Dónde? —preguntó Buitre de inmediato.

—Sí, ¿dónde? —dijo Iolanthe, que se volvió en su silla.

Jack se levantó para observar la imagen en la pantalla de más cerca.

—El lago Nasser no es un lago natural —explicó con la mirada puesta en la figura del primer trilito—. Técnicamente es una parte del Nilo. Es un lago artificial que se formó detrás de la represa de Asuán en 1971, y se extiende a lo largo de casi trescientos veinte kilómetros al sur. Con toda facilidad puede haber cubierto la entrada de una antigua estructura subterránea.

»La represa fue construida por los soviéticos después de que Estados Unidos abandonó el proyecto en el último minuto. —Miró a Paul Robertson—. Su construcción fue un campo de batalla durante la guerra fría para conseguir la alianza de Egipto. Después de un período de mucho entusiasmo inicial y muchas promesas, durante el cual los norteamericanos hicieron un profundo estudio de la zona, decidieron sin más no seguir adelante con el proyecto. Quizá sus prospectores sencillamente no encontraron lo que buscaban.

Paul Robertson mantuvo la cara de póquer.

Jack lo miró directamente.

—Ustedes han estado trabajando en este proyecto del Sol Oscuro durante mucho tiempo.

Robertson se encogió de hombros.

—Todos tenemos nuestros secretos.

La mirada de Jack se mantuvo un momento más en el agente de la CIA. Cogió una página de la carpeta negra del Mago y la colocó en el proyector:

—Ésta es una de las notas del Mago. Corresponde a una inscripción en el sarcófago de Ramsés II, escrita en la Palabra de Thot. Traducida por mi erudita colega —hizo un gesto hacia Lily—, dice lo siguiente:

Con mi amada, Nefertari,

yo, Ramsés, hijo de Ra,

vigilo el más sagrado santuario.

Lo vigilaremos siempre.

Grandes centinelas,

con nuestro tercer ojo lo vemos todo.

»«Con nuestro tercer ojo lo vemos todo.» Esa frase no tenía sentido para mí hasta ahora.

—¿A qué te refieres? —preguntó Astro.

—En el extremo sur del lago Nasser se levanta uno de los grandes monumentos de Egipto, las cuatro colosales estatuas sedentes de Ramsés II en Abu Simbel. Cada una tiene más de veinte metros de altura. Son gigantescas.

»En tiempos del faraón, estaban en las riberas del Nilo, en la frontera entre Egipto y Nubia, como una advertencia contra los posibles invasores: «Así es de poderoso el rey de Egipto. Pensadlo dos veces antes de entrar en nuestras tierras.»

»Abu Simbel es asimismo el monumento más lejano de Egipto; su distancia desde los principales centros egipcios de Tebas y El Cairo es asombrosa. También ha sido objeto de muchas teorías. ¿Por qué construir un monumento del todo sorprendente tan lejos de los centros de una civilización?

»E1 caso es —continuó Jack— que hay un segundo grupo de estatuas en Abu Simbel, a unos cien metros de las cuatro bien conocidas de Ramsés. Se trata de un pequeño templo abierto en la roca dedicado a su esposa favorita, Nefertari. Ese segundo templo tiene algunas estatuas gigantescas de Nefertari, y todas ellas miran a través del lago.

«Estas dos series de inmensas estatuas todavía están allí, sentadas en las riberas del Nilo, ahora el lago Nasser. Pero no sólo miran hacia la vieja frontera. Según esta talla del sarcófago de Ramsés, vigilan el templo más sagrado. El templo-santuario.

Un silencio reinó en la habitación a medida que calaba la magnitud de sus palabras.

—¿Cómo muestran las estatuas la ubicación del santuario? —preguntó Buitre.

—Con el tercer ojo —respondió Jack con una sonrisa.

—Oh, Jack —exclamó el Mago—. Eres un genio.

—¿Qué? ¿A qué se refiere? —quiso saber Cimitarra.

Los ojos de Jack resplandecían cuando respondió:

—Imagino que, si viajamos a Abu Simbel y medimos cuidadosamente la línea de la mirada desde el tercer ojo de cada grupo de estatuas, las de Ramsés y las de Nefertari, el punto de encuentro de las líneas marcará la ubicación del primer templo-santuario.

La Piedra de los Sacrificios maya

El grupo pasó al laboratorio dos, donde la Piedra de los Sacrificios de los mayas estaba sobre un banco. Todos se acomodaron en la sala de observación que daba al laboratorio. El Mago dio la primera explicación.

—Además de la ubicación de los templos-santuarios, necesitamos saber las fechas en que los pilares deben ser colocados en ellos. Ahora bien, en la cámara de entrada de Lao-Tsé en China, Tank y yo descubrimos esta referencia sobre la colocación del primer pilar:

EL PRIMER PILAR DEBE SER COLOCADO EXACTAMENTE CIEN DÍAS ANTES DEL REGRESO.

LA RECOMPENSA SERÁ EL CONOCIMIENTO.

—Habíamos calculado previamente el «regreso» (el retorno completo del Sol Oscuro cuando su órbita lo trae a los confines exteriores de nuestro sistema solar); es el día del equinoccio vernal del año siguiente, el 20 de marzo de 2008. Calculamos entonces que el primer pilar, debidamente purificado, debe ser colocado en su lugar el 10 de diciembre de este año a la luz del Sol Oscuro, lo que significa durante el ascenso de Titán.

—10 de diciembre —dijo Elástico con un tono seco—. Mañana.

—Sí.

—Es un poco justo, ¿no?

El Mago se encogió de hombros mientras iba hacia la puerta.

—Cuando se pierde un conocimiento antiguo, algunas veces nunca se encuentra a tiempo. Hasta ahora hemos tenido mucha suerte. Tank y yo sabíamos de la fecha límite de 2008, así que pensábamos que teníamos más tiempo. Nos sorprendió que la colocación de los dos primeros pilares fuera tan pronto y con tanta anticipación a los últimos cuatro. Jack, ¿tienes la Piedra de Fuego?

West sacó la Piedra de Fuego de la mochila y se la tendió al Mago.

El viejo profesor salió de la sala de observación y, a través de una esclusa de aire, entró en el laboratorio dos, donde se encontró a solas con la Piedra de los Sacrificios.

Todos miraron con atención a través de la ventana-espejo mientras el Mago colocaba la pequeña pirámide de oro sobre la Piedra de los Sacrificios. Dos videocámaras funcionaban silenciosamente para filmar la escena desde el exterior. Había otras cuatro dentro del laboratorio con el Mago, que filmaban la Piedra de los Sacrificios desde todos los ángulos.

Las dos piedras no podrían haber sido más diferentes; la Piedra de Fuego pulida, dorada y resplandeciente. La Piedra de los Sacrificios, áspera y llena de muescas, con manchas marrones por toda la superficie.

Sin embargo, de alguna manera parecían estar conectadas. Hechas por el mismo hacedor.

Una de las dos secciones planas de la superficie superior de la Piedra de los Sacrificios tenía un agujero cuadrado poco profundo que encajaba perfectamente con la base de la Piedra de Fuego.

—Muy bien —dijo la voz del Mago por los altavoces de la sala de observación—. Ahora voy a colocar la Piedra de Fuego encima de la Piedra de los Sacrificios…

Poco a poco, y con mucha reverencia, sostuvo la Piedra de Fuego por encima del hueco de la Piedra de los Sacrificios…

…y entonces hizo descender el piramidión.

Mientras miraba a través de la ventana, Jack descubrió que estaba conteniendo el aliento.

La Piedra de Fuego encajó en el hueco, ahora unida a la Piedra de los Sacrificios.

El Mago se apartó.

No sucedió nada.

Entonces, el cristal de la punta de la Piedra de Fuego comenzó a resplandecer.

Un amenazador zumbido empezó a salir de las piedras unidas. El Mago abrió unos ojos como platos. Luego, abruptamente, cesó el zumbido.

Silencio.

Nadie se movió.

Pero entonces, en el hermoso silencio, algunos símbolos de la Piedra de los Sacrificios —símbolos individuales mezclados entre las docenas de otros tallados en ella— comenzaron a resplandecer con un fulgor blanco, uno tras otro.

Un símbolo brillaba resplandeciente en absoluto silencio antes de apagarse y que se encendiera otro, y otro.

Una secuencia de algún tipo.

A medida que se sucedía, los gemelos anotaban cada símbolo iluminado.

—Números y épocas mayas —informó el Mago por el intercomunicador—. Sólo se iluminan los símbolos numéricos correspondientes a fechas, fechas cruciales.

La secuencia duró unos cuarenta segundos antes de que se apagaran los destellos y las viejas piedras recuperaran su aspecto habitual.

Media hora más tarde, después de que el Mago, Tank y los gemelos hubieron observado varias veces la grabación en vídeo del suceso y apuntado los números, el Mago anunció:

—La fecha de la cámara de Lao-Tsé es correcta. El primer pilar debe ser puesto en su lugar durante la ascensión de Titán justo antes del amanecer de mañana, el 10 de diciembre. El segundo pilar deberá ser colocado dentro de una semana a partir de ahora, el 17 de diciembre, de nuevo durante el ascenso de Titán.

—¿Está absolutamente seguro de sus cálculos? —preguntó Robertson.

—Sí, el calendario maya ha sido sincronizado con el nuestro hace mucho —respondió Tank—. Fue uno de los primitivos calendarios más fáciles de calcular.

—¿Qué hay de las otras cuatro fechas? —quiso saber Robertson.

—Todas están más alejadas —contestó el Mago—, tres meses a partir de ahora, reunidas alrededor de los diez días inmediatamente anteriores al «regreso», a finales de marzo de 2008. Al parecer, nos enfrentamos a dos períodos separados de intensa actividad, uno ahora, y el otro, más tarde. Si sobrevivimos a la colocación de los dos primeros pilares durante la próxima semana, tendremos un período de descanso antes de que dentro de tres meses nos enfrentemos a otra intensa actividad que exigirá la colocación de cuatro pilares más en el plazo de diez días.

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